Los Boston Celtics disfrutaron de una noche redonda. El líder de la Conferencia Este ganó el duelo en las alturas contra los Brooklyn Nets (98-109) y vio caer también en la misma jornada a sus dos principales perseguidores –Milwaukee y Philadelphia. En un partido que encaraban con la incertidumbre de jugar sin dos titulares, salieron reforzados como equipo a batir en la NBA.
Los Nets jugaban su primer partido sin Kevin Durant, que estará al menos dos semanas de baja por una lesión de rodilla, y en los Celtics faltaban Jaylen Brown (tocado después de sus 41 puntos ante los Pelicans) y Al Horford, que suele descansar cuando el equipo juega dos noches seguidas. Era por tanto una oportunidad para medir fondo de armario. Y en ese asalto los Celtics se llevaron la mano.
Brooklyn ha reunido el mejor escuadrón de tiro de los últimos años, y durante la primera parte puso a prueba la resistencia de los Celtics. Hasta cuatro jugadores de los Nets habían anotado en dobles figuras al descanso, aunque el más destacado fue el único que no anotaría en todo el partido, Ben Simmons. El australiano encapsuló en un partido lo mejor y lo peor de su juego: una visión privilegiada, especialmente a campo abierto (10 asistencias) y una reticencia a tirar que acaba siendo dañina para su equipo.
Fue un duelo igualado y con una tensión cercana a los playoffs, que aguantó en un puño hasta que dos héroes improbables rompieron el partido para los Celtics. Entre el final del tercer periodo y el comienzo del cuarto, Malcolm Brogdon y Payton Pritchard enlazaron siete canastas seguidas que, unidas a un fantástico tramo colectivo en defensa, abrirían una brecha que sería definitiva.
Incluso en una noche pobre en ataque, lastrado por problemas en el pulgar y la muñeca, Jayson Tatum fue el máximo anotador de los Celtics con 20 puntos (7/22 en tiros), bien secundado por Brogdon, Marcus Smart (16) y Derrick White (15). Todos ellos básicos en una defensa que marcó la diferencia en la quinta victoria seguida de Boston.