Aíto García Reneses ha desarrollado toda su trayectoria como entrenador en el baloncesto europeo. Igual que otros referentes del banquillo como Zeljko Obradovic, nunca ha sentido la necesidad de probarse en EE.UU. Sin embargo, la NBA sí ha podido disfrutar de grandes jugadores que vieron la luz de la mano del técnico español.
El último mirlo que Aíto puso a volar rumbo a la NBA es el alemán Franz Wagner, hoy en las filas de los Orlando Magic y cumpliendo con un papel muy destacado como titular con un promedio de 19.9 puntos por partido en su segunda temporada.
Igual que hizo con otros chavales, Aíto le puso a debutar con 16 años durante su etapa con el Alba Berlín. “Fue un placer entrenar a Franz Wagner. Con 16 años y 2,06 de estatura era capaz de jugar por fuera por su buena cabeza y su inteligencia”, afirma el entrenador en declaraciones a Efe.
Cuando uno se acerca a Wagner y le pregunta si sabe lo que tiene en común con Pau Gasol, Ricky Rubio o Kristaps Porzingis -tres nombres de una larga lista de talentos impulsados por Aíto-, una sonrisa ilumina su rostro: “Claro que lo sé”.
Así responde a Efe el escolta alemán de los Magic, de 21 años, reconociendo la importancia de Aíto en el inicio de su carrera.
“Con 16 años iba muchísimo a entrenar con ellos y cuando cumplí 17 pasé a formar parte del primer equipo. Jugaba unos minutos en cada partido”, comenta Wagner. La labor de Aíto con sus jugadores jóvenes va más allá de la cancha y así lo vivió Wagner en esas dos temporadas en Berlín.
“Era muy cercano conmigo, él piensa que es muy importante algo más, no sólo el baloncesto. Me guió en otras cosas también. Quería que sus jugadores fuéramos buenas personas, no simplemente buenos profesionales. Fue una experiencia genial para mí”, argumenta.
Por su parte, Aíto recuerda de Wagner que “su progresión fue muy buena porque ya al año siguiente fue capaz de jugar la final de la liga alemana siendo titular del equipo con tan solo 17 años”. Si algo caracteriza al ahora técnico del Girona es que la edad del jugador no es un obstáculo para tener minutos importantes.
“Era genial porque podía aprender mucho. Era una suerte tener a Aíto porque es un entrenador muy preparado. Sabía lo que había que hacer y cómo quería jugar exactamente. Sabía cómo hablarle a los jugadores. Tuve mucha suerte de estar en aquel equipo, le saqué mucha ventaja y aprendí mucho”, dice Wagner.
Aíto siempre ha defendido que ir muy joven a la NBA puede frenar la progresión del jugador que está dando sus primeros pasos.
No se sabe si ese fue el consejo que le dio a Wagner, pero lo cierto es que el alemán, pudiendo firmar un contrato profesional con el Alba, optó por el camino más largo y arriesgado: jugar en la Universidad de Michigan para tratar de llegar a la mejor liga del mundo a través del Draft.
“Podríamos decir que fue un riesgo pero llegar por el baloncesto universitario también funciona. Si estoy siendo capaz de jugar bien en la NBA relativamente rápido es porque fui a Michigan y comprendí cómo entienden los americanos este deporte”, razona Wagner, quien siguió el mismo camino exitoso que aplicaron otros como Domantas Sabonis, que rechazó un contrato con Unicaja para enrolarse en la Universidad de Gonzaga.
Lo que pudo ser una vía más lenta hasta el objetivo de jugar en la NBA se convirtió en un paso imprescindible para comprender lo que es Wagner en la actualidad.
“Hay compañeros que llegan directamente desde Europa y que tienen que llevar a cabo esa adaptación en su primer año en la NBA. Es fuera de la pista donde está el mayor camino de aprendizaje y adaptación a una nueva cultura y gente distinta”, explica.
Aíto ha aceptado públicamente que no sigue la NBA porque le aburre ya que considera que está orientada al márketing y al espectáculo. Sin embargo, en EE.UU. muchos le estarán agradecidos por todo el talento exportado, el último de ellos con ingeniería alemana.
“Me alegro mucho de que Franz continúe una buena carrera, ahora en la NBA”, cierra Aíto.