El líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer, habla sobre la Ley de Reducción de la Inflación frente al Capitolio de los Estados Unidos el 4 de agosto en Washington.Drew Angerer (AFP)
Si la senadora Kyrsten Sinema lo permite, los demócratas parecen estar a punto de aprobar la Ley de Reducción de la Inflación, un proyecto de ley que probablemente reduciría la inflación, pero que es principalmente un esfuerzo más que necesario para limitar el cambio climático. Los republicanos, como es natural, están atacando esta legislación. Pero cuando me fijo en la esencia de esos ataques, tal como son, no puedo evitar sentirme más contento de lo que me he sentido en meses.
Para empezar, el debate sobre la propuesta parece un retorno a una época más inocente, cuando los republicanos intentaban defender su postura con afirmaciones deshonestas sobre la política económica, y no con teorías conspirativas demenciales e intentos de derrocar la democracia. Por otra parte, la crítica republicana al proyecto de ley es muy débil. Y eso es un buen augurio para el nuevo planteamiento demócrata sobre la política climática, que se basa en la zanahoria más que en el palo, en los incentivos para hacer lo que se debe hacer y no en las sanciones por haber hecho lo que no se debe hacer. Ya estamos viendo lo difícil que es para los republicanos atacar este enfoque, y será todavía más difícil cuando la opinión pública empiece a ver los beneficios de las inversiones medioambientales.
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Veamos las críticas. La ley prevé un gasto de 369.000 millones de dólares en materia de clima, principalmente en subvenciones fiscales para familias y empresas que adopten tecnologías de energía limpia, mejoren la eficiencia energética y otras cosas por el estilo. También se invertirían 64.000 millones de dólares en ampliar los subsidios que ayudan a que los seguros de salud sigan siendo asequibles. Este nuevo gasto se pagaría en su totalidad, y sobraría, principalmente mediante la lucha contra la evasión y el fraude fiscal. La mayor fuente de ingresos será un nuevo impuesto mínimo para las grandes empresas. La legislación también dotaría al muy infradotado Servicio de Impuestos Internos (IRS por sus siglas en inglés) de más recursos para perseguir a los defraudadores fiscales. Y trataría de ahorrar dinero a Medicare, dándole al programa el poder de negociar los precios de los medicamentos.
¿Cómo pueden los republicanos atacar un proyecto de ley así? No pueden defender abiertamente los intereses de los evasores y defraudadores fiscales, aunque sus esfuerzos a largo plazo por privar al IRS de recursos demuestran que en la práctica están a favor de los que hacen trampas con los impuestos. Lo que han hecho, en cambio, es afirmar —citando una estimación del Comité Conjunto de Impuestos del Congreso (JCT por sus siglas en inglés), que no tiene ningún sesgo partidista— que la legislación elevaría los impuestos a la clase media y que esto contraviene una de las promesas de campaña de Joe Biden.
Se trata de una afirmación falsa, en varios niveles. En primer lugar, la ley no aumentaría los impuestos sobre la renta personal de nadie. Punto. Simplemente no lo haría. Lo que el JCT proyecta más bien son “efectos distributivos”, un intento de calcular la carga indirecta para las familias resultante de otros impuestos, que en este caso significa en esencia el posible efecto que tendría sobre los salarios el exigir a las grandes empresas que paguen una cantidad mínima de impuestos. Calcular estos efectos es útil, pero ¿suponen una “subida de impuestos” para los trabajadores? Casi cualquier política gubernamental tendrá un efecto adverso en los ingresos de alguien, en algún lugar; ¿pero es todo lo que hace el Gobierno una subida de impuestos?
Es más, si vamos a considerar el efecto indirecto sobre los ingresos de las familias de una legislación que no afecta directamente a sus impuestos, ¿por qué no considerar toda la ley y no solo una parte? La tabla del JCT señala que excluye el impacto de varias partes importantes del proyecto de ley que ayudarían a las familias, en formas que van desde la reducción de los costes de los medicamentos y el aumento de los subsidios a los seguros de salud hasta los incentivos a la energía limpia. Si se suma todo esto, es prácticamente seguro que la clase media saldrá ganando.
Otro aspecto en el que no he visto que se haga hincapié es que el proyecto de ley probablemente reduciría la contaminación atmosférica en general, no solo las emisiones de gases de efecto invernadero, lo cual tendría importantes beneficios para la salud, y monetarios también. Pero esperen, hay más. El JCT parte de la base de que una fracción importante de los ingresos que se obtendrían al gravar a las empresas acabaría saliendo de los salarios. Se trata de un tema de intenso debate académico, pero hay buenas razones para pensar que, cuando se combate la evasión fiscal, el efecto sobre los salarios es realmente mínimo.
Por último, pese a todas las formas en que el análisis del JCT inclina la balanza en contra de la Ley de Reducción de la Inflación, el supuesto aumento de los impuestos de la clase media es minúsculo. Por ejemplo, según el JCT, el tipo impositivo federal para las familias que ganan entre 50.000 y 75.000 dólares al año pasaría del 13% al… 13,1%. Así pues, el ataque republicano a esta propuesta es, en una palabra, patético. La única forma de que cobre impulso es que los medios opten por resaltar “los dos lados” y no informen a los consumidores de noticias de que las afirmaciones de los republicanos sobre el proyecto de ley son, de hecho, falsas. Lamentablemente, esta es una posibilidad real. Toda noticia que diga que “los republicanos afirman que el proyecto de ley aumentará los impuestos de la clase media” y que no señale que esa afirmación es falsa está traicionando el interés público.
Sin embargo, dejando a un lado la desinformación, el ataque de la derecha a la nueva política climática de los demócratas es, como he dicho, débil, y eso es algo que da gusto ver. Aunque la Ley de Reducción de la Inflación es grande en sí misma, muchos esperamos que sea solo el anticipo de un esfuerzo aún mayor por salvar el planeta. Y si esto es lo mejor que pueden hacer los enemigos del planeta, es un muy buen augurio.
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