El mismo día en que decenas de estudiantes protestaron frente al capitolio de Tennessee para pedir mayor control de armas tras el reciente tiroteo en una escuela de Nashville, la policía local dijo este lunes que el/la atacante planeó la masacre durante meses.
Los investigadores aún no saben con certeza cuál fue el motivo que llevó al tiroteo en The Covenant School que dejó seis muertos, entre ellos tres niños de 9 años. Audrey Hale, el/la autor/a del tiroteo, una persona transgénero de 28 años que había asistido en el pasado a esa escuela cristiana privada, dejó escritos en su vehículo y en su casa que están siendo analizados por la policía de Nashville y por el FBI.
“Se sabe que Hale tomó en cuenta las acciones de los autores de otras matanzas”, dijo la policía local.
Los tres niños asesinados en el tiroteo fueron identificados como Evelyn Dieckhaus, Hallie Scruggs y William Kinney. Los adultos eran Katherine Koonce, de 60 años y directora de la escuela, el conserje Mike Hill, de 61 años, y la maestra sustituta Cynthia Peak, también de 61 años.
En total, el/la pistolero/a disparó 152 municiones durante el ataque, ante de ser abatido/a por la policía. El/la atacante disparó 126 balas de rifles y 26 balas de una pistola calibre 9 milímetros, según las autoridades.
Mientras tanto, el gobernador de Tennessee, Bill Lee, dio a conocer este lunes una propuesta para asignar un oficial de policía en todas las escuelas públicas, así como para aumentar la seguridad de los edificios e incrementar los recursos para la salud mental. El anuncio fue la primera vez en la que Lee se refirió al tema desde el tiroteo de la semana pasada.
A pesar del más reciente tiroteo escolar en Nashville, en varios estados se están buscando eliminar leyes sobre el acceso de armas.
La policía dijo que el/la atacante estaba bajo observación médica por un “desorden emocional” del cual no se han dado más detalles. Al momento las autoridades no han mencionado una conexión entre este problema de salud y el tiroteo.
Las autoridades también dijeron que no consideraban a la persona como una amenaza para la seguridad pública antes de la mortal balacera.
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