El año de la resurrección
Por Pepa Bueno
El último 31 de diciembre brindamos por los que estábamos, por los que faltaban, por los que nunca más estarían, con dolor y aún tentándonos la ropa. ¿Se acuerdan? Recibimos 2021 contando los miembros de la familia que podían sentarse a la mesa, abriendo ventanas en pleno invierno y todavía sin vacunar. Pero habíamos visto cuatro días antes cómo una mujer de 96 años recibía en Guadalajara el primer pinchazo de la bendita vacuna y la bautizamos como Araceli de la Esperanza. Sí, 2021 iba a ser el año del final de la pesadilla que había volteado nuestra seguridad como ciudadanos del rincón más privilegiado del mundo. Los europeos veníamos de descubrir con asombro que no estábamos a salvo de una enfermedad que creíamos remota mientras anidaba entre nosotros obligándonos a encerrarnos en casa, a no poder despedir a nuestros muertos, a conformarnos con sentir en la distancia y a través de una pantalla los brazos amorosos de la familia y los amigos. Pero en aquel momento, 2021 se extendía ante nosotros con la promesa de la resurrección. Como así ha sido en gran medida.
Aunque pronto descubrimos que las distopías pueden tener formas muy diversas y el mismo 6 de enero asistíamos a lo que parecía una ópera bufa con compases de tragedia en el asalto al Capitolio de Estados Unidos. Las huestes de Donald Trump le pusieron a su mandato un estrambote a la altura del personaje dejando en el aire, pese al fracaso, la certeza de que el virus de la mentira, la irracionalidad y la intolerancia se ha extendido tanto como la covid. Hoy sabemos que no hay vacuna fácil para esta enfermedad que se alimenta del desasosiego del cambio de época y que a lo largo del año se ha manifestado en las políticas iliberales que nos han pillado bien cerca, en Hungría o Polonia, con su expresión española encarnada en Vox.
Filomena volvió a enfrentarnos a la vulnerabilidad de nuestro modo de vida, pero nada podía con nuestras ganas de salir adelante en este 2021 en el que habíamos decidido sacarnos el miedo de encima. Y para lograrlo, los españoles confiamos, con enorme inteligencia social, en la ciencia y en nuestros sanitarios. La primavera llegó con su cargamento de vacunas y con aquella emoción y gratitud con la que ofrecíamos nuestro brazo para recibir el pasaporte a una vida parecida a la de antes. Tan parecida como muestran las imágenes de este número de El País Semanal su recuento de un año que aún nos guardaba para septiembre otro sobresalto en forma de volcán, que ha cambiado para siempre la existencia de La Palma, o el incendio de sexta generación de la sierra Bermeja. Echen ustedes cuentas de las veces que hemos dicho en este tiempo que nunca antes habíamos visto o asistido a algo parecido, y celebren estar vivos para contarlo. Muchos, demasiados, no podrán hacerlo nunca más. Y muchos, demasiados, lo hacen en lugares del mundo donde la vacuna sigue siendo una aspiración, y una vida digna, solo un deseo. El año se cierra con ómicron recordándonos que, mientras la desigualdad campe a sus anchas, ninguno estamos a salvo, ni frente a la covid, ni frente a la naturaleza ni frente a la intolerancia.
La imagen
Una broma vegetal
Por Juan José Millás
Si usted no sabe lo que es la pareidolia, abandone la lectura de este artículo. O no, continúe leyéndolo, como prefiera, pero hágalo con la piedad del que se enfrenta al texto de un enfermo. La pareidolia consiste en la búsqueda desesperada del significado allí donde probablemente no hay ninguno. Nos ocurre a los que descubrimos rostros ocultos en el alicatado de los cuartos de baño, en el papel pintado de las paredes, en las manchas de humedad del techo o en las formas que dibujan las llamas del fuego en el interior de la chimenea. Esos rostros son temibles o amables, a veces las dos cosas de forma sucesiva según los mires desde el lado derecho o desde el izquierdo. En ocasiones, se nos aparecen los de los padres muertos o los de animales domésticos que tuvimos, y maltratamos, en la infancia. En cualquier caso, no vemos otra cosa que rostros del mismo modo que el paranoico no ve más que patrones allá donde mira.
Ignoro quién o quiénes eligieron la foto de portada de este número con el que despedimos el año, pero si ustedes la observan con detenimiento, quizá acaben concediéndome que se adivina en ella el rostro de un recién nacido con una nariz típica de payaso verde, en vez de roja. Cerremos el año con optimismo, pues. Imaginemos que, de las cenizas del volcán de La Palma, que tanta destrucción ha provocado, podría surgir, como de las del ave fénix, una vida nueva que nace, además, gastándonos una broma de carácter vegetal. De todos modos, aun distinguiendo solo lo evidente —un matorral vivo en medio de la ceniza muerta—, el mensaje sería parecido: la vida siempre vuelve.
Internacional
Por ÁNGELES ESPINOSA
Por AMANDA MARS
Por JAVIER LAFUENTE
Por ANTONIO PITA
España
Por CARLOS E. CUÉ
Por MIQUEL NOGUER
Por MIGUEL GONZÁLEZ
Por JOSÉ MANUEL ROMERO
Sociedad
Por GUILLERMO VEGA
Por PABLO LINDE
Por IGNACIO ZAFRA
Por PILAR ÁLVAREZ
Por JESSICA MOUZO
Economía
Por IGNACIO FARIZA
Por GORKA R. PÉREZ
Por ÁLVARO SÁNCHEZ
Por JORDI PÉREZ COLOMÉ
Cultura
Por RAQUEL VIDALES
Por XAVI SANCHO
Por ANA MARCOS
Por JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS
Deportes
Por CARLOS ARRIBAS
Por ALEJANDRO CIRIZA
Por JUAN I. IRIGOYEN
Por LADISLAO J. MOÑINO
Ocho personajes que fueron noticia en 2021
Deportistas en apuros, poder femenino, la heredera de un imperio textil, el emérito ausente y el Nobel que nadie se esperaba.
30 fotografías impactantes
Imágenes de un año en el que rugió la naturaleza y la democracia tembló. Un recorrido visual repleto de instantes para la memoria
De enero a diciembre, 40 momentos que han definido 2021
Del asalto al Capitolio al final de la ‘era Merkel’, pasando por Filomena, la vuelta de los talibanes o la erupción del volcán de La Palma
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