Normalmente son los chavales quienes paran a las estrellas para pedirles unas palabras y, sobre todo, una foto. El caso de Victor Wembanyama, el talento más esperado en la NBA desde LeBron James, es una excepción. Cuando tenía 14 años, Nico Batum, jugador de Los Angeles Clippers, se topó con él durante un entrenamiento de la selección francesa en París. “Un momento, déjame ver a este chico jugar”, pensó antes de retirarse a los vestuarios. Desde entonces, no ha dejado de repetir su nombre a todos sus compañeros, amigos y otros agentes interesados. Hasta este martes, pocos le hacían caso. Si lo hizo Tony Parker, que le reclutó para el ASVEL Villeurbane después de charlar con su excompañero en el equipo nacional. “Ahora todos me escuchan”, bromeaba el veterano alero de 33 años en conversación con Andscape.
Y hoy, todavía más aún. En su primer partido en Estados Unidos, una exhibición entre los Metropolitans 92 de la LNB A Pro y los Ignite de la G-League, Wembanyama confirmó e incluso superó todos los pronósticos sobre su juego. 37 puntos, 7 triples y 5 tapones en un cara a cara con el mayor talento del bando estadounidense, un Scoot Henderson al que muchos condenan al número dos del Draft de 2023 pase lo que pase. El larguirucho francés, de 18 años y 2,23 metros, es un coloso con una agilidad envidiable. También, a su edad, presenta una inteligencia fuera de serie sobre la pista. Demasiado bueno para no ser el número uno a finales de junio del próximo año. Él mismo lo tiene claro: “Si yo no hubiera nacido, Henderson merecería ser el número uno”. Y encima el tío entiende el espectáculo a la americana… ¡Lo tiene todo!
Casi 200 miembros de alto rango de la NBA, entre ejecutivos y ojeadores, observaron el festival de Wembanyama, que si no está este curso en la liga estadounidense es por su fecha de nacimiento. Experiencia y galones tiene de sobra. Todos sueñan, seguro, con tener la primera elección del próximo Draft. Todos le ven como un “jugador generacional”, que marcará una época, vaya. Dicen, incluso, que desde LeBron no se veía nada igual: dos décadas habrán pasado desde que los Cleveland Cavaliers eligieron a El Rey en 2003. “Nunca hemos visto a nadie como él”, llega a afirmar un ojeador anónimo a la ESPN.
“Todos han sido unicornios en los últimos años, pero él es más bien un alienígena”
Otro tipo con galones, un GM de la liga, traza comparaciones de calado: “Victor es un espécimen físico raro de ver, como Lew Alcindor (Kareem Abdul-Jabbar) o Ralph Sampson. Su altura, tamaño y habilidades no tienen paragón. Su ética de trabajo determinará cuán lejos llega, pero él lo tiene todo”. Y no es el único que prevé una carrera hacia el fondo de la clasificación por hacerse con sus servicios: “Victor distorsiona la realidad del baloncesto. Siento que desde anoche arranca una prueba hasta la última posición como nunca hemos visto”.
Mientras tanto, no ajeno sino inteligente ante el revuelo generado, Wembanyama demuestra una inteligencia dentro y fuera de la cancha que terminar de desarmar a cualquier escéptico. “Toda mi vida, incluso antes llegar al baloncesto, he intentado hacer algo distinto. No hablo de deportes, sino en cualquier cosa. Me gusta la originalidad, lograr cosas que jamás se han hecho antes”, relata el jugador en una entrevista con AP.
Hijo de Felix Wembanyama, una estrella del atletismo, y Elodie de Fautereau, destacada jugadora de baloncesto y luego entrenadora, el chico parece encajar de lujo las expectativas que recaen sobre sus hombres. “Fui construido para esto, y lo que me pase es lo que yo esperaría de mí mismo”, dice. “No me sorprende lo que está pasando, y lo importante es cómo gestionarlo”. Fluido en el inglés, su madre le formó en sus años mozos y tiene gran parte de culpa en la monstruosa capacidad para deslizarse sobre la cancha de su hijo. La clarividencia con que todos han visto su destino ha provocado que el chaval esté rodeado de un ingente y buenísimo equipo de asesores. Su agente, Bouna Ndiaye, era amigo de la familia, pero es que además representa los intereses de tipos como Batum, Rudy Gobert y Evan Fournier. “No tiene límites”, piensa él, que le sigue de cerca desde los 13 años.
Prueba del buen asesoramiento que recibe es su decisión de rechazar la oferta de continuar en el proyecto de Parker con el ASVEl, vigente campeón de Francia. Allí no jugó de titular, algo que sí hará este curso en Boulogne, donde encima han incorporado a Vincent Collet, preparador de la selección. Además de pasar su último año antes de cruzar el charco cerca de casa, un suburbio de París de nombre Le Chesnay, podrá formar un vínculo estrecho con el que después liderará sus concentraciones con Francia. “Es increíble, no solo por su tamaño sino por sus habilidades”, valora el entrenador. “Todavía debe aprender mucho sobre el juego, pero es muy joven. El año pasado no jugó demasiado, y el acuerdo que tenemos es de darle la experiencia de jugar de verdad. Tanto yo como él queremos que tenga esa experiencia antes de dar el salto a la NBA”.
Durante el verano, Wembanyama ya ha probado un poco su futura vida en Estados Unidos. Se ha quedado “en el sofá” de su agente y ha entrenado en privado con el pívot de los Indiana Pacers Myles Turner y el base de los Philadelphia 76ers Tyrese Maxey, entre otros jugadores consolidados de la liga. “Es tan bueno como anuncian”, asegura el interior. “Va a tener un impacto inmediato en defensa, pero como todos los jóvenes grandes deberá adaptarse a la fuerza de los profesionales NBA. Cuando crezca mental y físicamente, es tentador lo bueno que será”. Después de verle de cerca, otro que habla bien de él es, precisamente, LeBron James. “Todos han sido unicornios en los últimos años, pero él es más bien un alienígena. Nadie ha visto a alguien tan alto pero tan fluido y elegante en la pista”, valora el astro de los Lakers, que aprovecha para mandarle una recomendación. “Yo no usaría las redes sociales, no me imagino como hubiera sido mi experiencia de joven con ellas”.
Portada de la última SLAM, una de las revistas más célebres del universo baloncestístico en Estados Unidos, el tío permanece inmune a los peligros de la fama. Capaz de exhibirse como lo hizo el martes en Las Vegas (ojo, hay otra cita esta próxima madrugada), Wembanyama quiere ir paso a paso y disfrutar de su último año en Francia. Por delante le esperan dos décadas de estrellato, si nada se tuerce, en la mejor liga de baloncesto del planeta. “Quiero disfrutar de estos últimos meses, es una locura pensar que me iré sin más de mi país. Me entristece, pero también me entusiasma. Sé que mi destino está aquí, en Estados Unidos”.