Tenía entrenamiento a las seis de la tarde y, siempre bien relacionado con el suspense, Ousmane Dembélé (Vernon, Francia; 24 años) aterrizó en Barcelona tres horas antes, proveniente de París con una propuesta del PSG bajo el brazo para dejar el club azulgrana después de que el área deportiva le encontrara sustitutos a la carrera, ahora que han llegado Adama y Ferran Torres, también Aubameyang. No se dio esa operación como tampoco salieron adelante las que intentó el Barça hasta la medianoche con el Tottenham y el Chelsea.
Desde el club tenían claro que Dembélé hacía tiempo que había llegado a un acuerdo con el PSG para el próximo verano. Por eso, entendían, no se planteaba renovar como azulgrana (acaba contrato en junio) y por el mismo motivo desde el club vetaron su presencia en las convocatorias para, al menos, forzar su salida en el mercado invernal. “No aceptaré el chantaje”, señaló el futbolista. Pero como vio que podía quedarse hasta el final del curso sin abrocharse las botas, la noche del domingo aceptó que el club negociara su salida antes de tiempo. No hubo acuerdo.
La primera opción llegó por parte del PSG, que ofreció un trueque —Dembélé por el lateral Diallo y el mediocentro Ebimbe—, según desveló la Cadena Cope. Pero no convenció al Barça. Después se intentó con el Tottenham, pero el jugador no aceptó el destino y el club inglés no forzó demasiado porque también se hizo con el sueco Dejan Kulusevski, de la Juve. Finalmente, se intentó tantear la posibilidad del Chelsea porque así lo pidió su técnico, Tuchel, con quien ya coincidió en el Borussia Dortmund.
Esta operación era más compleja, a tres bandas con el Atlético de fondo. El Barça intentó negociar con el Chelsea la marcha de Dembélé a cambio de Saúl, además de condonar la deuda por Griezmann. Tampoco fraguó. Como todo lo que ha rodeado al jugador desde que se vistió de azulgrana.
El Barça ha intentado renovarle desde junio, cuando se le ofreció el mismo contrato que ahora aunque con mejores variables, oferta que la agencia del jugador rechazó porque querían 45 millones de prima de fichaje —15 para ellos y 30 para el futbolista—, además de aumentar su sueldo a 30 millones por curso. “Una locura”, resuelven desde los despachos de la ciudad deportiva, conscientes de que el futbolista solo ha disputado el 50,1% de los encuentros desde que llegara (129 de 254). Más que nada porque ha sufrido 14 lesiones —13 de ellas musculares—, poco dado a la disciplina hasta el punto de que le pusieron un chófer, un cocinero y a una persona que fuera a despertarle por las mañanas. “Es víctima del control de sus agentes, que nunca han visto al Barça como primera opción porque buscan moverlo para las comisiones”, amplían desde el club.
Congeladas las conversaciones, el club trató de reactivar un acuerdo en diciembre para que Dembélé no se marchara gratis, toda vez que es el segundo fichaje más caro en la historia del club, contratado del Borussia Dortmund en 2017 por 105 millones fijos más 40 en variables (solo superado por los 120 más 40 de Coutinho). El futbolista jugaba al ratón y al gato, pues le decía que sí al técnico y que no al club, hasta que el área deportiva se cansó y a Xavi se le instó a quitarlo de las convocatorias. Y así sigue.
Queda por ver si la directiva y el área deportiva aceptan la pretensión de Xavi de que pueda utilizarlo en el césped. Dembélé y el Barça han acabado en divorcio, aunque compartirán casa hasta que llegue el verano.
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