Que la carrera de Phillip Island no fuera de ritmo trepidante garantizaba a Marc Márquez poder estar en el grupo de cabeza y eso en un circuito a izquierdas puede ser peligroso. Ni el mismo sabe si volverá a ser el mismo Marc de las ocho coronas mundiales en nueve temporadas, pero lo que no ha perdido en su instinto asesino en el tramo final de una carrera. Seguro que ahora mismo no es el más rápido, pero como llegue en el último giro con opciones siempre lo prueba.
Hacía casi un año que Marc Márquez no subía al podio y en medio se le complicó la vida por una diplopía primero y luego por la necesidad de una cuarta operación en el brazo por una rotación de ese húmero tan tocado. Necesitaba ya cierta vidilla para volver a recomponerse y eso se lo da cuando se ve competitivo y peleón.
No ha liderado la carrera australiana ya que eso ha sido cosa de Martín Rins y Bagnaia, pero es el que más tiempo ha ido en segunda posición leyendo perfectamente la carrera. Sus pasadas en la curva 2 han sido imponentes y a máxima inclinación tenía velocidad de sobra. Y un año después se ha encontrado de nuevo peleando por un triunfo ante un piloto como Rins que hay que recordar que hasta Portimao era segundo ex aequo del campeonato y que tiene sobrado talento para improvisar en un final de carrera, tan parecido a Marc en eso.