Al este de Matamoros, antes de llegar a la costa, se extiende una enorme red de dunas, lagunas y bosques de matorrales, apenas interrumpida por algunas casas y ranchos. Son kilómetros y kilómetros de nada, el lugar perfecto para esconderse, para hacer lo que no puede verse. Durante años, criminales usaron un predio de por allá, de nombre La Bartolina, para deshacer cadáveres. Por allá también han aparecido los cuatro turistas estadounidenses secuestrados el viernes pasado en la ciudad.
Ha sido un final agridulce para una historia que amenazaba con convertirse en una enorme crisis diplomática. El incidente llegaba en un momento crítico para las relaciones entre México y Estados Unidos. El Partido Republicano, que ha hecho de la gestión de la crisis migratoria una de las armas arrojadizas contra la gestión de la Administración de Joe Biden, ha propuesto un proyecto de ley que permitiría al ejército combatir el crimen organizado al sur de la frontera. Mientras tanto, varios estados fronterizos presionan para etiquetar a los cárteles de la droga como grupos terroristas.
En el caso de Matamoros, el FBI había ofrecido recompensas por datos que ayudasen a localizarlos. La Casa Blanca había calificado la situación de “inaceptable”. A diferencia de otros casos, la rapidez de las autoridades ha resultado providencial para que el resultado no haya sido peor. De los cuatro, dos han aparecido muertos, dos hombres, Shaeed Woodard y Zindell Brown. Un tercero, Eric Williams, tenía una herida de bala en la pierna. La cuarta, Latavia “Tay” McGee, estaba en perfecto estado de salud, más allá del terror que habrá vivido estos días.
Paramédicos atienden a Eric Williams, con una herida de bala en la pierna, el 7 de marzo de 2023.Str (Str)
El fiscal de Tamaulipas, Irving Barrios, ha informado de que la principal línea de investigación apunta a una “confusión”, aunque no ha dado más detalles. ¿Los criminales confundieron a los cuatro amigos con un grupo de traficantes de droga haitianos, como han especulado estos días algunos medios de EE UU? Barrios no ha dicho nada. Preguntado por el grupo criminal que podría estar detrás del secuestro, el fiscal ha dicho que Matamoros ha sido históricamente el bastión del Cartel del Golfo. Las siguientes líneas dibujan lo ocurrido en estos cuatro días, a partir de información recopilada por la Fiscalía de Tamaulipas y oficiales del Gobierno de EE UU, citados por medios de ese país.
3 de marzo
Los amigos habían salido de Lake City, en Carolina del Sur. La idea era que se fueran turnando al volante de la Chrysler Pacífica, con matrícula de Carolina del Norte. A bordo de la miniván iban Woodard, Brown, Williams y Tay McGee, de 33 años. El grupo de amigos estaba muy unido, según Zalandria Brown, vecina de Florence, Carolina del Sur, y hermana de Brown, uno de los dos estadounidenses asesinados. Entre Lake City, la ciudad de 6.000 habitantes desde la que partieron, y Matamoros hay unos 2.300 kilómetros y los viajeros atravesaron cuatro Estados (Georgia, Alabama, Luisiana y Texas) antes de cruzar la frontera a la altura de Brownsville.
A las 9.18 del viernes, la Chrysler Pacífica, llegó a la frontera. Cruzó a Matamoros por el Puente Viejo, en la colonia Moderna, la parte más al norte de la ciudad mexicana. Los familiares perdieron contacto con ellos desde que cruzaron, debido a la mala señal telefónica. Los amigos se perdieron, según las autoridades estadounidenses, buscando la consulta del médico con el que supuestamente ella tenía cita. La mujer iba a realizarse una abdominoplastia, una operación de cirugía estética. Tanto Zalandria Brown como la madre de McGee han contado a los medios estadounidenses que aconsejaron al grupo de cuatro amigos que no viajaran. McGee es madre de seis hijos.
Los cuatro circularon un rato por Matamoros. McGee había cruzado años antes a México por asuntos médicos y no había tenido problemas. Las cámaras de seguridad pública les ubicaron, antes de las 11.00, en una de sus principales arterias, el bulevar Cavazos Lerma. La Pacífica aparece en otras cámaras hasta que, ya a las 11.00, el sistema de videovigilancia detecta que un Volkswagen Jetta gris empieza a seguirlos. A lo largo de los siguientes 45 minutos, hasta ocho vehículos distintos participan en el seguimiento, la intercepción y el secuestro.
Entre los vehículos involucrados hay una Suburban negra, dos Silverado negras y una dorada, un Aveo blanco y la célebre GMC Sierra color blanco. En esta última, los criminales obligaron a subir a los cuatro, después de interceptarlos, escena que quedo registrada en un video compartido en redes sociales el mismo viernes. Por lo que cuenta la Fiscalía de Tamaulipas, los atacantes se llevaron en un primer momento al grupo de amigos, pero estos intentaron huir. Fue entonces cuando les dispararon.
Los vídeos que empezaría a circular el viernes recogen este último momento, ya después de los disparos, cuando los criminales cargan a los amigos en la batea de la Sierra blanca y se los llevan de Avenida Lauro Villar y calle Primera, muy cerca del centro. Cuando llegaron las autoridades, encontraron dentro del coche tres dólares en efectivo, varias tarjetas bancarios y membresías de distintos establecimientos y unos recibos. Al parecer, eran recibos médicos que les permitió a los investigadores afinar la posible identidad de las víctimas.
4 de marzo
Nada se movió demasiado el viernes. Tampoco el sábado. Todavía se ignoraba la nacionalidad de los secuestrados. De hecho, en México ni siquiera se hablaba de un secuestro. En un país con más de 100.000 desaparecidos, que un grupo de hombres armados se lleve a una o varias personas no tiene que ver necesariamente con la obtención de un rescate.
Las autoridades de Tamaulipas se pusieron en contacto con los responsables del consulado de EE UU en Matamoros. A la vez, personal de la Fiscalía visitó varias clínicas y hospitales de la ciudad para ver si encontraban a alguno de los cuatro. La lógica era intachable: en los vídeos del día anterior, se ve cómo los criminales tratan algunos de los cuerpos, inconscientes, como sacos de grano. Los investigadores no tuvieron suerte. Visitaron al menos seis centros, entre públicos y privados, los recorrieron y no encontraron nada. Preguntados, trabajadores de los centros dijeron que no habían recibido a heridos de bala en las últimas horas.
Para entonces, la poca información pública era confusa. El viernes, la policía estatal había informado vía redes sociales de un par de “incidentes” en Matamoros, con víctimas y heridos. La única víctima confirmada entonces era una mujer mexicana, de 33 años. Este martes, el gobernador del Estado, Américo Villarreal, ha explicado que en realidad no fueron dos eventos, sino uno solo. Una de las balas que los secuestradores dispararon voló a cuadra y media de distancia del lugar de los hechos, impactando en la mujer, que murió poco después.
Cuatro personas en el suelo durante el tiroteo en Matamoros del pasado viernes, en una fotografía de redes sociales.RR SS5 de marzo
El domingo, los investigadores se trasladaron a Reynosa, 100 kilómetros al oeste. Para ver el contenido de las cámaras de seguridad, debían visitar las instalaciones del C-5, el centro de coordinación del sistema público de videovigilancia. Empezaron a reconstruir el recorrido de la Pacífica y se dieron cuenta de la gran cantidad de vehículos implicados en el seguimiento. Hasta hoy, el número de personas que participaron en el seguimiento, el ataque y el secuestro sigue siendo un misterio. La Fiscalía solo ha dicho que detectó a cuatro hombres armados, cuando descendieron de una de las Silverado negras.
Ese día por la noche, el FBI dio un vuelco al caso cuando anunció que los cuatro desaparecidos eran ciudadanos norteamericanos. La agencia informó de que habían cruzado a Matamoros el mismo viernes, en la Pacífica. La agencia ofrecía recompensas por datos que pudieran ayudar a localizarlos y dar con los responsables.
6 de marzo
El caso empezó a crecer el lunes temprano, cuando la rueda mediática se puso en marcha. El embajador de EE UU en México, Ken Salazar, divulgó un comunicado señalando que su Gobierno no tiene “mayor prioridad que la seguridad de nuestros ciudadanos” y recordó los peligros de viajar a Tamaulipas. Según el Gobierno de EE UU, “miembros fuertemente armados de grupos criminales a menudo patrullan áreas del estado y operan con impunidad, particularmente a lo largo de la región fronteriza desde Reynosa hasta Nuevo Laredo. En estas áreas, la policía local tiene una capacidad limitada para responder a incidentes delictivos,”
La Casa Blanca se refirió igualmente al asunto. La portavoz del presidente Joe Biden, Karine Jean-Pierre, dijo: “Nuestros pensamientos están con las familias de estas personas. Estamos listos para proporcionar toda la asistencia consular que sea necesaria”.
Los investigadores, que integraban a funcionarios del Ejército, la Armada, la Fiscalía federal y la local, entre otras dependencias, realizaron el mismo lunes por la mañana búsquedas en ejidos aledaños a Playa Bagdad, la zona costera cercana a Matamoros, incluyendo un paraje conocido como La Lagunona, en el Ejido El Tecolote, pero no encontraron nada. En la tarde, la Fiscalía de Tamaulipas habilitó un número de teléfono y una dirección de correo electrónico para que cualquiera que tuviera información del paradero de los desaparecidos o los vehículos implicados, se comunicase.
Soldados preparan una misión de búsqueda de los ciudadanos estadounidenses, este lunes.STR (AP)
Las búsquedas siguieron por la tarde noche. Una llamada al número de emergencia llevó al grupo de búsqueda a un “campamento”, en un lugar no identificado. Allí, había dicho el denunciante, estaban las víctimas. Una caseta de madera elevada sobre unos pilotes de madera y una autocaravana estilo Breaking Bad integraban el campamento. Cuando los investigadores llegaron allí no había nadie.
Otra llamada alertó al equipo de búsqueda esa tarde de que una de las camionetas que había participado en el ataque del viernes estaba en la calle Guinea, en un fraccionamiento al sur de la ciudad. Pero igual que con el campamento, cuando los agentes llegaron allí no encontraron nada. Ya en la noche, otro denunciante llamó para decir lo mismo. Los investigadores volvieron, pero, de nuevo, no vieron la camioneta ni nada sospechoso.
7 de marzo
Sin que hayan explicado por qué, los investigadores volvieron este martes temprano al paraje de La Lagunona, en el Ejido El Tecolote. Esta vez sí, el grupo de búsqueda encontró a los cuatro desaparecidos en una pequeña caseta de madera. Allí detuvieron además a un hombre de 24 años, José Guadalupe N, que, al parecer, hacía de vigilante. Cuando las autoridades llegaron, dos de los cuatro estaban muertos. No se sabe cómo murieron. Preguntados al respecto, ni el fiscal Barrios ni el gobernador Villarreal han detallado las heridas que sufrían. Barrios ha dicho que peritos de la Fiscalía están realizando las necropsias.
Mientras las autoridades daban con los cuatro amigos, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ofrecía una conferencia de prensa, como cada mañana, en Palacio Nacional, en Ciudad de México. A las 9.00, a dos horas de que empezara, una periodista por fin preguntó por el caso. Justo entonces, la secretaría de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, le dijo en voz baja al presidente: “Ya los encontraron”. El mandatario pidió entonces a su funcionaria que informara y esta le pasó su celular. El gobernador Villarreal estaba al teléfono.
El cobertizo donde fueron encontrados los ciudadanos estadounidenses secuestrados este martes en el paraje de La Lagunona.DANIEL BECERRIL (REUTERS)
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