Hay días de fortuna y días aciagos que cambian el destino de un hombre o de una empresa para siempre. Para Juan José Hidalgo, el 4 de noviembre de 2019 fue el día más luminoso y el culmen de su carrera profesional. Había creado de la nada Globalia, un imperio de viajes y aviación, tras 78 años bregando para demostrar que con empeño se puede ser alguien en el mundo de los negocios, aunque no se tenga formación académica y se haya nacido en un perdido pueblo salmantino (Villanueva del Conde) de menos de 1.000 habitantes (hoy en día no alcanza ni los 200). Ese día, su hijo y heredero Javier firmaba la venta a Iberia de Air Europa, la aerolínea del grupo, por 1.000 millones de euros. El patriarca familiar podía trasladarse tranquilo a su retiro cinco estrellas de la República Dominicana, país donde vive la mayor parte del año y del que disfruta la doble nacionalidad. Pero desde ese momento, la suerte le fue esquiva. Mientras las autoridades de Bruselas estudiaban los papeles para aprobar la operación, sobrevino una pandemia mundial que se ha llevado por delante todo su imperio empresarial. El 14 de marzo de 2020, el Gobierno de Pedro Sánchez declaró el estado de alarma para combatir al coronavirus. Fue el día más infausto para el veterano empresario. Porque, aunque Iberia aseguró que mantendría el pacto, los aviones de Air Europa no solo dejaron de volar, sino que dejaron de valer 1.000 millones. En realidad, ya no valían nada, porque nadie estaba interesado en comprarlos.
A lo largo de los más de dos años que han pasado desde la firma de ese acuerdo original, ambas partes se han dedicado a escenificar maniobras de distracción para negar esa realidad. En enero de 2021, Iberia pidió una renegociación y se sacó de la manga un acuerdo inédito en la historia empresarial mundial: todavía estaba dispuesta a comprar la empresa por 500 millones, la mitad de lo pactado, pero a pagar dentro de seis años. Tamaña excentricidad quedó, por supuesto, en papel mojado. A finales del año pasado, la excusa fueron los impedimentos que ponían las autoridades de competencia de la UE, aunque Bruselas ni siquiera llegó a pronunciarse oficialmente sobre la operación. A comienzos de 2022, ambas partes publicitaron una presunta prórroga de las negociaciones hasta el 31 de enero, pero al vencimiento del plazo no tuvieron a bien realizar ni el más mínimo pronunciamiento. De hecho, Iberia, filial del grupo IAG, ya había abonado mucho antes a Air Europa 75 millones de euros de compensación por romper el acuerdo (la cifra original pactada eran 40 millones). El último intento de salvar la operación se produjo el pasado jueves, cuando IAG anunciaba la concesión de un préstamo de 100 millones de euros a siete años, convertible en el 20% del capital de la aerolínea. A cambio, Iberia se asegura un periodo de exclusividad de un año para negociar la compra de la firma, blindándose así frente al presunto interés que han manifestado otras competidoras y, en especial, Air France-KLM, junto con un derecho de salida en caso de que se acepte la venta a un competidor.
En el fondo, se trata de una maniobra más para presionar al Gobierno y que les permita tener manos libres en la gestión, pero sin que ello signifique que deje de fluir el dinero público para salvarla de la quiebra inminente a la que se enfrenta. Y es que, frente a las declaraciones altisonantes de los directivos y los acuerdos fallidos de IAG y Globalia, la única realidad palpable es que el Estado español, es decir, el contribuyente, ha tenido que salir al rescate de la aerolínea. Air Europa ha recibido más de 600 millones por parte del Estado entre los créditos por 475 millones de euros del fondo de ayuda a empresas estratégicas que gestiona la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) y un préstamo avalado por el Instituto de Crédito Oficial (ICO) por 140 millones.
“Sorprende la posición de fuerza de la que hacen gala tanto Hidalgo como Luis Gallego [presidente de IAG] en sus declaraciones, cuando técnicamente el dueño ahora mismo de Air Europa es el Estado, y el Gobierno debería ser el único que tenga la última palabra sobre su futuro”, señalan fuentes conocedoras de la negociación. ¿Está abocada Air Europa a ser absorbida por el Estado al no poder pagar los préstamos públicos como ha pasado con otras compañías en Europa como Alitalia o la portuguesa TAP? “Rotundamente no. Air Europa es una compañía rentable y lo seguirá siendo”, responde a EL PAÍS Juan José Hidalgo, que añade que el papel de la SEPI se limita a sus tres miembros en el consejo de administración.
Frente a las informaciones que ponen en duda su papel al frente de las negociaciones, Hidalgo reivindica, en declaraciones a este diario realizadas antes de que se anunciara el último acuerdo con IAG, que la gestión de Air Europa la lleva él personalmente. El presidente reconoce que Air Europa ha consumido ya los 475 millones que le prestó la SEPI para “superar el efecto covid”, pero puntualiza que “la compañía ingresa ahora más de lo que gasta”, y que no es necesario pedirle una cantidad adicional al Gobierno para seguir funcionando hasta 2026, fecha en la que hay que pagar los créditos públicos. “La deuda se abonará a su vencimiento sin problemas”, señala Hidalgo.
Un nuevo ‘caso Bankia’
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La necesidad imperiosa de fondos de Air Europa para poder sobrevivir se ha agravado con la crisis abierta por la invasión de Ucrania, que ha disparado el precio del combustible (la compañía ha anunciado que va a aplicar subidas a partir del 24 de marzo de 140 euros en clase business y 60 euros en turista por el aumento del precio del queroseno). Air Europa ha perdido casi 700 millones de euros en los últimos dos ejercicios, está en patrimonio negativo y, por tanto, en causa de disolución. Los analistas estiman que los 100 millones inyectados por IAG no serán suficientes para acometer los compromisos de pago a medio plazo y necesitará más fondos extras con que salvar la quiebra.
Por eso, más que la inyección de fondos, el acuerdo de IAG y Air Europa es importante porque pone una vez más la presión sobre el Gobierno, del que depende el visto bueno al pacto. Especialmente relevante es el punto por el que Iberia valora el total de la compañía en 500 millones de euros, porque en caso de que Air Europa no pueda abonar los 475 millones de los préstamos convertibles de la SEPI, que vencen en 2026, tres años antes que el concedido ahora por IAG, el Estado se podría quedar en teoría con el 95% de la compañía, dejando fuera del capital a la familia Hidalgo, según apuntan analistas consultados.
“Está claro que se le manda un mensaje a la SEPI para que se implique en la solución de una operación truncada desde el principio. Se apela a la españolidad de IAG y a la importancia del hub de Barajas, y se agita la amenaza de que caiga en manos de grupos extranjeros como Air France o Lufthansa. Ninguna de ellas ha confirmado ese interés y, además, es dudoso que pasaran el examen de la Comisión Europea, teniendo en cuenta que acaban de ser rescatadas por sus Estados con ayudas oficiales de más de 10.000 millones de euros en ambos casos. Más allá de las elucubraciones, el dilema es saber cómo Air Europa, por sí misma o en unión con IAG, va a ser capaz de devolver al Estado español todos los préstamos concedidos, y de dónde va a sacar las nuevas inyecciones de fondos que necesita para reflotar la compañía”, señalan desde una importante aerolínea competidora de Air Europa.
Las mismas fuentes apuntan a que, tarde o temprano, el Estado deberá afrontar su entrada en el capital de Air Europa y liderar su gestión para reflotarla, con el fin de venderla luego al mejor postor, en una operación similar a la de Bankia, que fue vendida a Caixabank años después del rescate, aunque se perdieran miles de millones de dinero público en el tránsito. La ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ha señalado que el principal objetivo del Gobierno es garantizar la devolución del rescate.
La familia Hidalgo, con su patriarca a la cabeza, tiene una capacidad limitada de presión al Ejecutivo. No solo le debe la concesión del rescate de Air Europa tras la espantada de Iberia, sino también haber salvado la fusión de las agencias de viaje de Barceló y Globalia que dio lugar a la creación de Avoris, con la concesión de 320 millones en préstamos con cargo al fondo de ayudas de la SEPI. En total, los negocios de la familia Hidalgo han sido beneficiarios de casi 1.000 millones de euros del dinero del contribuyente, la mayor cantidad que ninguna empresa española ha recibido a cuenta de los daños de la covid-19. Disparar con pólvora del Rey es fácil hasta que el Monarca exige que se reponga la munición.
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