Este fin de semana se estrena en la cartelera La vida padre, la nueva comedia en la que Karra Elejalde es un padre que regresa para recuperar la relación con su hijo, después de estar desaparecido por 30 años. En el cine existen muchas películas sobre la paternidad, ya que este es un tema bastante recurrente y aprovechando la llegada a la cartelera de la cinta de Joaquín Mazón, vamos a repasar algunas de los mejores largometrajes donde la relación padre/hijo es esencial en la trama:
‘Matar a un ruiseñor’
Parece remotamente imposible elaborar una lista sobre películas de la paternidad, sin incluir a Matar a un ruiseñor. Entre otras cosas, porque con casi unanimidad, Atticus Finch es el mejor padre de la historia del celuloide. Por si todos estos piropos fuesen pocos, la adaptación de la novela homónima de Harper Lee está considerada además como una de las historias a las que mejor les ha sentado el paso de los años.
‘De óxido y hueso’
El drama de Jacques Audiard es una dura historia protagonizada por Matthias Schoenaerts y Marion Cotillard. De la noche a la mañana Alí (Schoenaerts) debe cuidar de su hijo de cinco años Sam, al que casi no conoce. Ambos intentan salir hacia delante, mientras este padre intenta abrir su duro corazón de hielo.
‘Big Fish’
William Bloom (Billy Crudup) regresa al hogar familiar cuando se entera que su padre (Albert Finney) tiene una enfermedad terminal. No tienen una gran relación, pero cuando sus fantasiosas historias salen a flote, lejos de separarlos más, permiten conocer al hombre detrás de los cientos de aventuras con moraleja.
‘Camino a la perdición’
Este relato de cine negro y mafia se ubica cronológicamente en los años 30 de la Gran Depresión. Es, en cierta medida, una trama de varias relaciones paterno/filiales. La que tienen Michael Sullivan y el señor Rooney, la de este con su propio y celoso hijo (interpretado por Daniel Craig) y la de Tom Hanks con su único hijo vivo. La historia está basada en el cómic homónimo escrito por Max Allan Collins. Estrenada en 2002, demostró ser la viva prueba de que Sam Mendes podía manejarse en el género cinematográfico que le diese la gana
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