Irrealizable. Inviable. Quimérico. Inasequible. Utópico. Todos sinónimos de imposible. ‘Dícese de algo que no puede ser, ocurrir o realizarse’. La realidad actual del fútbol femenino define que jugar contra el Barcelona sea muy cercano a esta definición. Más aún con un título en juego. La Real busca obrar el milagro, y opciones tendrá, seguro, pero debe clavar el partido, y que el rival tenga un mal día.
El club donostiarra no tiene nada que perder, y sí mucho que ganar. En una temporada post-exitosa, eliminadas en Copa y Champions y casi sin opciones de repetir aventura europea, esta final es un regalo. Y así deben de afrontarlo las pupilas de Natalia Arroyo, y la propia entrenadora.
Precedentes claros
La estadística es clara como el agua. La Real no le ha ganado nunca al Barcelona en fútbol femenino. Ni ahora, con la diferencia abismal entre proyectos, ni en los inicios de la sección blaugrana. De 32 enfrentamientos, el Barça ha ganado 27 y ha habido cinco empates.
Los últimos dos partidos entre ambos equipos supusieron un enorme avance realista en cuanto a competitividad, y deben ser un espejo en el que mirarse para hoy. Derrotas por 2-1 y 0-3 donde, sobre todo en la del marcador ajustado, la Real mereció más e incluso fue ganando. Probablemente fue el mejor partido de la Real ante el Barça campeón del último lustro, junto a la derrota por 5-1 de 2020, en los inicios del proyecto de Natalia Arroyo. En aquel encuentro fueron mejores durante casi una hora, pero se desplomaron al final.
Allegra y Jacinto de vuelta
La gran noticia de la previa fue el anuncio de la convocatoria realista, donde aparecieron Allegra Poljak y Jacinto, ambas recuperadas para la gran cita. Natalia contará con 20 jugadoras disponibles para la final, y habrá que ver si el plan de la entrenadora catalana depara un once novedoso que busque frenar las virtudes de las favoritas.