Poco a poco. Casi sin notarse. Así se ha ido fraguando una revolución en el gobierno corporativo de las grandes empresas cotizadas españolas. La figura del todopoderoso presidente ejecutivo cede terreno. Por primera vez, la mayoría de los presidentes de las empresas del Ibex 35 son no ejecutivos. Además, algunos de los que conservan carácter ejecutivo, especialmente en la banca, han ido cediendo poderes. Hace 15 o 20 años podían contarse con los dedos de las manos las empresas del índice que no tenían al frente un presidente que a la vez fuese el primer ejecutivo de la empresa. Ahora son minoría.
El gobierno corporativo español ha estado tradicionalmente más ligado a la figura francesa del pdg (presidente director general): una sola persona aúna las funciones de presidente del consejo de administración y de primer ejecutivo de la compañía. Algunas de las grandes compañías cotizadas, como Iberdrola, Telefónica, ACS, Ferrovial o Mapfre o aún mantienen intacto ese modelo.
Pero ya son minoría. El modelo anglosajón, con un chairman que preside el consejo y asume otras funciones institucionales y un CEO (chief executive officer) con las tareas de primer ejecutivo, normalmente como consejero delgado, va ganando cada vez más peso, si bien con algunas singularidades españolas.
Ese modelo de presidente no ejecutivo es el que prefiere el Banco Central Europeo (BCE) para las entidades financieras. Bankinter lo asumió desde hace muchos años, y en la actualidad tiene a Pedro Guerrero como presidente y a Dolores Dancausa como consejera delegada. El Sabadell lo adoptó el año pasado, cuando Josep Oliú cesó en sus funciones ejecutivas. Se mantuvo al frente del consejo como presidente, pero los poderes directivos recayeron en el nuevo consejero delegado, César González-Bueno. Caixabank ya adoptó la figura de presidente no ejecutivo antes de la fusión con Bankia. Tras ella, aunque formalmente el presidente, José Ignacio Goirigolzarri, tiene carácter ejecutivo, el primer directivo de la entidad es también el consejero delegado, Gonzalo Gortázar.
En BBVA, aunque Carlos Torres sí sea el primer ejecutivo, el consejero delegado, Onur Genç, no le reporta a él, sino que lo hace directamente al consejo de administración, precisamente porque el BCE así lo quiso. Torres asumió la estrategia, la transformación digital, la dirección del consejo y la representación institucional, pero Genç está al frente de la gestión de los negocios.
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Ese mismo modelo es el que acaba de adoptar el Santander. La presidenta, Ana Botín, se encarga de la estrategia, de los motores de crecimiento tecnológico, de la coordinación y de su papel institucional, pero el consejero delegado, José Antonio Álvarez reportará exclusivamente al consejo de su gestión de las regiones, países y negocios globales, como quería el BCE. “Estos cambios están en línea con las expectativas de los supervisores”, reconoció el Santander al comunicar la decisión.
El modelo anglosajón más puro, con un presidente que no solo no es ejecutivo, sino que además tiene carácter de independiente, es minoritario. Solo se da en Acerinox (con Rafael Miranda como presidente y Bernardo Velázquez como consejero delegado), en Amadeus (con William Connelly y Luis Maroto), en Cellnex (Bertrand Boudewijn Kan y Tobías Martínez), en Endesa (Juan Sánchez-Calero y José Bogas) y en IAG (Javier Ferrán y Luis Gallego).
Empieza a ser frecuente en el caso español que el presidente ejecutivo cese en sus funciones directivas y asuma un nuevo rol como presidente mientras que el consejero delegado se queda el poder ejecutivo. Así ha sido el último caso, en que el presidente de Enagás se transmuta en no ejecutivo, pero se mantiene como presidente. Antes ocurrió con los presidentes de Repsol o del Sabadell, entre otros.
En esos supuestos el presidente no se considera independiente, sino que entra en la categoría de otros consejeros externos. A esa misma categoría corresponden los presidentes de dos compañías con participación pública (Beatriz Corredor en red Eléctrica y Marc Murtra en Indra), que bien por la vinculación con el accionista de referencia o bien por las responsabilidades y funciones de carácter estratégico que asumen aun sin ser ejecutivos, no se consideran estrictamente independientes.
Variante española
Otra variante española es la de que el accionista de referencia de la compañía, o alguien en su representación, asuma la presidencia y deje a un consejero delegado como ejecutivo. Es lo que ocurre, por ejemplo, en Siemens Gamesa o Merlin, con accionistas privados destacados. O en empresas de propiedad familiar, como Meliá y Almirall. En esos casos en que el presidente ostenta la representación de un accionista, su calificación es de dominical.
Este último modelo es el que seguirá, desde el 1 de abril, la primera empresa española por capitalización, Inditex, la próxima que pasará de tener un presidente ejecutivo (Pablo Isla) a una presidenta dominical (Marta Ortega) y un consejero delegado como primer ejecutivo (Óscar García Maceiras).
Cuando ese relevo se produzca, ya quedarán solo 15 de las 35 empresas del Ibex con un presidente ejecutivo al frente. Las otras 20 tendrán presidentes no ejecutivos, bien independientes, dominicales u otros consejeros externos.
Muchas otras empresas cotizadas de menor tamaño están optando también por presidentes no ejecutivos. Y entre las grandes compañías no cotizadas, aunque siguen siendo mayoría las que mantienen la figura del presidente ejecutivo, algunas muy relevantes están dando también el paso, como por ejemplo El Corte Inglés, con Marta Álvarez como presidenta y Víctor del Pozo como consejero delegado y primer ejecutivo. O Mango, con Isak Andic y Toni Ruiz.
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