Si una vacuna evita que alguien sufra covid grave a pesar de estar infectado, ¿por qué no se puede lograr lo mismo con el cáncer, esa pandemia que mata a 10 millones de personas al año? El oncólogo Eduardo Vilar-Sánchez lleva 10 años persiguiendo ese tipo de inmunizaciones. En pocos meses pondrá a prueba en pacientes su prototipo más prometedor.
Vilar-Sánchez trabaja en el Centro de Cáncer MD Anderson de Houston (EE UU). El nombre de su departamento sería sorprendente en cualquier hospital español: prevención clínica del cáncer. Su objetivo es frenar los tumores antes de que aparezcan.
Este madrileño de 42 años está acostumbrado a ver el cáncer a cámara rápida. Después de doctorarse en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona se fue a EE UU a estudiar enfermedades raras causadas por mutaciones genéticas que se heredan de generación en generación en la misma familia. Entre sus pacientes hay personas con síndrome de Lynch que tienen un 85% de probabilidades de sufrir cáncer de colon a lo largo de su vida; 17 veces más que la población general. El médico también trata a personas afectadas por poliposis adenomatosa familiar, quienes tienen un 100% de probabilidades de padecer ese mismo tumor antes de cumplir los 30 años. La esperanza de este médico es que la vacuna que está desarrollando para la primera enfermedad pueda también ayudar a la población general.
En esta entrevista, el oncólogo —que recientemente participó en un simposio de la Asociación Española de Genética Humana— transmite esperanza sobre la posibilidad de estas vacunas; pero “sin vender humo”.
Pregunta. La ciencia lleva décadas buscando vacunas contra el cáncer, ¿por qué no se ha conseguido ninguna?
Respuesta. Hay que recalcar que sí tenemos vacunas contra el cáncer inducido por virus, como la del papiloma humano o la de la hepatitis C. Es mucho más fácil en estos casos porque el virus es un ente ajeno. En cambio, las células del cáncer vienen de nosotros mismos. Se parecen más a nuestras propias células que a cualquier otra cosa. Para conseguir una vacuna buscamos una proteína que esté expresada en esas células tumorales, pero tenemos que estar muy seguros de que no está en ningún otro órgano porque podemos provocar una reacción autoinmune mortal.
P. Si es tan complicado, ¿por qué se sigue intentando?
R. Para buscar estas vacunas hay que hacer análisis masivos de proteínas. Esto no era posible hasta hace unos pocos años. Antes estudiábamos gen a gen, proteína a proteína. Ahora, con las técnicas de secuenciación genómica masiva podemos ver todo a la vez y buscar esas proteínas aberrantes exclusivas del tumor. Aun así el cáncer tiene mil caras, un cáncer de colon tiene muy poco que ver con uno de cerebro o de vejiga. Encontrar una vacuna genérica para intentar interceptar todos los cánceres es muy, muy complicado.
P. ¿Cuál es la aproximación de su vacuna?
R. Cuando nuestras células se replican de forma natural para tener hijas generan una nueva cadena de ADN copiada de la célula originaria. En este proceso se cometen errores de copia, pero hay sistemas que los corrigen con una gran eficiencia. Los pacientes con síndrome de Lynch tienen desactivado un sistema de reparación del ADN conocido como Mismatch. En estos pacientes muchos errores se quedan ahí. Al final acumulan una serie de mutaciones que producen un péptido aberrante, una molécula que no existe en tejidos normales. Esto nos da una oportunidad para desarrollar una vacuna.
P. ¿Cómo?
R. Buscamos los péptidos compartidos por la mayoría de pacientes; gente que ha tenido tumores de colon, endometrio, estómago o vías urinarias. Este verano vamos a empezar la primera fase de ensayos con unos 45 pacientes junto a la empresa que ha desarrollado la vacuna, Nouscom. En total contiene 209 péptidos aberrantes.
P. Si se demuestra efectiva, ¿esta inmunización podría servir también para la población general?
R. Ojo, la prevalencia de síndrome de Lynch es considerable: solo en EE UU hay un millón de pacientes. Es una enfermedad rara, pero a nivel mundial el número de enfermos es relevante. Pero sí, a nivel general el 15% de la gente con cáncer de colon también tiene dañado este sistema de reparación de ADN. Podría ser extrapolable a todos ellos. En endometrio es el 20%. En vejiga y estómago, el 5%. Potencialmente, esto puede beneficiar a muchos pacientes que no tienen la enfermedad hereditaria.
P. ¿Y esta vacuna es capaz de prevenir el cáncer antes de que aparezca?
R. El cáncer de colon se desarrolla a partir de un pólipo, que es una acumulación de células premalignas. En ocasiones el sistema inmune los identifica y los elimina. En otras no lo hace, pero la lesión no se transforma en un tumor. La clave es buscar las proteínas aberrantes de los pólipos que sí dan lugar a tumores, inmunizar con ellas y lograr que o bien el sistema inmune congele el crecimiento de esa lesión o que la respuesta sea tan intensa que la elimine.
P. Usted dirige un proyecto para definir qué es el precáncer. ¿En qué consiste?
R. Ahora mismo ya conocemos las mutaciones que hay en los diferentes tumores gracias a proyectos como el Atlas del Genoma del Cáncer. Nos queda saber qué mutaciones hay en una lesión premaligna, en un pólipo, por ejemplo. A lo mejor es ahí donde está la respuesta para frenar el desarrollo de un tumor usando vacunas o compuestos químicos. En EE UU, el Instituto Nacional del Cáncer está haciendo algo muy similar en tumores de vías respiratorias y sistema digestivo. El futuro de curar el cáncer está en la prevención. Con los tratamientos actuales ya estamos aumentando mucho la supervivencia y la calidad de vida. Hay tumores que gracias a la inmunoterapia se tratan muy bien, pero la realidad es que la curación solo vendrá por la prevención con vacunas o drogas. El atlas de precáncer es un paso previo para conseguirlo.
P. ¿Cree que habrá algún día vacunas preventivas contra el cáncer?
R. Yo creo que las tendremos y las vamos a ver llegar. Quiero ser optimista, pero sin vender humo. Se está avanzando mucho y muy rápido. Serán vacunas muy específicas para cada tumor. Además, ahora mismo con la explosión de la vacunología que ha habido con el covid hay muchos más recursos. En los próximos 5 o 10 años va a haber un avance tremendo.
P. Usted es especialista en cáncer de colon. ¿Cómo se explica el aumento de casos entre jóvenes?
R. Hay mucho interés en esto. El problema es que las estrategias de cribado ayudan a detectar muy bien el cáncer de colon clásico, por así decirlo, el que conocemos mejor y que aparece en edades más avanzadas. Ahora están creciendo mucho los casos en edades tempranas. En nuestro hospital tenemos un proyecto para entender las características moleculares de los tumores en jóvenes. Por ahora no vemos rasgos claros a nivel molecular. Creo que en realidad este repunte se explica por nuestro estilo de vida. Cómo nos alimentamos, cómo se generan los alimentos en las economías occidentales y por el sedentarismo.
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