Napoleón, dentro de la pirámide de Keops en unas viñetas de ‘La pirámide inmortal’.
No todos los días ves a Napoleón metido en el sarcófago de la cámara del Rey en el corazón de la Gran Pirámide. Es una imagen que los muchos lectores de La pirámide inmortal, la popular novela de Javier Sierra que recrea desde la ficción la histórica pernoctación del general durante la conquista de Egipto, han tenido que representarse mentalmente, pero que desde ahora tiene materialización en el espectacular tramo central de la novela gráfica que con el mismo título han creado el guionista Salva Rubio y el dibujante Cesc Dalmases (con el color de Roger Surroca), y que publica Norma Editorial. Es la primera vez que una novela de Sierra se convierte en cómic.
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El escritor y los autores del álbum presentado la obra el martes en Barcelona, en un acto que ha tenido su momento pertinentemente esotérico cuando Sierra hablaba de la ocasión en que él mismo pasó una noche como intruso en la Gran Pirámide, en 1997, y una inesperada ráfaga de aire ha abierto una ventana y ha lanzado a revolotear papeles como ibis o vendas de momias. Ha parecido el preludio a una entrada de las del Imhotep de Arnold Vosloo en The Mummy. “Señales”, ha musitado Sierra.
El cómic, que arranca con Bonaparte (un Bonaparte insólitamente con barba) metido en el sarcófago de Keops y preguntándose cómo es que ha ido a quedarse atrapado solo, “en el vientre del edificio más antiguo de la tierra”, sigue con bastante fidelidad la novela, adaptándose, eso sí, al lenguaje de las viñetas.
Un flash back nos devuelve a Bonaparte a una noche de amor con Josefina y a la visita a un matemático-astrólogo que le habla de renacimiento e inmortalidad y le pone en la pista del conde de Saint-Germain. La historia continúa con la carrera fulgurante del joven militar, la campaña de Egipto y extrañas conspiraciones, mostrándose en paralelo la historia oficial y una historia secreta que involucra a los sabios de Bonaparte, las fuerzas locales, los templarios, los coptos, los masones, los propios dioses del Antiguo Egipto, y una bailarina que en algunas viñetas, envuelta en trasparencias, sugiere la escultural promiscuidad de la Anck-su-namun de Patricia Velásquez, ese mito. En el itinerario no sólo veremos al corso en la pirámide, sino bañándose desnudo en una alberca (con la bailarina) y metamorfoseado en Horus enfrentado a Seth.
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“He disfrutado mucho dibujando”, ha explicado Dalmases, que con Carlos Santamaría adaptaron Victus, de Albert Sánchez Piñol. “Hacer personajes históricos y convertirlos en héroes de cómic siempre es muy interesante, has de usar documentación pero a la vez conseguir que el cómic tenga un estilo propio”. Uno de los retos, ha señalado, ha sido dibujar unos monumentos —la esfinge, las pirámides de Giza o el templo de Lúxor— que no estaban durante la visita de Napoleón como pueden verse hoy. Dalmases ha considerado que el resultado es “mágico” y permite al lector obtener nuevos conocimientos: “Por eso me gusta tanto adaptar novela histórica”. Del hecho de poner a Napoleón con “pelazo” y barba en parte de la historia, el dibujante ha dicho que era una forma de “heroizarlo” como protagonista de una historia de aventuras a lo Indiana Jones. De la cabellera ha señalado que es la del Bonaparte joven, triunfador en el puente de Arcole y pintado por Gros, y de la barba (iconográficamente inédita en el personaje histórico) que, bueno, “en la campaña de Egipto igual no estaba para afeitarse” y en el islam era una señal de hombría.
Viñetas de ‘La pirámide inmortal’.
Sierra ha destacado del álbum una página “lisérgica”, tras tomarse Napoleón una pócima para preparar su iniciación, y el uso de colores no habituales para mostrar inflexiones narrativas. También, el combate de los dioses, resuelto en un espectacular cuerpo a cuerpo entre el halcón y el chacal, y la aparición de cameos como el del padre de Alejandro Dumas, el mulato “general negro” que mandó la caballería de Bonaparte en Egipto. Pero, sobre todo, ha alabado el desplegable central, “como un pop-up de nuestra infancia, imposible de trasponer al mundo digital”, que extiende la peripecia dentro de los pasillos y galerías de la Gran Pirámide y consigue transmitir la sensación física de sobrecogimiento y agobio que provoca estar en las entrañas del monumento. Ha recalcado que el cómic respeta la geografía de la pirámide, aunque el entusiasmo haya llevado a Dalmases a pintar alguna puerta que no existe en realidad.
El proyecto, ha explicado Sierra, nació de una cena con el dibujante Rubén González y el escritor Nacho Ares en la que se planteó por qué no adaptar al cómic alguna de sus novelas. González se puso en contacto con Norma y resultó que el director general de la editorial, Óscar Valiente, era el hermano del compañero de pupitre del bachillerato en Vinaroz de Javier Sierra, Ángel Valiente, con el que el novelista había dibujado tebeos de niño (durante la clase de matemáticas, ha especificado). Tras buscar dibujante y guionista y decidir que La pirámide inmortal era “la más comiquera” de todas sus novelas, el proyecto ha requerido tres años hasta llegar a buen puerto.
De su relación con el cómic, Sierra, que ha confesado que su primer libro, con 14 años, fue cien páginas de viñetas con una historia de ovnis, se ha declarado fan de Astérix, del visir Iznoguz, de Spirou y sobre todo de Blake y Mortimer, de Jacobs, que precisamente tienen la célebre aventura El misterio de la Gran Pirámide. También ha señalado como influencia las historietas de Martin Mystère, el detective de lo imposible, de Alfredo Castelli. Sierra cree que otras novelas suyas podrían verterse bien al cómic, como El ángel perdido y La cena secreta. Tampoco descarta escribir directamente alguna historia para el género.
Espectacular viñeta de ‘La pirámide inmortal’ versión en cómic de la novela de Javier Sierra.
De su propia experiencia en el interior de la Gran Pirámide y si ha ayudado a la adaptación al cómic, ha recordado que fue una aventura “alegal”, pues no se daban permisos pernocta en la pirámide, aunque ha matizado que 1997 eran otros tiempos. Estuvo siete horas dentro, de noche, solo, con la pirámide cerrada. Era periodista entonces y quería escribir un reportaje sobre la estancia de Napoleón. “Lo pasé tan mal, tanto miedo, que no escribí nada, no fue hasta 2001 que hice la primera versión de La pirámide inmortal para exorcizar ese recuerdo desde la ficción. Parafraseando al propio Napoleón a su salida de la pirámide, Sierra ha dicho que lo que pasó dentro “aunque os lo contara, no os lo creerías”. El álbum incluye un epílogo de Sierra en el que explica la peripecia real o ficticia de otros pernoctadores como él y Napoleón.
El dibujante Dalmases ha recordado que él estuvo hace años dentro de la Gran Pirámide (aunque no se quedó a dormir), pero no conserva recuerdos muy claros —su pareja de entonces se quedó con las fotos—. “Recuerdo la fascinación y la opresión en el pasillo, y al salir la sensación de renacer, de salir de un útero”.
Sierra ha dejado abierta la posibilidad de una segunda parte de La pirámide inmortal a partir del hijo que tiene Napoleón en Egipto. “Igual me animo”.
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