La actriz Kristen Stewart (32 años, California) se convirtió el mes pasado en la presidenta del jurado más joven en toda la historia de la Berlinale. Un puesto que han ocupado grandes intérpretes como Isabella Rossellini, Meryl Streep o Juliette Binoche. Tras haber recibido su primera nominación a los Oscar por hacer de Lady Di en Spencer (Pablo Larraín, 2021), la semana pasada anunció que se pondrá en la piel de Susan Sontag, en una producción que mezcla la ficción y el documental. Una nueva apuesta por el cine de autor de una actriz que hace muchos años se desmarcó de la línea comercial de la saga Crepúsculo (2008), y que acumula más de medio centenar de películas en su filmografía. Oliver Assayas, el director que más ayudó a relanzar su carrera, afirmó que “Kristen Stewart es la mejor actriz de su generación”.
Nadie fulminó nunca en tan poco tiempo la distancia que separa Forks (el pueblo en el que se ambienta la saga Crepúsculo) de uno de los epicentros mundiales del cine de autor, como es el festival de Berlín. Pero la historia de Stewart en el cine no empieza con la franquicia de vampiros y hombres lobos. Comenzó a actuar siendo apenas una niña en películas como La habitación del pánico (David Fincher, 2002). En esta película tuvo a Jodie Foster de compañera de reparto, una de las pocas estrellas de Hollywood que, como Stewart, se han atrevido a manifestar públicamente su homosexualidad.
Antes de cumplir la mayoría de edad ya había tenido tiempo de trabajar con directores importantes como Jon Favreau (Zathura: una aventura espacial, 2005) o Sean Penn (Hacia Rutas Salvajes, 2007). Nunca fue al instituto. Tuvo que madurar entre rodaje y rodaje y desarrolló una temprana aversión al flash indiscreto de los fotógrafos de prensa. En una alfombra roja a la que acudió con solo 11 años, uno de ellos le pidió que se relajara, y ella le respondió que no podía ni abrir las manos de los nervios. Exactamente la misma parálisis que en 2015 le impediría sostener el premio César que obtuvo por su trabajo en Viaje a Sils Maria (Oliver Assayas).
Jodie Foster y Kristen Stewart en el estreno de ‘La habitación del pánico’, en 2002.Kevin Winter (Getty Images)
En 2008 protagonizó la primera de las cinco películas de la saga Crepúsculo, un producto dirigido a chicas adolescentes, que se convirtió en uno de los grandes fenómenos culturales de la década pasada. A pesar del éxito logrado en taquilla estas películas no ayudaron a consolidar el prestigio de Stewart como actriz. “Tiene dos expresiones: la inexpresiva y la sutilmente menos inexpresiva”, escribió Claudia Puig para el USA Today. “Es tan sosa que te preguntas por qué estas criaturas sobrenaturales están tan locas por ella”, afirmó el crítico Richard Roeper. Un usuario de YouTube llegó a publicar un vídeo que recopilaba momentos en los que la actriz se mordía los labios, un recurso actoral para expresar preocupación del que supuestamente abusaba. Su personaje, Bella Swan, también fue criticado por parte del feminismo, que no veía con buenos ojos su relación tóxica con el vampiro reluciente Edward Cullen. En Luna Nueva (2009) la joven aspirante a vampiresa intenta suicidarse en dos ocasiones con el objetivo de llamar la atención de su novio.
Los acontecimientos en su vida personal (no exhibir públicamente su relación con Robert Pattinson, serle infiel, y después declararse lesbiana) influyeron de manera decisiva en que su prestigio como actriz en Hollywood se desplomara drásticamente. El expresidente de los Estados Unidos Donald Trump llegó a poner ocho tuits aconsejando al último protagonista de Batman que no volviera con Kristen Stewart. “Le ha engañado como a un perro, y volverá a hacerlo. Él puede aspirar a más. ¿Me he equivocado alguna vez?”. Y continuó: “Esa relación está permanentemente rota”, “él me lo agradecerá, sé listo, Robert”.
Robert Pattinson should not take back Kristen Stewart. She cheated on him like a dog & will do it again–just watch. He can do much better!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) October 17, 2012
Lo que más molestaba era la nula disposición de Stewart a sonreír durante sus apariciones públicas. Hollywood es menos generoso con quien no exhibe felicidad a cada instante. Después de ver las primeras escenas de Crepúsculo los productores le pidieron que sonriera más. Su representante le dijo que fuera “más chisposa” en las promociones de las películas. Una periodista dedicó un post a enumerar irónicamente “las 22 veces que Kristen Stewart había sonreído en 2022″. Nadie entendía por qué no le gustaba ser famosa.
En 2013 The Cut la situó como la segunda estrella más detestada de Hollywood. Debió entender el mensaje, porque el año siguiente se embarcó en un proyecto en el cine europeo. Oliver Assayas, que la había visto actuar por primera vez en Hacia Rutas Salvajes, la llamó para ofrecerle un papel en Viaje a Sils Maria (2014), después de que le fallara Mia Wasikowska como primera opción. Formó un tándem lleno de complicidad con Juliette Binoche, en una película que contenía todo tipo de referencias tanto a la obra de Ingmar Bergman, como a la trayectoria de las propias actrices. Así lo explicó el director: “Binoche necesitaba a alguien que la desafiara. Nadie mejor que una superestrella, una mujer que encarna el presente y que es mucho más famosa de lo que ella lo haya sido, aunque no cuente con el mismo prestigio artístico”.
Kristen Stewart recibe el premio César a la mejor actriz de reparto por su papel en ‘Viaje a Sils Maria’, en 2015.Rindoff/Charriau (Getty Images)
La película contribuyó a rehabilitar su imagen tras haber quedado proscrita por el escándalo de su relación adultera con el director de cine Rupert Sanders. “La gente que la despreciaba se sorprendió encontrándola simpática, inteligente y buena actriz. Sabía que no habíamos visto todo de lo que era capaz”, comentó Assayas. Stewart se convirtió en la primera actriz estadounidense en ganar el premio César, y en 2016 repitió colaboración con el realizador francés en Personal Shopper, una película escrita expresamente para ella, que la reconcilió definitivamente con la crítica. “A lo largo de la película, se le pide que muestre una serie de cambios internos en su personalidad sin dejar de ser más o menos la misma por fuera. En cada uno de estos cambios revela un nuevo rasgo en la personalidad de su personaje, al tiempo que resulta absolutamente real y reconocible”, escribió de su interpretación el critico Peter Sobczynski.
Siguió trabajando con grandes directores. Rodó Café Society (2016) con Woody Allen y coprotagonizó El asesinato de la familia Borden, de Craig William Macneill. En el ámbito privado anunció su relación con la guionista Dylan Meyer, convirtiéndose en la primera gran estrella de Hollywood que hace oficial su homosexualidad estando en activo. La angustia que durante tantos años sufrió por el acoso de los medios de comunicación le debieron servir para meterse en la piel de la princesa Diana en Spencer, su consagración definitiva en el cine americano, que le valió una nominación a mejor actriz en los premios Oscar. No quedaba nadie que pusiera en duda su talento: “Sin ser excepcional, mantiene un tono malsano y creíble (…). Es mérito del director, aunque también de la formidable actriz que encarna a Diana. Es Kristen Stewart. Posee imán. Y misterio”, opinó el crítico de Carlos Boyero.
Kristen Stewart acude a la 94ª edición de los premios Oscar, en la que estaba nominada al premio a mejor actriz. Kevin Mazur (WireImage,)
La actriz cumplió con las decenas de entrevistas, premieres y eventos de promoción de la película en la carrera por los Oscar, pero finalmente la estatuilla fue a parar a las manos de Jessica Chastain. Nadie sabe cuándo volverá a postularse como favorita para estos galardones ,pero por el momento no ha dejado de sumar títulos interesantes a su filmografía. El año pasado participó en Crímenes del futuro, de David Cronenberg, y como se anunció durante la propia Berlinale ya se ha empezado la grabación de un biopic de la filósofa Susan Sontag. “Estamos aprovechando Berlín para dar el pistoletazo de salida al proyecto y hacer un documental de Kristen como presidenta del jurado y hablar con ella sobre cómo se va a convertir en Sontag”, comentó Gabrielle Tana, productora del proyecto.
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