En el norte de Londres se ha desatado un movimiento liderado por Mikel Arteta. El técnico guipuzcoano está consiguiendo lo que parecía imposible hace unos meses: que los aficionados del Arsenal estén entusiasmados con su equipo, y que los rivales teman la máquina de fútbol que ha creado.
Nueve triunfos en diez partidos no pueden ser casualidad. No es casualidad. Desde que se hiciera cargo del club, Mikel ha ido poniendo semillas que poco a poco va recogiendo. Primero hizo del Arsenal un equipo más competitivo, sin complejos. Un grupo joven con entusiasmo y sin miedo al éxito fuera quién fuera el rival. Y claro, eso a veces implica derrotas dolorosas, momentos de crisis y de dudas. Arteta, lejos de asustarse, se agarró al cargo con más fuerza e ilusión que nunca. Sabía que las debilidades del pasado serían las fortalezas del futuro. Y aquí está el futuro, siendo presente, con el Arsenal líder de la Premier.
La temporada actual no se puede entender sin todo el trabajo de la pasada. Se establecieron unas bases que guían el camino de aficionados y jugadores, que siguen a su ”dios”, Mikel Arteta. No le tembló el pulso a la hora de quitar la capitanía a Aubameyang, al que incluso apartó del equipo. Por mucho que fuera la estrella del equipo a la que había convencido para renovar. Era un mensaje para la afición ‘gunner’ y para sus jugadores: el club está por encima de todos. ”Aquí hay unas normas y el que no las cumpla, sobra. ” En invierno, Aubameyang se fue al Barça.
El Arsenal, que había empezado la temporada como un tiro, tuvo algún que otro bajón y llegó a final de temporada en disposición de clasificarse entre los cuatro primeros. No lo hizo. Dejó escapar la oportunidad de volver a Champions. Fue un palo. Otra vez lejos de ser algo únicamente negativo, la debilidad del ayer, es la fortaleza de hoy. Resiliencia pura, de la mano de Mikel Arteta.
En verano no se volvió loco. Buscó lo que necesitaba. Necesitaba un salto de calidad en defensa y en la delantera, además de fondo de armario. Le dio la capitanía a Odegaard, diciéndole al mundo entero quién era el líder futbolístico del equipo. Recuperó a Saliba, que es el amo y señor de la defensa y fue a por dos viejos conocidos suyos, Zinchenko y Gabriel Jesus. Esto tres jugadores sumados al crecimiento futbolístico de Saka y Martinelli, a los que ha dado toda la confianza del mundo se traduce en lo que es el Arsenal ahora mismo: el rival a batir.
El equipo tiene fútbol, mucho fútbol. Ataca por todos los costados, mueve rápido el balón y genera ocasiones sin parar. También sabe replegar y salir en velocidad a la contra. Y lo más importante, lo que hace la diferencia es que el Arsenal, por primera vez en muchos años tiene regularidad y corazón. Gana jugando bien y gana en los días menos inspirados. Entrenador, equipo y afición saben sufrir. Dentro de los partidos aunque el rival les marque un gol o les domine, no se achican. Creen en ellos mismos y saben esperar y aprovechar su momento. Es el momento de los ‘gunners’. Es el año de dar un golpe sobre la mesa y de que el alumno supere al maestro. Es decir, es el momento de que Arteta supere a Pep, que sabe que tiene en su amigo a su peor ”enemigo”. Eso sí, el técnico del Arsenal cuenta con el apoyo de toda su legión, la ‘Artetamanía’.