Los Utah Jazz sirven como ejemplo para explicar aquello de que en la NBA, para bien y para mal, todo cambia muy rápido. Un día eres el mejor y te mereces que hablen sólo maravillas de ti, mientras otro pareces el peor y mereces que te dejen como los trapos. Apenas hace una semana, el emergente equipo de Will Hardy se imponía a los Portland Trail Blazers en el duelo de revelaciones y cogían el liderato del Oeste. No obstante ya había empezado la caída, sólo derrotas desde entonces. Los Phoenix Suns sellaron anoche la cuarta consecutiva (113-112) y la novena en 11 partidos (2-9).
Jordan Clarkson erró el segundo tire libre con 113-112 a falta de 26 segundos y los Jazz ya dijeron adiós, agotando el equipo de Arizona el tiempo que quedaba con la siguiente posesión para apuntarse el cuarto triunfo seguido y lucir fuerte en el liderato del ‘salvaje’ Oeste (13-6), todo tan igualado que en dos días, igual que te puedes subir al trono, te vas al pozo.
Utah, ahora octavo, se vio zarandeado por el chico que se quedó esta temporada a ‘disgusto’ en Phoenix, un Deandre Ayton que parece estar ya más a gusto como demostraron sus 29 puntos (11/19 en tiros), complementados con unos impresionantes 21 rebotes, además de 7 asistencias, lo que significa su mejor partido de la temporada tras firmar ya 28 la noche anterior contra Detroit. Sin Chris Paul por lesión, Devin Booker llegó a los 27 tantos, con una mala serie de tiro (8/27) pero con 11 asistencias.
Los Jazz echaron de menos una mejor efectividad en los lanzamientos por parte de sus estandartes, especialmente de Lauri Markkanen, que dejó uno de los peores partidos de la temporada con 15 puntos (4/13 en tiros). Clarkson fue el máximo anotador con 22 (8/18 en TC), seguido de Collin Sexton (20 y un 7/11 en lanzamientos). Utah deberá buscar soluciones, pues han pasado de ser la revelación a ser la sorpresa en caída libre. La NBA no perdona.