“No harán falta las grúas para derruir el centenario San Mamés La Real le facilitó el trabajo a los responsables rojiblancos para su mudanza al nuevo campo porque el equipo de Montanier echó abajo el vetusto escenario de los partidos del Athletic. Ganó por jerarquía, convicción, confianza y fútbol. Esta Real es mucho más, se mire por donde se mire. El primer cubo de agua, la primera bomba en los cimientos de San Mamés, la puso Griezmann, cuatro minutos después del 1-0. Si la Real necesitaba una confirmación para consolidar sus opciones europeas, se la guisó ayer en Bilbao. Agur, San Mamés, agur”.
Así describía en MD Ángel López la importante victoria de la Real hace 10 años, que supuso un paso de gigante hacia la clasificación para la Champions, pero también hacia la nueva realidad en la que vive el club realista hoy en día. Pasó a dominar los derbis y, poco a poco, también adelantó al eterno rival en las clasificaciones ligueras para convertirse hoy en el líder del fútbol vasco.
Tal y como cuenta Markel Bergara hoy en la entrevista en Mundo Deportivo, aquel 22 de febrero de 2013 pudo ser un punto de inflexión, un ‘aquí estamos, de vuelta’ que hizo creer hasta a los más escépticos que la Real iba hacia arriba. Cuatro meses después de aquello, Griezmann cerraría la clasificación para la Champions en Riazor 10 temporadas después de la última, en el año del subcampeonato liguero. Fue el tercer gran logro de la era Aperribay, tras el ascenso en el año del centenario y la permanencia al año siguiente.
Un partido grande
Aquel derbi fue grandioso. Un triunfo épico ante un Athletic que venía de un año pletórico con final de Europa League y Copa, liderado por Bielsa. Montanier le ganó la partida pese a la suplencia de Vela por motivos disciplinarios y el golazo de Ibai Gómez que abrió la lata e impulsó a los locales durante un rato. Luego, Illarramendi y Markel dominaron la medular, Prieto, Chory y Griezmann la zona de tres cuartos, y Agirretxe el área pequeña en la que le robó la cartera a Raúl. Vela cerró la goleada con un pase excelso de otro de los suplentes, Zurutuza, para redondear un viernes absolutamente festivo en Gipuzkoa, pero también en una Bilbao inundada de realistas.