“Llevo unas semanas sin ganas de nada, y no puedo ir al instituto por la ansiedad… tampoco quiero hacer actividades, solo tengo ganas de morirme”. Así contaba su historia un adolescente de 14 años a la Fundación Anar, que gestiona líneas telefónicas y un chat de ayuda a menores con problemas, por ejemplo de salud mental, de relaciones o que sufren violencia. En los últimos años, las peticiones de auxilio por ideación o intento de suicidio son cada vez más recurrentes. Se han multiplicado por 12 en el último decenio, al pasar de 298 en 2012 a 3.665 en 2021, según el informe anual, presentado este jueves. La tendencia al alza se remarca aún más si se retrocede hasta 2009, desde entonces se han multiplicado por 18,8.
Cada caso puede implicar varias peticiones: las 3.665 consultas del año pasado las reportaron 2.709 personas, 748 de ellas por intento de suicidio, y el resto, por ideaciones. Aunque la fundación solo detalla la evolución de las peticiones y no del número de personas atendidas, Benjamín Ballesteros, director de programas de la entidad, explica que ambos indicadores van al alza y que el incremento es “enormemente preocupante”. Como también lo es el aumento de problemas de salud mental; los casos que atendieron subieron un 54,6% respecto a 2020. La pandemia, como alertan los psiquiatras desde la irrupción de la covid, ha acarreado graves consecuencias para los niños y adolescentes.
La Fundación Anar recibió el año pasado 251.118 peticiones de ayuda, que pueden formular adultos o niños, todas relacionadas con problemas que involucran a menores. En esas llamadas y mensajes se detectaron 16.442 casos con problemas, la mayor cifra registrada desde 1994, cuando se puso en marcha el teléfono. Aquí se engloban situaciones muy diversas, desde maltrato físico, acoso escolar o abusos hasta problemas de salud mental, como ansiedad o duelo. El principal motivo por el que los niños y adolescentes piden ayuda, y es algo que se repite año a año, es la violencia. Son cuatro de cada diez casos que notifican menores. Tres de cada diez son problemas de salud mental.
Los psicólogos que los atienden se enfrentan a frases como “me siento muy culpable de no poder con mi vida, siento que soy insuficiente”, “siento que ya no puedo más” o “quiero tranquilizarme, pero me cuesta mucho, cuando estoy desesperada entro en un bucle muy feo… por eso os he llamado”. Ballesteros indica que “hay múltiples factores” que explican la subida del número de problemas de salud mental. “La pandemia ha influido muchísimo, no solo por quedarnos en casa, sino por la forma de relacionarnos con los demás, mucho más aislada, tecnológica. Además, han influido las nuevas formas de relacionarse y comunicarse de los adolescentes. Ahora mismo hay un problema de soledad acompañada: el niño está en casa, atendido, con alimentación, pero con su tablet u ordenador; está pero no está. La comunicación que había antes en la familia se está transformando”, prosigue.
En el informe se lee que también impactan la falta de referentes emocionales, la mayor exposición a la violencia a través de la tecnología y otros asuntos graves como el coronavirus, que “generan problemas psicológicos, sociales y económicos que aumentan la frustración, la desmotivación, la incertidumbre, el malestar y, en ocasiones, su desesperanza”. Todo ello incide en que se empleen “mecanismos de autorregulación perjudiciales para su salud, como ideas e intentos de suicidio, autolesiones, trastornos de alimentación, etcétera.” Estos últimos aumentaron un 155% en 2020; los casos de ansiedad lo hicieron un 26%; los que presentaban síntomas depresivos y de tristeza, un 31,5%.
12 casos de autolesiones o ideaciones suicidas al día
Dentro de los problemas de salud mental, el incremento que más ha alarmado a la fundación es el de ideaciones e intentos suicidas y autolesiones. Las peticiones por estas últimas se han multiplicado por 56,1 desde 2009, cuando hubo 57 consultas. En 2021 fueron 3.200 (más del doble que en 2020), reportadas por 1.833 personas. Si se unen los casos de ideación e intento de suicidio a los de autolesiones, suman 4.542 menores. Es decir, una media de 21 consultas y 12 menores atendidos cada día.
“No tenemos certezas que expliquen el aumento en los últimos años, pero sí hipótesis. Una, el uso de la tecnología, hay foros y chats donde los menores se explican procedimientos y se justifica la ideación suicida, algo que produce un efecto llamada. Llevamos alertando de ello desde 2015, cuando vimos el primer repunte grande”, sostiene Diana Díaz, coordinadora de las líneas de ayuda de la fundación. “Incluso hay series de televisión que han justificado estas conductas”, menciona. Muchas veces, detrás hay “situaciones de muy diversa índole, como el acoso escolar, abuso sexual, maltrato físico, problemas de autoimagen”, se lee en el informe. Es decir, que es muy común que relaten primero otros problemas y, finalmente, acaben contando sus ideaciones suicidas. El director de programas añade que, además del impacto de la tecnología, también han influido la pandemia y todos los cambios sociales que ha conllevado. Además de que los niños que sufren violencia, por ejemplo, tienen menos recursos en los que refugiarse, menos “referentes emocionales”.
Siete de cada diez menores que se ponen en contacto con Anar, por cualquier causa, son chicas. La mayoría tienen de 14 años en adelante. La fundación alerta de que en más de la mitad de los casos que atendieron, los problemas que sufren los niños y adolescentes persisten desde hace más de un año y la frecuencia con la que los padecen es diaria. En el 46% de las ocasiones la urgencia es alta. De hecho, el año pasado pusieron en marcha 4.283 intervenciones de emergencia, porque había un niño en riesgo o desamparo, es decir, que tuvieron que activar a las fuerzas de seguridad, a los servicios de emergencia o a servicios sociales.
Los casos de violencia aumentaron un 37% respecto a los registrados en 2020 (de 6.259 a 8.565 el año pasado). La forma más predominante es el maltrato físico y psicológico (3.977). “Hace falta desplegar la ley de protección de la infancia, especialmente en lo que respecta a prevención”, recalca el director de programas. En el informe se lee: “No solo es preocupante el aumento de casos, sino también la gravedad, urgencia, duración y frecuencia de los mismos”. Los casos de violencia de género también han aumentado, se han multiplicado por 10 en los últimos 10 años, según el documento. En 2021 se registraron 3.440, bien porque vivían en entornos de violencia o porque las adolescentes la experimentaban en sus primeras relaciones. Estas últimas sumaban 401, explica Ballesteros, y de ellas, el 44% no se reconocían como víctimas cuando se pusieron en contacto con la fundación.
¿Influye que la sociedad hable ahora más de los problemas que atañen a los menores para que un mayor número de casos afloren? El director de programas de Anar afirma que le “encantaría poder decir que sí”. Hay problemas “como el acoso escolar o los abusos sexuales” en los que ha ocurrido, dice Ballesteros. Así se señala en el informe respecto a los abusos: la entidad atribuye a una mayor presencia en medios y al documento que la fundación publicó en febrero de 2021 que los casos atendidos pasaran de 717 en 2020 a 1.297 en 2021 (en la mayoría, los agresores son familiares o personas cercanas a la familia, pero un 10% de los casos son agresiones en grupo). “Así salen a la luz casos que estaban ocultos. ¿Pero y las demás problemáticas? Nadie habla de maltrato físico, psicológico, abandono… Es cierto que cuanto más se conocen los recursos, más probabilidad hay de recibir peticiones de ayuda. Pero sabemos que los que conocemos ahora no son más que la punta del iceberg”.
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