Pongan las pilas al transistor


Si hay un momento en la historia de la Real que condense de forma inmejorable lo que supone toda la emoción de una última jornada liguera es el gol de Jesús Mari Zamora mediante el que el club txuri urdin se proclamó campeón de Liga por primera vez en su historia el 26 de abril de 1981. El derechazo del de Errenteria, a sólo 27 segundos para la conclusión del partido, provocó el mayor delirio jamás vivido por los aficionados realistas en un sprint final liguero en el que, a lo largo de la historia, ha tocado vivir de todo. Es momento de ponerle las pilas al transistor.

La jornada de este domingo en Cornellà no incluirá, ni por asomo, los niveles de adrenalina experimentados en El Molinón pero sí formará parte de aquellos epílogos ligueros en los que la Real llegó con algo en juego a los últimos metros de esa maratón que supone cada campeonato.

La pelea en los últimos años, afortunadamente para la Real, se ha ceñido a los puestos europeos, pero no siempre fue así. En la primera campaña tras el ascenso, sin ir más lejos, hubo que esperar hasta el último encuentro en Anoeta, en mayo de 2011 contra el Getafe, para garantizar un segundo año en la máxima categoría. Tras ir casi una hora perdiendo, un gol de Sutil evitó el descenso en el último encuentro de Martín
Lasarte en la Real. Bastante menos suerte hubo cuatro años antes en Mestalla cuando, también en la jornada 38, otra igualada, en este caso a tres frente al Valencia, no sirvió para evitar el primer descenso en 40 años, el mayor fracaso de la historia del club fraguado mucho antes, a lo largo de toda una temporada plagada de negligentes decisiones.

No deja de ser llamativo, desde el punto de vista de un equipo que bajó en 2007, que sólo cuatro años antes, en junio de 2003, rozara con la yema de los dedos el tercer título de Liga de su historia. Debía ganar en el último partido al Atlético en casa, algo que logró (3-0), y esperar que el Madrid empatara con el Athletic en el Bernabéu, variable que no se produjo (3-1). La fiesta en Anoeta, en cualquier caso, estuvo a la altura de la gesta firmada por el último equipo del tamaño de la Real que ha estado a punto de ganar una Liga.

Adentrándonos ya en los 80 y en los 90, también encontramos ejemplos de decisivas jornadas finales con premio para la Real. Algo descafeinado el de la 97/98, ya que su triunfo en Mallorca (0-1) no sirvió para desbancar del segundo puesto -el último que entonces daba puesto Champions– al Athletic y hubo que conformarse con ser tercero e ir a la UEFA. En 1990, en cambió, la Real no sólo aseguró la participación europea ganando en el Sánchez
Pizjuán con un gol de penalti de Aldridge (0-1) sino que desbancó al Sevilla de la quinta plaza con esa postrera victoria.


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