Todo tiene un fin. Hasta lo que parece imposible que lo tenga, como la relación de Draymond Green con los Golden State Warriors. En una entrevista con Taylor Rooks, de Bleacher Report, el interior habló sobre la posibilidad de dejar la franquicia de toda su vida, a la que llegó en 2012. El interior no ha recibido todavía ninguna oferta para extender un contrato que finaliza en junio, aunque tiene una opción de jugador para jugar renovar automáticamente y jugar la temporada 2023-2024 con los de la Bahía.
“Francamente, el destino está escrito, entiendo el negocio”, dio Green al contestar a la pregunta de si es duro para él imaginar la posibilidad de irse de San Francisco. “Tendemos a pensar que alguien nos debe algo por lo que hemos logrado. Eres un idiota si piensas así”, advirtió el ala-pívot, que cumplirá 33 años en un par de meses.
“Entiendo el negocio”
“Siento que te preparas para el fracaso, para la angustia, para la decepción en lugar de decir: “No, déjame aprender este negocio”. Si no llegas a conocer el negocio, entonces puede quedarte ciego”, reflexionó el cuatro veces campeón de la NBA (2015, 2017, 2018 y 2022) y Mejor Defensor en 2017.
Green percibiría 27,5 millones de dólares el próximo curso en caso de ejecutar una ‘player option’ que hace depender exclusivamente de él si seguir un año más o no. Sin embargo, parece cada vez más complicado que sean los Warriors quienes le ofrezcan un último gran contrato, pues la franquicia de la Bahía estará aún más ahogada la próxima campaña con la masa salarial.
Tras las renovaciones a principio de temporada de Jordan Poole y Andrew Wiggins, los Warriors asumirían en estos momentos el siguiente curso un gasto en sueldos de 483 millones, 215 en salarios más los 268 en concepto de tasa de lujo por exceder el límite salarial. De alguna manera, Golden State ya mandó un mensaje muy claro a Green al extender el contrato a Poole y a él no tras el altercado de ambos en un entrenamiento de pretemporada.