Aunque el verano es una época del año muy bonita y especial, también tiene su parte negativa. Y es que, dormir cuando el calor aprieta es una misión prácticamente imposible. Los expertos señalan que la temperatura ideal para dormir oscila entre los 18 y los 21 grados, y se hace muy difícil a partir de los 25. Poner el aire acondicionado o el ventilador no es una buena idea por los riesgos que conlleva para la salud, así que, ¿por qué no probar el método egipcio para dormir fresco en verano?
Según ha publicado ‘La Vanguardia’, en el Antiguo Egipto las personas solían mojar la ropa de cama justo antes de acostarse para mantenerse frescos durante toda la noche. En principio puede parecer algo extraño, pero lo cierto es que resulta muy efectivo a la hora de refrescar la habitación y disminuir la temperatura corporal.
Hay quienes echan cubos de agua en el patio de casa para mojar las paredes y el suelo y refrescar el ambiente. Pues bien, el método egipcio para dormir fresco en verano es muy parecido. A continuación te explicamos cómo puedes ponerlo en práctica paso a paso.
- Lo primero es quitar las sábanas y ponerlas debajo del frío. El agua no tiene que estar fría, sino templada.
- Luego, sécalas hasta que estén húmedas pero no empapadas. Teniendo en cuenta que hace calor, esto no llevará más de cinco o diez minutos.
- Y, por último, sólo queda colocar las sábanas y tumbarte en ellas.
Otros consejos prácticos para dormir fresco en verano
Además del método egipcio, puedes seguir algunos consejos para dormir bien aunque haga calor.
Lo primer que te recomendamos es que escojas una almohada con gel de enfriamiento, que absorbe el calor corporal y lo dispersa, creando así un ambiente de sueño muy fresco. Si quieres evitar los molestos sudores del cuello, ¡toma nota!
Si quieres bajar la temperatura corporal antes de irte a la cama, date una ducha de agua tibia. Una ducha de agua fría no es una buena idea porque así sólo vas a conseguir que el cuerpo reaccione para tratar de entrar en calor y te sentirás más acalorado.
Y, por último, no te olvides de refrescar los puntos clave del cuerpo: el cuello, los codos, las muñecas, la ingle, los tobillos y detrás de las rodillas. El enfriamiento de estas zonas desencadena una reacción en cadena que enfría el resto del cuerpo.
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