Terceros, 17 goles en ocho encuentros, una sola derrota. Números para estar contentos, qué duda cabe. Pero a mí lo que más me satisface es el arrojo que tiene este equipo de Valverde para ir a por el partido.
Chuta el doble que sus rivales e insiste en atacar aunque vaya ganando. Me gusta ese espíritu audaz, aguerrido, vertical. Acabará dando sus frutos, seguro.
Con el Athletic volcado sobre la meta del Sevilla y la frágil defensa hispalense basando su fortaleza en amontonar jugadores y cerrar huecos, me extrañó que Valverde mantuviera sobre el césped a Iñaki Williams, un delantero necesitado de espacios.
¿No cuenta con Villalibre ni con Guruzeta? ¿Falta de confianza? Ambos son más rematadores, más hombres de área. Me genera dudas.