La derrota forma parte de este juego. Esta aseveración es una realidad como un templo. Dolorosa pero de necesaria asimilación para crecer. Y esta vez, le tocó sufrirla tanto a Frenkie De Jong como a Matthijs De Ligt, que como acostumbra a pasar en cuanto a los mejores del equipo que pierde, poco más pudieron hacer para evitar que el desenlace fuese el que fue.
De Jong, que apenas 24 horas antes vio como el Barça al que se unirá en unos meses caía con estrépito en Anfield, se las prometía muy felices en cuanto a despedirse del Ajax disputando una final de Champions que a principio de temporada se antojaba una utopía para el conjunto holandés. Todo estaba preparado para ello tras el 0-1 de la ida, y Frenkie ejerció con acierto su papel de pintor-barrendero. Con el pincel en ataque y la escoba en defensa para no dejar ningún cabo suelto. Pero no bastó.
Sus números hablan por sí solos. 90% de acierto en el pase (el porcentaje más alto del Ajax), un total de 4 despejes, y 5 de 5 en entradas ganadas para mantener hasta el final la confianza en que la proeza de alcanzar la final podía convertirse en una realidad. Pero no fue suficiente.
En cuanto a De Ligt, defensa de 19 años según su DNI que sobre el verde aparenta la veteranía de uno de 35, justificó una vez más que media Europa (incluyendo el Barça) ande suspirando por asegurarse sus servicios. Mattihjs estuvo soberbio. En el minuto 5 marcó el 1-0 de cabeza superando a todas las torres habidas y por haber en área rival, estuvo atento para corregir y enmendar errores de sus compañeros y superó a Llorente en la mayoría de pugnas aéreas. Pero al igual que sucedió con lo que aportó Frenkie De Jong, no fue suficiente para llegar a la final de la Champions. Sin embargo, tanto uno como él jugarán más de una a lo largo de su carrera. Que no les quepa ninguna duda.
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