CALIFORNIA – El denominado lago Tulare “resucitó” en el centro de California luego de que una docena de ríos atmosféricos golpearan el estado dorado a principios de este año. Y no se espera que el cuerpo de agua desaparezca de inmediato.
El lago Tulare, visto por primera vez en 40 años, ha ido disminuyendo su extensión, sin embargo, tardará al menos un año en evaporarse por completo, afirmaron los expertos.
“Seguiremos teniendo un lago Tulare durante el próximo año”, sostuvo Jeffrey Mount, miembro principal del Centro de Políticas del Agua del Instituto de Políticas Públicas de California.
La reaparición repentina del lago, drenado por tierras de cultivo a fines del siglo XIX, ha causado pérdidas millonarias a la agricultura y requerirá un esfuerzo de limpieza sustancial una vez que se haya ido el agua, ya que se inundaron edificios agrícolas, vehículos, casas e instalaciones eléctricas.
Pacific Gas and Electric debió usar buzos y helicópteros para retirar la infraestructura eléctrica crítica que se encontraba en el lecho del lago. En tanto, la Oficina del Alguacil del condado Kings compró recientemente un nuevo bote de aire para que pueda viajar sobre el agua sin enganchar una hélice en los escombros que flotan en el lago o están bajo la superficie.
El clima de California cambia abruptamente de húmedo a seco, un patrón que podría volverse más pronunciado a medida que la atmósfera se calienta con el cambio climático. Tulare Lake se ha convertido en un símbolo de las consecuencias que dejan las precipitaciones extremas en el estado, donde la planificación y la ingeniería de hace décadas se enfrentan a nuevas pruebas.
Tulare Lake creció hasta cubrir casi 114,000 acres, según mediciones satelitales del Departamento de Recursos Hídricos de California. La agencia dijo que los niveles del lago han disminuido desde principios de junio y ahora se extiende sobre unos 75,000 acres, según la Oficina de Emergencias del condado Kings.
Los expertos coinciden en que el agua eventualmente se evaporará por completo. La longevidad del lago depende en gran medida de la tendencia estacional de las precipitaciones del invierno.
“Todo depende de lo que suceda el próximo invierno”, indicó Mount.
El lago ahora está turbio y contaminado con fertilizantes agrícolas, combustible y otros contaminantes, añadió el sargento Nate Ferrier, de la Oficina del Alguacil del condado Kings, quien visitó la zona recientemente.
“Es expansivo: una milla tras otra de agua”, puntualizó Ferrier, comparando la experiencia con flotar a través de “un pueblo fantasma en el agua”.
El lago, que creció alrededor de 10 millas este año según imágenes satelitales, sigue siendo una sombra de su extensión histórica, ya que alguna vez fue considerado el cuerpo de agua dulce más grande al oeste del Mississippi.
Parte de la vida silvestre ha regresado, comentó el sargento Ferrier. El canto de los pájaros resonó en el agua durante su visita y desde la orilla vio a un pez saltar desde la superficie.
DURO GOLPE A LA AGRICULTURA
El resurgimiento del lago ha sido un duro golpe para algunos agricultores.
Durante las inundaciones de primavera, “tuvimos aproximadamente 60,000 vacas que tuvieron que ser reubicadas”, dijo Matt Watkins, presidente de la Oficina Agrícola del condado Tulare.
Jimmy Hook, el comisionado agrícola del condado Kings, estimó en abril que los daños agrícolas del condado superarían los $300 millones, afectando principalmente cultivos de tomate, algodón y pistacho.
Esas pérdidas dolieron, pero gracias al frío de la primavera en la región, se evitó un resultado aún más devastador al ralentizar el derretimiento de nieve desde la Sierra Nevada.
“Tuvimos suerte”, señaló Mount, quien agregó que las pérdidas netas podrían ser mínimas, porque los productores pudieron regar sus campos generosamente en áreas que no se vieron afectadas por las inundaciones.
Aunque la respuesta temprana a las inundaciones en la cuenca de Tulare estuvo marcada por la tensión y las luchas internas, Mount afirmó que los funcionarios estatales, locales y federales finalmente elaboraron proyectos de bombeo, desvíos de agua y cambios temporales en el uso del recurso que minimizaron el daño.
“Comenzó en un caos”, dijo Mount. “Luego realmente actuaron juntos”, afirmó.
Para Ferrier y otros residentes cerca del lago, ha sido un episodio difícil pero fascinante, que ha ofrecido una idea de cómo era el paisaje antes de que los irrigadores drenaran el cuerpo de agua hace más de un siglo.
“Es triste ver todo esto inundado, y triste ver las casas dañadas y la industria agrícola que recibe un duro golpe, pero también es un gran evento”, enfatizó Ferrier. “Este lago siempre estuvo aquí y se supone que debe estar aquí, si lo piensas bien. Todos rezamos por lluvia, parece que lo hicimos con muchas ganas”, concluyó.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en NBC News. Para más de NBC News entra aquí.