Puertos bloqueados, actividad congelada y precios por las nubes: la guerra provoca la mayor crisis económica que recuerda Ucrania

Puertos bloqueados, actividad congelada y precios por las nubes: la guerra provoca la mayor crisis económica que recuerda Ucrania

Sábado noche en una céntrica plaza de Odesa. Las alarmas antiaéreas atruenan, pero nadie parece prestarles demasiada atención. Dos jóvenes amigos charlan en una terraza rellenando sus tazas de té con cerveza que sacan de vez en cuando de una botella escondida: pese a la prohibición de servir alcohol pasadas las ocho de la tarde, siempre hay formas para saltarse las normas.

Ambos son marinos mercantes, un sector que aportaba muchas divisas a Ucrania, pero que desde el estallido de la guerra ha quedado paralizado. Al trabajar con flotas extranjeras, para embarcarse tienen que viajar fuera del país. Y la ley marcial declarada tras el 24 de febrero prohíbe salir a los hombres de 18 a 60 años. Mientras no encuentra otra cosa, Yevgenii trabaja como camarero. De repente suena el teléfono de Víktor. Su madre le cuenta que ha encontrado una forma para escapar del país por 6.500 dólares. Él no tiene claro qué hacer. “Sé que es ilegal y que si me pillan me castigarán muy seriamente. Pero solo así podría ganar dinero y contribuir con mis impuestos a financiar la guerra”, reflexiona.

Yevgenii lo tiene más difícil: él tenía menos ahorros porque llevaba menos tiempo trabajando y además en casa tiene que echar una mano con los gastos. “Por eso tuve que coger el primer trabajo que encontré, aunque no tuviera nada que ver con lo que he estudiado. No me quedaba otra opción”, cuenta.

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Al igual que Víktor y Yevgenii, la inmensa mayoría de ucranios han visto trastocadas sus economías domésticas desde que el Kremlin inició la invasión. La atención internacional se centra en las batallas del este y sur del país, en los ataques rusos a objetivos civiles o en los millones de ciudadanos que han tenido que abandonar sus hogares. Pero los que se han quedado en casa observan sin capacidad de reacción cómo la economía está en caída libre. Se trata de un desplome tan abrupto que, según el economista Oleksii Kusch, no tiene parangón en la historia de Ucrania. “Nunca habíamos visto algo así. Este año, el Producto Interior Bruto puede quedarse en torno a la mitad que en 2021″, asegura.

No es un pronóstico demasiado pesimista. El ministro de Finanzas ucranio, Serhii Marchenko, dijo en mayo que anticipaba una contracción del PIB del 45%. El banco de inversión Morgan Stanley cree que la caída puede llegar al 60% si se cumple el peor de los escenarios: que no haya una resolución del conflicto a corto plazo y que Ucrania continúe perdiendo territorio. Por ahora, no hay nada ni en el campo de batalla ni en la por ahora inexistente mesa de negociaciones que indique una solución cercana. “La gente de Ucrania está pagando un enorme precio que aún no podemos estimar”, aseguró el ministro Marchenko el mes pasado en una reunión del Banco Europeo para la Reconstrucción y Desarrollo.

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SuscríbeteLa inflación en el 21% golpea a las clases populares

La tormenta es multifactorial. La actividad cae a plomo mientras los precios se disparan. La agencia estadística oficial anunció el pasado viernes que la inflación alcanzó en junio el 21,5%, impulsado sobre todo por los costes de la energía y los productos agrícolas, retenidos por Rusia. Los altos precios lastran la economía en general, pero perjudican sobre todo a las clases más desfavorecidas. “El consumidor promedio destina un 50% de sus gastos a la cesta básica, con productos como aceite de girasol, verduras y frutas que antes llegaban de la zona de Jersón, ahora en manos rusas. Y, al tener que importarlos, sus precios se han disparado”, añade Kusch, economista y analista financiero.

“La inflación se debe tanto a tendencias globales, como a los altos precios energéticos, y a factores internos, en su mayoría relacionados con la guerra, como la ruptura de las cadenas de suministro, la destrucción de activos de las compañías, mayores costes de producción y una mayor demanda por parte de los hogares por la insuficiente oferta”, explicaba el mes pasado en una nota el Banco Central de Ucrania. Para combatir la inflación, este organismo ha tenido que subir los tipos de interés al 25%.

Serguéi Yacubovkii, jefe de Economía Internacional en la Universidad de Odesa, asegura tajante que Ucrania dejó de ser un Estado independiente el pasado 24 de febrero, el primer día de la invasión rusa. “Los ingresos públicos están ahora en torno al 25% que antes de la guerra. Necesitamos cada mes 5.000 millones de dólares de ayuda externa, entre otras cosas para pagar los intereses de la deuda y comprar armas”, asegura desde un café de esta ciudad emblemática del mar Negro que ahora sufre especialmente el golpe económico. El Estado cubre por ahora estas necesidades con la ayuda internacional y con una emisión especial de deuda ligada al esfuerzo bélico.

Los cinco puertos de la provincia de Odesa están bloqueados, inmovilizando así unos 20 millones de toneladas de cereal que Ucrania solía vender a Asia y África. Los silos que se divisan desde distintos puntos de la ciudad acumulan un grano que por ahora no tiene destinatario, hundiendo la economía del país y condenando a buena parte del mundo a una importante crisis alimentaria.

El profesor de Economía pone cifras para explicar la importancia de las exportaciones de cereal para la economía del país: Ucrania solo consume el 20% de lo que produce, así que el 80% restante corre riesgo de desperdiciarse, provocando un efecto en cadena en las muchas empresas que dependen del sector agrícola. “La clave es el comercio internacional. Mientras los puertos sigan bloqueados, Ucrania seguirá dependiendo de la financiación internacional. Además, el sector energético también está parado. Rusia ha destruido nuestras refinerías, por lo que tenemos que comprar la gasolina fuera mucho más cara”, continúa Yacubovkii.

Pero hay más. La guerra ha destrozado algunas de las zonas industriales más importantes del país. Y las fuerzas de Moscú controlan centros de producción como Mariupol, con mucho peso en el sector siderúrgico, o las localidades orientales de Severodonestks y Lisichansk, muy fuertes en el sector químico. Además, la destrucción de infraestructuras como puentes, carreteras, aeropuertos y vías férreas, lastrará las posibilidades futuras de crecimiento. Esta guerra ha arruinado por completo el modelo industrial ucranio heredado de la época soviética.

El economista Kusch recuerda que la ley marcial aprobada por el Gobierno tras el inicio de la guerra impide publicar todos los datos estadísticos que muestran la gravedad del problema. Pese a eso, calcula que un 40% de la población ha perdido su empleo desde la invasión rusa. Del 60% restante, algo menos de la mitad habría sufrido reducciones salariales o de jornada. Y tan solo en torno al 10% no se habría visto afectado por el conflicto. A esto hay que añadir los 10 millones de desplazados que ha dejado el conflicto, cinco de ellos fuera de Ucrania y otros cinco desplazados dentro del país. Los expertos insisten en el daño que ocasionará a la economía la pérdida de trabajadores que o bien se han ido a la guerra —hombres, en su mayoría— o han abandonado el país —sobre todo mujeres—.

“Antes de la guerra, un 30% de la población vivía al límite de la pobreza. En los últimos años, desde la anexión de Crimea y el conflicto en Donbás de 2014, estas cifras habían mejorado. Pero ahora el porcentaje de personas en riesgo de pobreza podría rondar el 70% u 80%”, afirma este analista financiero. “Nuestro modelo básico económico está destruido”, añade. Y apuesta por una reformulación completa del patrón de crecimiento cuando todo esto haya pasado.

Kusch reclama a Occidente abrir sus mercados a los productos ucranios. “Debemos reformatear nuestras exportaciones. No apostar por la cantidad, sino aportar más valor añadido. También habría que introducir medidas proteccionistas para restablecer nuestro potencial industrial y liberalizar el sector de las pymes”, concluye como receta para salir del hoyo en el que la economía ucrania puede quedarse estancada mucho tiempo.

Ucrania desveló la semana pasada un ambicioso plan de reconstrucción del país por valor de 750.000 millones de dólares (unos 720.000 millones de euros). Abierto a la participación de todo tipo de países e instituciones internacionales, su principal fuente de financiación deberían ser los activos confiscados a Rusia y los oligarcas sancionados, según reclamaron las autoridades ucranias. Pero esto es por ahora tan solo un plan. Nadie sabe quién pondrá el dinero para la reconstrucción.

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