El desarrollo vertiginoso de vacunas para la covid-19 ha demostrado que los tiempos de respuesta de la ciencia ante las necesidades de salud han cambiado. Se trata de una de las evidencias destacadas por Pedro Alonso, director del Programa Mundial de Malaria de la OMS, en el diálogo que sostuvo con Silvia Gold, presidenta de la Fundación Mundo Sano, en la clausura del XX Simposio de Enfermedades Desatendidas este pasado 4 de noviembre.
“Estamos a las puertas de una nueva era científica de desarrollo de productos que van a generar una revolución en la salud global. Las vacunas recuperaron protagonismo al volver a demostrar su capacidad como herramientas útiles contra las enfermedades infecciosas”, destacó Alonso, tras subrayar el logro de contar con la primera vacuna contra la malaria.
Otra de las evidencias que deja la pandemia es que las soluciones locales y nacionales a problemas de salud ya no son suficientes. Lo que ha demostrado eficacia son las soluciones globales y regionales, afirmó Alonso, y puso como ejemplo a las Américas, donde se ha conseguido eliminar la malaria hasta en cuatro países.
Distribución masiva de medicamentos
Campañas para llevar tratamiento en masa a todas las personas en riesgo de las ETD. Ese fue uno de los enfoques más destacados de la hoja de ruta previa que la OMS lanzó en 2012 y tuvo muchos éxitos. Permitió, por ejemplo, aumentar la cobertura en niños afectados y reducir la morbilidad por geohelmintiasis, una enfermedad causada por parásitos que es la más prevalente de todas las ETD; solo en América afecta a más de 200 millones de personas y a más de 1.500 millones en el mundo.
Sin embargo, quedan aún muchos desafíos. José Muñoz, médico e investigador del Instituto de Salud Global (ISGlobal) y del Hospital Clínic de Barcelona lleva varios años investigando la geohelmintiasis y forma parte de un consorcio internacional para frenar el avance de esta patología que, sin causar una gran mortalidad, sí produce daños considerables en el desarrollo físico y cognitivo, especialmente en niños. Durante el simposio, Muñoz analizó el resultado de las campañas impulsadas hasta el momento por la OMS, basadas en la distribución masiva de medicamentos, sobre todo a través de las escuelas.
Si bien se logra reducir la carga parasitaria y la morbilidad, el problema es “que esos niños vuelven a sus lugares de origen donde, en muchos casos, la contaminación ambiental hace que se contagien nuevamente. Hemos observado a menudo reinfecciones rápidas, a las 18 semanas después del tratamiento. Tenemos el reto de que los programas de distribución masiva de medicamentos incluyan acciones concretas de mejora de agua, higiene y saneamiento” advirtió Muñoz.
De ahí que los miembros del consorcio internacional STOP apuntan a nuevas estrategias, que no solo tienen que ver con un cambio de tratamiento. Por ejemplo, ¿por qué no pasar de tratar esencialmente en colegios a tratar a toda la comunidad afectada?, se preguntó Muñoz. Y mostró algunas estimaciones que apuntan al coste-efectividad de ese enfoque.
El fármaco milagroso
Se la conoce desde hace años con el seudónimo de la “wonder drug”, fármaco maravilloso en inglés. La ivermectina arroja resultados esperanzadores en varias ETD y hasta puede servir contra los mosquitos transmisores de la malaria. Alejandro Krolewiecki, investigador en enfermedades tropicales de la Universidad Nacional de Salta, en Argentina, y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (CONICET), trabaja con Muñoz y otros expertos en una nueva combinación de albendazol con ivermectina que no solo será más eficaz y segura que el tratamiento actual, sino que, además, permitirá incluir a otros tipos de helmintiasis que actualmente no se contemplan en los programas de distribución masiva de medicamentos.
Durante la presentación de la alianza investigadora de la que forma parte, Krolewiecki resaltó que el nivel de disponibilidad de la ivermectina será clave para el éxito de la nueva estrategia para la interrupción de la transmisión de helmintiasis que plantean a la OMS, que incluye acciones que van más allá del tratamiento farmacológico.
Los nuevos medicamentos o las combinaciones de los ya existentes pueden facilitar enormemente los avances frente enfermedades con bajas coberturas de atención
La prueba de la necesidad de esa otra batería de acciones adicionales al tratamiento, en diferentes áreas de desarrollo y salud pública, es la situación de la lepra, una enfermedad que se resiste a desaparecer, a pesar de que países como Argentina consiguieron eliminarla como problema de salud pública. Sin embargo, tal como expuso al inicio del simposio Mirta Roses, directora emérita de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), será necesario trabajar en cuatro pilares para su completa eliminación en 2030: “Implementar la hoja de ruta integrada de Cero Lepra en todos los países endémicos; ampliar la prevención junto con la detección activa de casos; manejar la enfermedad y prevenir nuevas complicaciones, así como combatir el estigma y garantizar el respeto de los derechos humanos”.
Mientras tanto, la aparición de nuevos medicamentos o nuevas combinaciones y regímenes de los ya existentes pueden facilitar enormemente los avances frente aquellas enfermedades que tienen aún muy bajas coberturas de atención. Es el caso de Chagas. Y por ello, Sergio Sosa-Estani, de la Iniciativa Para el Desarrollo de Medicamentos para Enfermedades Desatendidas (DNDi) expuso algunos estudios clínicos que desarrolla su organización, en colaboración con Mundo Sano, en Argentina, en busca de más evidencias sobre la seguridad y eficacia de una pauta de tratamiento que reduciría el tiempo de administración de los actuales 60 días a unos 15 días.
Los avances en la lucha contra el Chagas apuntan cada vez más al control de la transmisión de madre a hijo durante el embarazo. Por ello, este año la Cumbre Iberoamericana aprobó la iniciativa Ningún bebé con chagas, propuesto por los gobiernos de Argentina y Brasil, a la que hasta el momento se han adherido ocho países, aunque se esperan muchos más, según compartió Martín Rivero, representante de la Secretaría Iberoamericana (SEGIB). Se trata de un proyecto impulsado por la Fundación Mundo Sano y el apoyo de la OMS y OPS, el Instituto Evandro Chagas de Brasil e ISGlobal.
La interrupción de la transmisión materno-infantil se puede lograr, como muestran los resultados de la Unidad Regional de Medicina Tropical de Murcia, donde habita una cuantiosa población de origen boliviano y de otros países endémicos de Chagas. El equipo que coordina Manuel Segovia en el Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca lleva más de dos años sin detectar ningún caso gracias al trabajo persistente de sus colegas y a la acción comunitaria, según se expuso en el simposio.
Ni las vacunas, ni las nuevas herramientas terapéuticas pueden tener éxito si no se administran en sistemas de salud más robustos, como explicó Pedro Alonso al cierre del evento, que contó con 900 asistentes y 20 ponentes internacionales, expertos en enfermedades desatendidas.
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