Que vivimos en la era de los datos es una evidencia, pero hay algunos datos que nos ayudan a poner esta afirmación en perspectiva. Según un estudio de la empresa tecnológica Domo, durante cada minuto de 2020 se enviaron más de 46 millones de mensajes de WhatsApp, se subieron 347.000 imágenes a Instagram y YouTube recibió 500 horas más de vídeos. Una cantidad de información que crece año a año, al ritmo del aumento de la población y de la tasa de accesibilidad global a Internet, y que, aunque el usuario no sea consciente, hay que almacenar, proteger de ataques y, en casos como la información corporativa o los datos de organismos públicos, preservar durante décadas.
La manera en la que se preserva esta información ha cambiado de manera radical en los últimos 20 años. “En la década de 2010 se produjo el boom de la digitalización”, recuerda Anna Baldrís, responsable de desarrollo de negocio de Fujifilm RM en España y Portugal. “Sin embargo, los cambios en las normativas y regulaciones de almacenamiento de datos cada vez son más exigentes. Ahora se tienen que preservar durante mucho más tiempo, y las herramientas que estaban disponibles ya no son viables. La vida útil de un disco duro es de 3 a 4 años, así que se hacía necesario desarrollar herramientas que respondieran a esta necesidad”.
Tecnologías para los distintos tipos de datos
Toda esa información que generamos diariamente tiene un destino físico, aunque a veces nos parezca invisible. “La nube puede parecer una palabra mágica, pero esconde una realidad: los centros de datos”, explica Julien Demeulenaere, brand manager de almacenamiento de datos de IBM Europa, Oriente Medio y África. “Todos los datos creados por cualquier compañía, grande o pequeña, o bien está en un ordenador, o bien en miles de máquinas en los centros de datos. El 95% de la información se almacena en esos lugares”.
De toda esa información, se estima que alrededor del 60% son datos llamados “fríos”. Se necesitan conservar, pero no tener un acceso rápido y constante a ellos. “Existen tres tecnologías en el mercado que almacenan prácticamente el 100% de los datos, y todos las conocemos”, prosigue Demeulenaere. “Una es la cinta magnética, el segundo es el disco duro, los que usamos en nuestros ordenadores, y por último la tecnología flash, conocida como SSD”.
Conseguir que estas tecnologías sean cada vez más longevas, seguras y que consuman menos energía es el reto al que se enfrentan los especialistas en almacenamiento de datos, en un contexto en el que la información no deja de crecer, y es vital para el funcionamiento de la gran mayoría de las empresas. “Constantemente trabajamos para introducir nuevas tecnologías que aumenten la densidad de grabación de las cintas”, relata Anna Baldrís. “Nosotros intentamos avanzarnos a las necesidades del mercado para ofrecer esas soluciones. Pensemos por ejemplo en formatos de vídeo de alta resolución como el 4K, la realidad virtual o en el Internet de las Cosas (IoT). Son avances que precisan de una mayor capacidad de almacenamiento. El gran desafío es ofrecer a los usuarios esas soluciones más compactas y más fiables para que puedan almacenar mayor información en un espacio más reducido, permitiendo reducir sus costes de archivo y garantizando que puedan acceder a esos datos a largo plazo”.
Almacenamiento en cinta
Una tecnología que está en continuo desarrollo, existe en realidad desde hace décadas, y es más vigente que nunca dadas sus características especiales. “La cinta es la única tecnología en el sector TI que dispone ya de los prototipos capaces de cubrir las necesidades de los usuarios durante los próximos 10 años”, asegura Baldrís. “A nivel de integridad de datos es 10.000 veces superior al disco duro. Pensemos por ejemplo en expedientes clínicos de pacientes con patologías raras que se tienen que preservar para siempre. Para ello se necesitan soluciones que ofrezcan una longevidad de archivo mayor a la del disco duro, y la cinta tiene una vida útil entre 10 y 12 veces superior. En Fujifilm trabajamos conjuntamente con IBM para ofrecer soluciones de mayor capacidad. Tal como muestra el reciente lanzamiento de la tecnología de cinta LTO9, que ofrece una capacidad nativa de 18TB y una longevidad de archivo de 50 años. En diciembre de 2020 alcanzamos un nuevo récord de almacenamiento de datos en cinta, llegando a los 580TB nativos en una única cinta, lo que significa que en un futuro no tan lejano el usuario podrá tener el equivalente de 580 discos de un terabyte en la palma de una mano. Estamos liderando el desarrollo de esta tecnología para cubrir las necesidades de hoy y de mañana”.
“La cinta es la única tecnología que dispone ya de los prototipos capaces de cubrir las necesidades de los usuarios durante los próximos 10 años”
Anna Baldrís
“Si me lo hubiesen preguntado hace 15 años, habría dicho que la cinta iba a desaparecer”, admite Demeulenaere. Ahora su compañía desarrolla cabezales para la lectura y grabación de este dispositivo, mientras que Fujifilm trabaja en el desarrollo del soporte de almacenamiento. “Es una colaboración, compartimos las investigaciones científicas, las patentes, y a veces hay equipos conjuntos trabajando en la misma patente”, añade. Su trabajo consigue que no solo se aumente la capacidad de información, sino que se ofrezca una opción para el almacenamiento que tiene otras ventajas. Una de ellas, es crucial para el funcionamiento de cualquier empresa.
“El almacenamiento en cinta es la única tecnología que puede ofrecer una protección total contra virus y hackers, porque durante su almacenamiento queda desacoplada de la red”, explica Baldrís. “Cuando tienes un disco duro en una empresa, o una cabina de discos, están constantemente conectadas a la red. Evidentemente existen cortafuegos, pero son más vulnerables. Hemos visto muchos episodios de ransomware durante la pandemia, ataques a grandes empresas a nivel mundial. El hecho de tener una copia de tus datos más críticos en cinta te proporciona una gran seguridad”.
Otra de las grandes ventajas que ofrece este formato tiene que ver con su gasto energético y, por tanto, con las emisiones de CO2 que se generan. Según publicó la revista Science en 2020, el consumo eléctrico de los centros de datos representó el 1% del total mundial en 2018, y cerca de un 2% en EE UU. Los sistemas de disco son el principal factor de gasto energético, con un consumo del 19% del total, lo que genera unos 6,5 millones de toneladas métricas de CO2 en el caso de que la fuente de energía utilizada sea el gas natural. “La cinta no solo permite un ahorro económico, sino que también facilita la eficiencia energética, ayudando a esa reducción de emisiones de CO2 para que los centros de datos puedan alcanzar el objetivo de ser neutros de aquí a 2030″, apunta Baldrís.
Experiencia e Innovación
Fujifilm, compañía con una larga trayectoria en el desarrollo de tecnologías de imagen, almacenamiento de datos y aplicaciones en áreas como la medicina, ha aplicado sus innovaciones en la tecnología de cinta magnética para responder a las necesidades de nuestro tiempo al entorno del archivo de datos. Su desarrollo de soluciones de gran capacidad permiten el almacenamiento de grandes volúmenes de datos y la creación de copias de seguridad para preservar la información a largo plazo de forma segura y rentable.
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