Después de una final, llega el día después. La alegría y la tristeza. También el cansancio. Fueron 150.000 los seguidores, entre los del Eintracht Frankfurt (50.000) y los del Rangers (100.000), que se dieron cita en Sevilla para presenciar el miércoles la final de la Europa League. Y, salvo algún incidente aislado, ambas aficiones protagonizaron una fiesta del fútbol. Como esos hinchas de uno y otro equipo que viajaron desde Sevilla a Madrid en el mismo tren. En el mismo vagón. Cada uno analizando el partido. Con el máximo respeto entre los que ganaron y los que perdieron.
La Europa League fue, tras su triunfo por penaltis, para el Eintracht Frankfurt y el único consuelo para los aficionados del Rangers es que el sábado tienen otra final: la de la Copa de Escocia contra el Hearts. Puede ser la 34ª de la historia de dicho equipo de Glasgow. El fútbol no cesa. Como la vida.
El Eintrach Frankfurt acabó con 42 años esperando un título europeo y participará por primera vez en la Champions. Kevin Trapp fue su héroe al pararle un penalti a Aaron Ramsey en la tanda. “Es un sueño”, manifestó el exguardameta del PSG. La pesadilla del Rangers.
Muchos seguidores emprendieron la vuelta a casa al acabar el encuentro o en las horas siguientes. Pero miles de aficionados escoceses y alemanes seguían paseando este jueves por los lugares más emblemáticos de Sevilla. Coincidieron viendo flamenco en la Plaza España. Como habían coincidido allí mismo en el UEFA Fans Festival de Just Eat, calentando motores para la final.