Ni siquiera durante unos minutos de la jornada de ayer la Real paladeó el épico, por milagroso, sabor que hubiera tenido terminar el campeonato en séptima posición, clasificada para jugar las previas de la Europa
League. Los 13 minutos de juego real (más los 15 del descanso) que separaron el gol de Ben
Yedder en Sevilla, el que adelantaba a los andaluces contra el Athletic, del que Rosales le marcó a la Real, fue el tiempo que separó la ilusión de la realidad. El tiempo en el que un gol ponía al equipo que lo marcara en Cornellà rumbo a Europa. A por él se lanzó el Espanyol con toda la agresividad que le faltó a la Real y se llevó el premio gordo de una jornada en la que la gran final se jugó en Barcelona. El séptimo puesto estaba en Cornellà. Se lo ganó el equipo de casa y jugará en Europa.
La Real, de esta manera, termina la Liga en novena posición, con 50 puntos, que sin ser la madre de todos los descalabros, deja el profundo amargor final de saber que ha sido muy poco lo que le ha separado del éxito. Un puñado de puntos que se le han escapado al conjunto txuri urdin en alguna de tantas tardes de dudas en esta campaña tan irregular.
Noveno, el puesto más repetido
Difícilmente se puede cuestionar la justicia del noveno puesto final del equipo txuri urdin cuando es la posición que en más ocasiones ha ocupado el equipo en el presente campeonato. Hasta en diez jornadas ha sido novena una Real que en 25 de las 38 jornadas se ha movido entre el octavo y el décimo puesto. No le ha alcanzado para más.
Ni siquiera el hecho de que el Sevilla, desdiciendo a todos los que daban por sentado un ‘biscotto’ que no se produjo en el Pizjuán, mostrara sus intenciones de derrotar al Athletic, premisa fundamental para atacar la séptima plaza, supuso un acicate especial para la Real. Un efecto antagónico fue el que causó en el Espanyol que, sabiendo ya que un triunfo en su campo le daba el séptimo puesto, sentenció el partido en siete minutos eléctricos en la segunda mitad. El fútbol más académico y decidido de la Real en la primera parte, en la que el gol del Sevilla no llegó casi hasta el final, no le sirvió para adelantarse en el marcador y para amenazar con conquistar la séptima plaza. Y para cuando quiso lanzarse a tumba abierta a por el premio, ya era tarde. Un Espanyol ávido de gloria le liquidó con un fútbol más pragmático y directo con dos zarpazos en el inicio de la segunda mitad.
Hace un mes parecía una quimera llegar a la última jornada con opciones de clasificarse para Europa. Aunque tres victorias consecutivas permitieron a la Real soñar hasta ayer a las 16.15 horas, la realidad, tozuda, se ha terminado por imponer. Al igual que cuando alcanzó el séptimo puesto ganando ante el Leganés en febrero el equipo se vino abajo, ayer, a la hora de la verdad, en la gran final por esa séptima plaza, la Real volvió a fallar.
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