El PSG de antes de verano era un equipo roto, salpicado por una crisis que iba desde lo institucional a lo deportivo. Los reproches, dirigidos tanto a la cancha como al palco, fueron la tendencia habitual de un club en el que apenas unos meses después casi todo son brotes verdes. Nadie mejor que Messi ejemplifica esa evolución, reverenciado por una afición que ve como empieza a parecerse al futbolista que fue en Barcelona.
Con el Mundial a la vista, el internacional argentino ha reseteado su juego hasta volver a ser definitivo en el pase y en el remate, en la idea y en la ejecución. Con los dos de ayer ya ha igualado los once goles que marcó la temporada pasada, sintomático que la adaptación va por buen camino. A su contribución en ataque hay que sumarle doce asistencias, aunque fundamentalmente hay que fijarse en su lenguaje gestual: es feliz.
Sus dos socios, Neymar y Mbappé, también le igualan en cuanto a la excelencia. El brasileño computa trece goles y diez asistencias, mientras que el francés contabiliza dieciséis dianas y cuatro pases decisivos: “Para un entrenador, esto es el Santo Grial”, manifestó ayer un Christophe Galtier que quiere ir a ganar a la Juve a domicilio para asegurar el primer puesto de grupo en una Champions que reconoce al PSG como uno de sus grandes candidatos.
El cuadro parisino, como el Benfica y el Nápoles, son los únicos equipos que aún no conocen la derrota esta temporada. La última para los de la capital francesa se remonta a marzo, con Pochettino en el alambre. Desde entonces todo ha ido a mejor, hay un plan y el vestuario está más implicado que nunca: “El PSG más sinfónico monta un espectáculo en su partido 100 en Copa de Europa”, recalca esta mañana el diario L’Équipe.
Si hay que ponerle un pero, este pasa por Donnarumma. El equipo está de dulce pero el italiano volvió a estar inseguro contra el Maccabi Haifa. Los dos goles que encajó no eran ni mucho menos imparables, traicionado por calcular mal los pasos en su salida del arco. A pesar de que Christophe Galtier no tiene intención de reabrir el debate con el desaparecido Keylor Navas, las dudas del ex del Milan son la única mala noticia en un PSG que se ve más fuerte que nunca.