Las palabras surrealista o esperpento se quedan cortas para definir lo que este jueves ha vivido el espanyolismo. El club catalán apuró el plazo para inscribir los fichajes hasta la medianoche, manteniendo en vilo a una afición desbordada hasta el último suspiro de una jornada de infarto que acabó en decepción.
Raúl de Tomás estuvo a punto de fichar por el Rayo Vallecano en el límite, sobre la campana, y aunque se llegó a un acuerdo para su cesión al club de Vallecas, la documentación no llegó a tiempo a la sede de LaLiga al haberse sobrepasado el límite de la medianoche.
Al parecer, los papeles no llegaron en el plazo estipulado ni cumplían con los requisitos exigidos, por lo que la operación no pudo concretarse. Así las cosas se frustró in extremis su pase al Rayo y RDT deberá seguir vistiendo de blanquiazul, una ‘patata caliente’ mayúscula, pues el pichichi ya ha demostrado que no quería seguir jugando en el RCDE Stadium. Y se deberá ve cómo encaja en los planes de Diego Martínez.
Ni un central, ni un extremo
Además, el hecho de que la posible marcha de De Tomás se alargara más allá del límite horario de la ventana estival, provocó que el Espanyol ya no tuviera tiempo efectivo para poder atar alguno de los refuerzos que tenía apalabrados a falta de concretar la marcha del pichichi. Descartado el extremo Luis Rioja al no rebajar las pretensiones económicas el Alavés (4 millones), el Espanyol focalizó todos sus esfuerzos en la contratación de un central. Se habló de Víctor Laguardia (Alavés) y de Kouyaté (Metz), pero al final nadie llegó ya que el culebrón RDT provocó que el Espanyol ya no tuviera margen de maniobra para contratar.
Braithwaite, la única alegría del día
Así las cosas, la esperpéntica última jornada del mercado se cerró con un solo fichaje, el del ex azulgrana Martin Braithwaite que firma por tres temporadas. Se convirtió en el noveno y último fichaje del Espanyol en un mercado estival para el olvido, decepcionante.