El dúo Valanciunas-Sabonis, escollo de altura en el camino hacia los cuartos

El dúo Valanciunas-Sabonis, escollo de altura en el camino hacia los cuartos

La temible dupla interior que conforman Jonas Valanciunas y Domantas Sabonis en Lituania amenazará este sábado (20:45 horas) el juego coral de la selección española en su senda hacia los cuartos de final del Eurobasket, un cruce temible ante un rival que ha trazado una trayectoria ascendente en la fase de grupos.

Pese a afrontar una etapa de transición sin jugadores diferenciales en la plantilla, la campeona del mundo demostró, tras hacerse con el liderato del Grupo A con un balance de cuatro victorias en cinco partidos, que en el baloncesto FIBA la solidez del colectivo todavía puede suplir la ausencia de talento.

A España le tocará ahora refrendar dicha teoría en los octavos de final. Lituania será el primer muro que la selección deberá derribar en la fase final que se celebrará a partir de este sábado en Berlín.

Españoles y bálticos son viejos conocidos del baloncesto continental. En Berlín, se vivirá la reedición de las finales del 2003, que ganó Lituania, y del 2015, que coronó a la selección nacional.

Enfrente los pupilos de Sergio Scariolo se medirán al cuarto clasificado del Grupo B, el más exigente de la primera fase. “Da un poco de risa que Lituania sea cuarta de grupo”, ironizaba el técnico italiano tras la victoria conseguida contra Turquía (69-72) con la que su equipo selló la primera plaza del Grupo A.

Y no le falta razón si se tienen en cuenta los últimos precedentes entre ambas selecciones. En la preparación, España y Lituania se enfrentaron en dos ocasiones y en ambas se impusieron los bálticos, en Gran Canaria por 77-82 y en Vilnius 78-77.

En la fase de grupos, el equipo lituano ha ido de menos a más. Pese a las tres derrotas cosechadas contra Eslovenia (92-85), Francia (73-77) y Alemania (107-109), el conjunto entrenado por Kazys Maksvytis compitió hasta el final ante los tres primeros clasificados del denominado ‘grupo de la muerte’ y firmó el pase a los octavos con dos triunfos plácidos contra Hungría (64-87) y Bosnia y Herzegovina (87-70).

Un equipo físico en el que destacan los interiores Jonas Valanciunas (New Orleans Pelicans) y Domantas Sabonis (Sacramento Kings). El primero, un pívot de 2,11 metros de los de antes, ha firmado 18,4 puntos y ha capturado 11,4 rebotes en los partidos de la primera fase, mientras que el hijo de Arvydas Sabonis también acapara buena parte de los focos en la pintura con 12 puntos y 7 rebotes de media.

A las dos estrellas lituanas se suman complementos exteriores de nivel como el alero del Panathinaikos Marius Grigonis (15,8 puntos), el escolta Ignas Brazdeikis (9,4 puntos) y el base del Barça Rokas Jokubaitis.

Todos ellos conforman una primera unidad muy competitiva que contrasta con una segunda línea de jugadores algo más terrenal, una circunstancia que el bloque granítico de la selección española debe aprovechar.

Porque más allá de nombres propios como Willy Hernángómez, referencia ofensiva de la selección con una media de 15,4 puntos, y Lorenzo Brown, faro en la dirección, el termómetro de España lo marcará la defensa en la pintura y el rebote.

En la primera fase, la campeona del mundo se ha erigido en una de las mejores defensas del campeonato. En los primeros cinco partidos ha encajado una media de 73,6 puntos.

Además, el equipo de Scariolo se ha erigido en el cuarto mejor reboteador del campeonato (39 capturas por partido), siendo la selección que más rechaces ofensivos apresa.

Para el partido contra los bálticos, Scariolo está a la espera de saber si podrá recuperar la experiencia de Rudy Fernández, que se perdió el duelo contra Turquía por un golpe en la pierna derecha. El jugador del Real Madrid completó el entrenamiento de este jueves, aunque a menor ritmo que sus compañeros.

De ganar al conjunto báltico, España se enfrentaría en los cuartos de final al ganador del Finlandia-Croacia que se disputará el domingo. Primero, deberá derribar el poderío interior de Valanciunas y Sabonis, un hueso duro para la Roja, que encadena seis Europeos consecutivos colgándose un metal. 




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