Una de las peculiaridades más llamativas del discurso de
Imanol
es ese mensaje recurrente acerca de la volatilidad de los tiempos. Así, sonaba, cuando menos, curioso escucharle hablar allá por noviembre de alcanzar el final de año como un objetivo a corto plazo, precisamente cuando el equipo marchaba lanzado y se granjeaba la admiración de propios y extraños. Y cuando llegamos a Navidades, prolonga su expectativa hasta febrero, entre las sonrisas indisimuladas de quienes le escuchan.
Imanol
lleva relativamente poco tiempo en la élite del fútbol profesional, pero ha asumido precozmente las leyes que gobiernan el fútbol en la actualidad. Ha aprendido que las alabanzas de hoy pueden ser el preludio de los reproches y censuras de mañana, y que la estabilidad en el fútbol es un bien preciado pero escaso.
El técnico de la Real ha logrado en unos pocos meses, a través de su trabajo y de su manera de ser, crear un volumen importante de seguidores, de correligionarios, de incondicionales, que aprueban su gestión y que disfrutan con su labor. Pero esto es consustancial con los buenos resultados cosechados por el equipo y con su puesta en escena brillante. Pero
Imanol
no ignora que el actual estado de cosas, rayano con lo idílico, se puede resquebrajar en cuanto la dictadura de la resultados lo ordene. Así, tras los tropiezos ante a Villarreal y Betis, han comenzado a escucharse voces críticas, que ponen en solfa todo lo mucho y bueno que el equipo ha mostrado hasta el día de hoy. Si el equipo entrase en una deriva perniciosa, sería motivo de preocupación. Pero por el momento, no observo sino algunas turbulencias propias del tránsito por una competición tan exigente como ésta. Es tiempo de confirmar nuestros votos, es tiempo de creer en este equipo y en su patrón. Creo que se lo debemos.
SE ACABARON LOS ENSAYOS
En los torneos de tenis, las primeras jornadas sirven para configurar el cuadro de forma definitiva. Los cabezas de serie se miden esos días a jugadores que llegan con la ‘wild card’ -invitación- o que vienen de superar rondas previas. En sos partidos, los jugadores del Top 10 lo que buscan es pasar sin sobresaltos para afrontar la segunda semana, que es cuando se define el torneo. En la Copa de fútbol ocurre algo parecido, y en el caso de la Real, Becerril y Ceuta representarían esos escollos previos, más engorrosos que difíciles y que, una vez superados, nos plantan en la fase decisiva del torneo. Hoy viene el Espanyol, que no es a día de hoy un Top 10, pero es un jugador habitual del circuito, que está jugando buenos partidos en las últimas semanas, y que tiene nivel para dar la sorpresa.
La Real parte como favorita de la cátedra, y además juega con el público a favor, pero a la hora de la verdad, son los jugadores los que ganan o pierden una contienda, no los aficionados. Los de Imanol, que hasta ahora se han tomado muy en serio la competición, a pesar de la modesta condición de los rivales enfrentados hasta ahora, deben acometer el choque de esta noche como el primero de varios, que podrían conducirle a la final de un ‘major’.
No debe resultar cómodo responder a las preguntas de los periodistas, procurando no faltar a la verdad, al mismo tiempo que intentas evitar el molestar a nadie. Y eso es lo que le está sucediendo a Imanol cada vez que se le interpela en torno a Januzaj. El belga está a punto de colmar el vaso de la paciencia del club, mientras el entrenador intenta templar gaitas en un caso perdido.
Más pronto que tarde, la andadura de Januzaj en la Real tocará a su fin. Y, lamentablemente para las dos partes, sin éxito. El belga tiene condiciones para ser un gran futbolista, pero por fas o por nefas, su trayectoria está jalonada de fracasos. No es casualidad que un jugador respecto a cuyo potencial el consenso es absoluto, no triunfe en ninguno de sus destinos.
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