Se cumplían este lunes 178 horas, un poco más de siete días, desde que la tierra temblara con epicentro en la región turca de Kahramanmaras cuando los equipos de rescate han sacado con vida de entre los escombros de Adiyaman, a unos 160 kilómetros al este, a una niña de seis años de nombre Miray. El siguiente paso es recuperar a su hermana mayor. Son pequeñas historias que aún sobreviven a la devastación una semana después de que el movimiento de la falla oriental de Anatolia provocara, a las 4.17 (hora local, dos horas menos en la España peninsular), un terremoto de magnitud 7,8. Fue solo el primero. A las 13.24, en la misma región, otro seísmo, este de magnitud 7,5, volvió a estremecer el suelo en una franja que une el sudeste de Turquía con el noroeste de Siria, país vecino.
Continúan surgiendo milagros como el de Miray en ese inmenso dispositivo de emergencia coordinado por las autoridades turcas en colaboración con los rescatadores extranjeros. Tampoco han cesado los temblores de tierra, algunos con magnitudes superiores a 4, como el que se ha registrado sobre las 12.59 de este lunes en la provincia de Hatay, a un puñado de kilómetros de la frontera siria.
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El último balance de víctimas mortales asciende a más de 35.000 (31.643 en Turquía y 4.300 en Siria), una cifra que convierte al seísmo de Kahramanmaras en el más letal para la región en la era moderna. El temblor afectó directamente a unos 13 millones de personas. Según ha informado este lunes el vicepresidente turco, Fuat Oktay, 1,2 millones de ciudadanos se han visto desplazados a refugios, mientras que 400.000 han sido trasladados a otras provincias del país.
Respuesta internacional
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La devastación ocasionada por los terremotos ha movilizado una respuesta internacional muy amplia, pero limitada, prácticamente, a Turquía. Según los últimos datos ofrecidos por el Ministerio de Exteriores turco, bajo la dirección de Mevlüt Cavusoglu, 100 países han ofrecido ayuda para colaborar en la gestión del desastre; 81 están presentes ya en suelo turco a través de equipos de búsqueda y rescate de supervivientes. Ankara cifra en 9.456 los profesionales extranjeros que están trabajando sobre los escombros dejados por el derrumbe de edificios, y espera que otros 747 se unan pronto a esta tarea.
Pese al goteo constante de rescates exitosos, la tendencia del contingente de rescatadores extranjeros, entre personal civil y militar, que llegó en las primeras 48 después del primer seísmo, es regresar a casa. La Unidad Militar de Emergencia (UME) española, desplegada en Islahiye, en la provincia de Gaziantep, finaliza en la noche de este lunes sus operaciones en el terreno. El equipo de Emergencia y Respuesta Inmediata de la Comunidad de Madrid (Ericam), que viajó a Iskenderun, lo hará el martes. La onda sísmica de Kahramanmaras afectó a otras nueve provincias (Adiyaman, Kilis, Osmaniye, Gaziantep, Malatia, Sanliurfa, Diyarbakir, Adana y Hatay). Sobre todas ellas, el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan decretó un estado de emergencia de tres meses. Las labores de rescate de supervivientes han cesado ya en cuatro de ellas (Kilis, Sanliurfa, Osmaniye y Adana), donde continuará el desescombro y la recuperación de cadáveres.
Los trabajos de algunos contingentes extranjeros, como el de los austriacos y alemanes desplegados en Hatay, se han visto interrumpidos por situaciones de inseguridad derivadas del caos en la gestión de los rescates, la desesperación de los afectados, conatos de violencia, pillaje y la aparición de bandas y ciudadanos armados. El domingo, la organización israelí United Hatzalah anunció que finalizaba sus operaciones debido a una “amenaza inmediata y concreta”, según informó su vicepresidente, Dovi Maisel.
Mujeres y niños se refugian en una tienda de campaña improvisada tras los terremotos, en Ordekdede, Turquía, este lunes.DPA vía Europa Press Edificios derrumbados
El Gobierno turco no ha dado cifras de desaparecidos. Diversos ministros y el vicepresidente Oktay han declarado que sería “incorrecto” hacer estimaciones. Sin embargo, es un hecho que quedan personas bajo los escombros. El catedrático de Geofísica y experto en terremotos Övgün Ahmet Ercan, habitual de los medios de comunicación turcos, estima que podrían quedar unas 155.000 personas bajo los edificios destruidos. “Una persona puede aguantar con vida incluso hasta el décimo día. Al cabo del tiempo es incapaz de gritar, de emitir sonidos, pueden parecer muertos pero están vivos. Por favor, tengan cuidado al retirar los escombros […]. En [el terremoto de 1999 en] Gölcük se cometieron estos errores”, ha pedido en su cuenta de Twitter.
Según el Ministerio de Urbanismo turco, más de 33.000 edificios se han venido abajo o han sufrido graves daños estructurales y deben ser derribados. En esos edificios hay 153.000 apartamentos, en los que, teniendo en cuenta la media de habitantes por unidad habitacional del Instituto de Estadística, habitaban unas 600.000 personas. Por el momento, se han inspeccionado 236.000 edificios de viviendas, que equivalen a algo más de un tercio del total en la zona. Hay ciudades como Kahramanmaras y Antioquía en las que la mitad de sus edificios y buena parte de sus infraestructuras han quedado inutilizables. Por ello, el Gobierno estima que más de un millón de los 13,5 millones de habitantes de la zona han quedado sin hogar. Otra fuente implicada en la gestión de la emergencia consultada por eleva esta cifra a dos millones de personas sin hogar.
Las autoridades turcas han emitido órdenes de detención para cerca de 200 constructores, promotores inmobiliarios y jefes de obra, y la policía ha arrestado ya a varias decenas de personas vinculadas a la construcción de edificios derrumbados por no haber seguido supuestamente los códigos de seguridad requeridos. Al menos cuatro constructores fueron detenidos cuando trataban de abandonar el país.
Más muertos en Siria
La oficina de acción humanitaria de la ONU (OCHA) ha informado de que la cifra de muertos provisional en Siria supera los 4.300. El seísmo afectó a parte de la franja noroccidental del país árabe, a las provincias de Alepo, Idlib, Latakia, Hama y Tartus. La tierra asestó un golpe de gracia a una región arrasada ya por casi 12 años de conflicto interno. El jefe de la OCHA, el diplomático británico Martin Griffiths, ha manifestado este lunes, durante su estancia en Siria, que las labores de rescate de supervivientes en este país están “llegando a su fin”. Griffiths ha afirmado que la ONU se dispone a mover ayuda desde las zonas bajo control del Gobierno de Bachar el Asad hacia las regiones controladas por grupos armados ―se estima que dos millones de personas dependen de asistencia urgente en esta zona―.
En el último balance de muertos publicado por el grupo voluntario de emergencia sirio Cascos Blancos, son al menos 2.167 los muertos en la zona no controlada por Damasco. Según el responsable de esta organización de salvamento, Raed al Saleh, al menos 550 edificios han sido completamente destruidos por los terremotos. Tan solo un puñado de organizaciones extranjeras han podido cruzar a través de la frontera para colaborar en las labores de rescate, entre ellas, una con tres bomberos españoles.
After meeting today with @UNReliefChief at Turkish-Syrian border, we appreciate the apology for the shortcomings & mistakes. Acknowledging this is the beginning to the right path. Now @UNarabic must act outside Security Council to open 3 crossings for emergency aid to NW #Syria. pic.twitter.com/A90knazX48
— Raed Al Saleh ( رائد الصالح ) (@RaedAlSaleh3) February 12, 2023
El único paso fronterizo aún abierto a los convoyes de la ONU, que tiene la capacidad de movilizar ayuda en mayor cantidad, es el de Bab al Hawa, de acuerdo a lo aprobado en la resolución de mínimos alcanzada por el Consejo de Seguridad de la ONU en enero y que será revisada en julio ―Washington ha presionado en las últimas horas para que se dé luz verde a un nuevo texto que abra más puntos fronterizos―. No obstante, debido al deterioro de las rutas de acceso desde el sudeste de Turquía, no fue hasta el viernes cuando llegaron los primeros seis camiones de ayuda humanitaria, ya comprometida antes del terremoto. Safa Msehli, portavoz de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), que gestiona el envío de la asistencia internacional por este cruce fronterizo desde sus almacenes de Gaziantep, en Turquía, ha respondido que ya han sido 30 los camiones que han podido alcanzar la frontera siria con material de emergencia para los afectados por el terremoto ―se unen a otros convoyes bajo la bandera de Qatar y Arabia Saudí―. Los Cascos Blancos siguen reclamando maquinaria pesada para continuar rescatando supervivientes, un equipamiento que aún no ha llegado.
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