Una anciana ante un edificio en llamas tras un ataque de artillería ruso, este miércoles en Konstantinovka, en la provincia ucrania de Donetsk.SERGEY SHESTAK (AFP)
La ciudadanía europea asume que un conflicto duradero en Ucrania tendrá consecuencias en todo el continente, pero se inquieta por el impacto que pueda provocar en su vida cotidiana. La opinión pública mantiene su apoyo a Kiev tras más de un año de guerra y se aleja de la idea de propiciar un final del conflicto cuanto antes, a cualquier coste. Pese a sostener esos principios generales, entre la población de los países aliados del Gobierno ucranio crece la preocupación por el aumento del coste de la vida en Europa, a la vez que disminuye uno de los principales temores que emergieron al principio de la contienda: el riesgo de que Rusia recurra al uso de armas nucleares. Son las principales conclusiones de un informe basado en varias encuestas que publica este jueves el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés), adelantado a los medios de la alianza LENA, de la que forma parte .
El estudio refleja que el pasado mayo el principal temor que generaba la guerra en la población europea era el riesgo de que Rusia recurriera a su arsenal atómico, pero que el pánico nuclear está ahora menos extendido que al inicio de la invasión de Ucrania. Una encuesta realizada en enero señala que en todos los países analizados ha caído la preocupación por las amenazas de escalada nuclear a las que frecuentemente recurre el Kremlin. En Alemania, Francia e Italia —las tres mayores economías de la UE— ya resulta más alarmante el encarecimiento de la energía, los alquileres y los productos básicos; y en el Reino Unido, España y Portugal también cae de manera notable la inquietud por la naturalidad con la que los halcones rusos alardean de su armamento nuclear, aunque permanece como el principal temor para un tercio de la ciudadanía.
La preocupación por el aumento del coste de la vida, sin embargo, está al alza en todo el continente. El conjunto de datos del ECFR —de distintas encuestas realizadas por Datapraxis y YouGov— revela que el transcurso de la guerra ha derivado en un creciente desasosiego ante el panorama económico. El temor a no llegar a fin de mes crece más agudamente en Italia (del 25% al 34% de los encuestados), aunque hubo marcados incrementos en España (del 21% al 28%), Francia, Portugal y Rumania.
Los autores del informe, Mark Leonard e Ivan Krastev, destacan que Europa está demostrando “unos sorprendentes niveles de unidad y determinación en hacer todo lo necesario para respaldar la independencia de Ucrania”, pero alertan del riesgo que suponen los elevados niveles de inflación. Krastev, director del Centro de Estrategias Liberales de Sofía (Bulgaria), insta a los líderes europeos a “fortalecer la resistencia del continente a posibles choques, incluyendo las presiones sobre el coste de la vida”. Leonard, director del ECFR, llama a “prepararse para futuros tiempos turbulentos”.
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Leonard y Krastev concluyen tras analizar los datos que, tras más de 12 meses de combates en Ucrania, las fisuras en la coalición occidental se han reducido. En mayo de 2022, la opinión predominante era que la guerra debía terminar cuanto antes; únicamente la población de Polonia era partidaria de asumir las consecuencias de años de conflicto. Los autores del informe sostienen que “la tenacidad del ejército ucranio, y sus éxitos ante la ofensiva rusa” han convencido a muchos de los que anteriormente se mostraban “pesimistas” de que el ejército ucranio es capaz de reconquistar las zonas bajo ocupación rusa. El respaldo a que Kiev recupere “todo su territorio” aumenta de manera homogénea, incluso aunque ello implique más muertes entre la población ucrania, y más refugiados que huyan de la violencia.
A pesar de que en todos los países analizados se observa un repunte de los partidarios de que la guerra se alargue el tiempo que sea necesario hasta que Ucrania expulse a todas las tropas rusas de su territorio, en algunos una ligera mayoría de la ciudadanía aún prefiere que el conflicto termine “cuanto antes”, incluso si ello supone que Ucrania tenga que ceder formalmente parte de su territorio a Rusia. En total, un 38% de los encuestados se decantó por una guerra larga que permita restaurar la soberanía ucrania en todo su territorio, frente a un 29% que optó por poner fin al conflicto lo antes posible.
Los países en los que se han realizado encuestas en los últimos 12 meses se clasifican en el informe en tres grupos con diferentes actitudes ante el conflicto: los “halcones del norte y el este”, que comprenden al Reino Unido (sin sondeos en Irlanda del Norte), Dinamarca, Polonia y Estonia, entre los que se manifiesta un claro respaldo a que el Gobierno ucranio logre todos sus objetivos en esta guerra; el “Occidente ambiguo”, que agrupa a Francia, Alemania, España y Portugal, donde las opiniones están fuertemente divididas en torno a este asunto; y los “eslabones débiles del sur”, Italia y Rumania, en los que la población aboga mayoritariamente por una cesión de territorios ucranios que ponga fin a los enfrentamientos.
Los datos del ECFR también evidencian que, salvo en Italia, la UE es considerada hoy “más fuerte” que hace un año. Y que en todos los países analizados se califica cada vez más a Estados Unidos como un “aliado” o un “socio necesario”. En cambio, tras sus reveses en el campo de batalla, Rusia se percibe ahora como “más débil” que al inicio de la guerra, una sensación más extendida en el norte que en el sur.
Krastev y Leonard afirman que los cimientos que unen a gran parte de Europa son frágiles, y que podrían resquebrajarse ante los problemas comunes a los que se enfrenta el continente: la inflación y la crisis energética, así como la posibilidad de que el tema migratorio se convierta de nuevo en una línea divisoria entre los principales partidos de derecha e izquierda. Además, los autores del informe creen que la unidad europea es particularmente vulnerable ante un hipotético cambio en el firme apoyo a Ucrania que hasta ahora ha exhibido Estados Unidos. Ante la posibilidad de que regrese a la Casa Blanca “Donald Trump —u otro republicano partidario del America First (Estados Unidos primero)—”, Krastev y Leonard instan a los líderes europeos a “desarrollar sus capacidades y a adoptar estrategias comunes” durante los casi 20 meses que quedan hasta las elecciones presidenciales de EE UU, para convertir a Europa en “inmune a los posibles cambios políticos al otro lado del Atlántico”.
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