El PP ha dado tantos giros al centro en su corta historia de 44 años que incluso algunos delegados del congreso se lo tomaban un poco a broma. “Otra vez la vuelta al centro”, se reía uno de los jóvenes, muy contento, como la gran mayoría, por la salida de Pablo Casado, un líder muy cuestionado internamente y muy escorado a la derecha; y con la llegada de Alberto Núñez Feijóo, un perfil más moderado aunque siempre contradictorio, capaz de dar una de cal y una de arena en cada frase, en cada discurso, en cada decisión.
“Te acuerdas de la broma de Alfonso Guerra, esa de ‘¿de dónde vendrá el PP, que lleva tantos años girando al centro?’. Pues ahora volvemos. Pero esta vez parece de verdad”, le comentaba otro delegado en una conversación relajada nada más terminar el discurso de Feijóo. “Esto es la vuelta a los noventa″, bromeaba un tercero, miembro de la generación de Casado y del grupo que dio con él el asalto al poder y logró ganar las primarias aprovechando la guerra entre Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal.
En ese cónclave de 2018, los delegados apostaron con claridad por el discurso más a la derecha de Casado, basado en la idea del “sin complejos” de Aznar. Y el líder del PP se aplicó a esa línea, con una oposición implacable contra Pedro Sánchez, que llegó incluso a votar en contra de los estados de alarma, mantiene bloqueado desde hace más de tres años el Consejo General del Poder Judicial y le dijo “no” a la patronal cuando le pidió que al menos se abstuviera en la reforma laboral que ellos habían negociado con los sindicatos.
Casado intentó tumbarla, y estuvo a punto de conseguirlo. Si Alberto Casero, uno de sus fieles, no se hubiera equivocado, todo habría podido ser diferente. Pero ese error empezó una cadena de desastres que acabó tres semanas después con la caída de Casado.
Feijóo, con Antonio Garamendi (CEOE) y Pepe Álvarez (UGT) sentados en primera fila como invitados en el congreso de Sevilla, dejó muy claro que con él algo así no pasará: “yo respeto a los agentes sociales, a la patronal”, dijo después de narrar su excelente relación con el que fuera jefe del comité de empresa de Correos cuando él la dirigía. “Es el único amigo comunista que tengo”, dijo entre risas del público en un partido que lleva dos años aplaudiendo a rabiar a Isabel Díaz Ayuso, que centra todo su discurso y hasta su lema electoral en la batalla “contra el comunismo”.
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“Yo he aprendido a negociar, a acordar. Vamos a firmar acuerdos. Que nadie cuente conmigo para participar en este entretenimiento infantil en el que ha degenerado la política española”, aseguró después de desgranar una serie de cuestiones relevantes en las que se ofrece a hacer grandes pactos con el Gobierno.
Este giro de Feijóo, con un discurso casi opuesto al de Casado, si llega a consolidarse, cambia por completo el panorama político español en el año y medio que queda de legislatura.
El mandato de Sánchez ha coincidido con una competencia feroz entre el PP y Vox para ver quién era más duro contra el Gobierno. Y eso, sumado a la pésima relación personal entre Sánchez y Casado, ha forzado una tensión máxima hasta en pandemia.
Incluso en la época durísima de 2015 a 2018, cuando el bipartidismo entró en crisis y tanto el PSOE como el PP estaban amenazados a derecha e izquierda, Sánchez apoyó a Mariano Rajoy en la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña y ambos trenzaron una buena relación.
El Gobierno ha acogido este giro de Feijóo con expectación. Sánchez y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que conoce bien al nuevo líder del PP de la política gallega, saludaron su ascenso con palabras amables en las redes, invitándolo a concretar esta apuesta por los pactos. “Enhorabuena a Feijóo por su elección como presidente del PP. En estos tiempos complejos, trabajar con unidad y responsabilidad por el bien común de la ciudadanía debe ser una prioridad de todos y todas”, aseguró Sánchez. “Hoy más que nunca nuestro país necesita una oposición leal y constructiva, alejada de quienes nos quieren hacer retroceder décadas”, escribió Díaz.
No vamos a dejar de ejercer la oposición que nos corresponde ejercer.
No vamos a ser el PP que quieren los otros partidos, sino el Gobierno por el que está esperando y quieren los españoles pic.twitter.com/yhJIQ7mltW
— Alberto Núñez Feijóo (@FeijooGalicia) April 2, 2022
Esta última es una de las claves para entender las dudas que este sábado había en el Gobierno sobre el giro de Feijóo. En La Moncloa han tomado ya la iniciativa y han contactado con el equipo del presidente gallego para organizar esta misma semana la primera cita con Sánchez. Le han ofrecido dos fechas: martes y jueves. Y ahora esperan cerrarla. Pero será muy rápido.
Hay expectativas altas para ese encuentro, por lo que le están escuchando al nuevo líder del PP. Pero la decisión de Feijóo de aceptar rápidamente la entrada de Vox en el Gobierno de Castilla y León, algo que Casado rechazaba de plano, ha inquietado mucho a los socialistas.
La clave de todo es Vox
Varios miembros del Gobierno consultados creen que podría haber un giro hacia más acuerdos, pero antes quieren ver qué relación tiene finalmente Feijóo con Vox y como concreta los primeros pactos, sobre todo en la renovación del Poder Judicial y la votación del decreto sobre el plan de choque de 6.0000 millones de euros frente a la guerra de Ucrania.
Vox es la clave de todo. El PSOE ya vio cómo Casado aparentemente rompía con Abascal en la moción de censura en octubre de 2020, pero finalmente volvía a girar hacia posiciones muy duras. Y teme que a Feijóo le pueda pasar lo mismo porque la presión de Vox es muy fuerte. Los populares, en Sevilla, lo veían de manera muy diferente.
Para ellos, Feijóo es un líder mucho más hecho que Casado, y sabrá parar a Vox, que según admiten dirigentes del máximo nivel “está de moda”. Lo que nadie discute en el PP ni en el PSOE es que Feijóo es muy distinto a Casado, y su discurso clave lo demuestra. Ahora hay que ver cómo se baja de las palabras a los hechos. “Ojalá. Pero obras son amores”, resume un ministro.
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