La Historia de España que se estudiará en Cataluña estará centrada en los siglos XX y XXI, especialmente en el periodo iniciado con la proclamación de la II República, en 1931. El nuevo currículo (el documento que establece qué deben aprender los alumnos y cómo ha de evaluarse) de Bachillerato elaborado por la Generalitat, al que ha tenido acceso EL PAÍS, no menciona la Constitución de 1978, a diferencia de lo que sí hacen los contenidos mínimos de la asignatura redactados por el Ministerio de Educación. Tras hablar de la Guerra Civil y el franquismo, el currículo catalán señala que ante “el actual contexto de involución de algunos derechos humanos es más necesario que nunca recuperar las memorias de las víctimas de la represión y la violencia”. La Generalitat denomina Historia a secas a la asignatura Historia de España, como viene haciendo desde hace dos décadas.
La nueva ley de Educación, la Lomloe, reparte la competencia de elaborar los currículos entre el Ministerio de Educación y las comunidades. La Lomloe establece que el Gobierno debe redactar la mitad y los Ejecutivos autonómicos la otra mitad. El ministerio ya ha elaborado su parte del currículo, las llamadas Enseñanzas mínimas, que tienen carácter básico, de todas las etapas, incluido el Bachillerato, que serán publicadas en el BOE próximamente. Y ahora toca a los Ejecutivos autonómicos redactar su parte.
El borrador del Departamento de Educación catalán cambia el nombre de la asignatura de Historia de España que figura en la normativa básica, aunque en realidad eso lleva ocurriendo en Cataluña desde hace 20 años. La ley educativa aprobada en 1990 (la Logse), llamaba a esta materia de segundo de Bachillerato solo Historia. En 2002, la siguiente ley educativa (Loce), pasó a llamarla Historia de España, pero en la normativa catalana el nombre de la materia continuó siendo simplemente Historia. Y tampoco cambió tras la aprobación de las dos leyes posteriores, la Loe (en 2006) y la Lomce (en 2013), que mantuvieron, como ahora la Lomloe, el nombre de Historia de España.
La estructura de la materia que plantea el Departamento de Educación es similar a la del ministerio, en el sentido de combinar un criterio temático y otro cronológico (aunque el currículo del Gobierno está centrado en un periodo histórico más amplio, desde principios del siglo XIX hasta la actualidad). Y buena parte de los apartados de ambos documentos se llaman y tienen contenidos parecidos, como los relativos al estudio de la evolución económica, demográfica, de las formas de vida y las ideologías, el impacto de la globalización y la atención a la perspectiva de género en el análisis de la historia de España y Cataluña.
El borrador de la Generalitat presenta, sin embargo, varias diferencias y un apunte que parece una referencia no explícita, pero sí clara a los hechos que ha vivido Cataluña en torno al proceso independentista. Después de afirmar que la “Guerra Civil y el Franquismo dan cuenta del grado de violencia que pueden adquirir los conflictos y de las consecuencias de las dictaduras fascistas”, se añade: “En el actual contexto de involución de algunos derechos humanos es más necesario que nunca recuperar las memorias de las víctimas de la represión y la violencia por medio de investigaciones personales y colectivas”.
La Generalitat también utiliza una terminología diferente en el apartado en el que el currículo del ministerio aborda el estudio de la “diversidad identitaria” española en relación con el “sentimiento nacional”. El borrador del Departamento de Educación utiliza la expresión “pluralidad nacional”. Y dice que uno de los objetivos de la asignatura es que los estudiantes sepan “reconocer e identificar las identidades múltiples existentes en los territorios para entender que el respeto de los diferentes sentimientos de pertenencia es la base de una convivencia pacífica en el marco de un sistema democrático y plural”.
Guerra del francés
A pesar de subrayar que la materia estará centrada en la etapa posterior a la creación de la Segunda República, el borrador contiene también numerosas referencias al siglo XIX, y en concreto al periodo posterior a la caída del absolutismo, la Constitución de Cádiz y la “guerra del francés”. “El alumnado”, señala en otro pasaje, “ha de identificar los cambios en las creencias y prácticas religiosas, las formas de pensamiento y las concepciones políticas que han ido emergiendo y transformándose desde la época del absolutismo y el Estado liberal hasta la actual sociedad democrática”. El currículo de la asignatura elaborado por el ministerio que dirige Pilar Alegría menciona varias veces la Constitución de 1978, que “dio inicio”, señala, “a la etapa de convivencia pacífica y democrática más larga y duradera de la historia de España”. El borrador de la Generalitat, en cambio, no se refiere a la norma.
Sí que hay coincidencia en ambos documentos en el apartado dedicado a analizar los procesos históricos desde la perspectiva de género y estudiar “los mecanismos de dominación, control, subordinación y sumisión que se han mantenido a lo largo de la historia” para entender “cuál es la situación real de la igualdad entre mujeres y hombres en la España actual”.
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