En Zinacantán, municipio indígena de Los Altos de Chiapas, las almas de los que murieron salen el 1 de noviembre de los sepulcros, llegan a las casas que habitaron, celebran con la familia comiendo y bebiendo, y al siguiente día, regresan nuevamente. A este encuentro le llaman K´in Ch´ulelal, la fiesta de las almas.
En la casa de la familia Pérez Hernandez los preparativos empiezan desde días antes, cuando los hijos de don Pedro Pérez Pérez, fallecido hace 17 años, ponen a fermentar el maíz para preparar atol agrio, y a ahumar la carne con la que preparan un caldo, elementos principales que, junto con fruta de la región, colocan en la mesa del comedor principal de la casa.
Alrededor de la mesa colocan velas, ramas de pino e incienso y cuidadosamente colocan las sillas a dónde se sentarán los difuntos. Las hijas, hijos, su esposa y demás familia de Don Pedro, se levantan a la 1 de la mañana para preparar iniciar los preparativos, luego, una vez puesta la mesa, se dirigen al cementerio en donde llevan una multitud de flores.
Zinacantán es un pueblo de flores, ahí los pobladores las siembran, las comercializan, y también las reproducen en los bordados con los que visten. Por ello, en el cementerio las tumbas son cubiertas por una multitud de flores y ramas de pino que impregnan con su aroma el lugar.
A las tumbas llegan los mayordomos de la Iglesia de Zinacantán, y con sus cantos y rezos llaman a las almas para que salgan de las tumbas. “Desde nuestra forma de ver y entender el mundo tsotsil, entendemos que sí existe una muerte, que es digamos la parte que nuestro cuerpo fallece, pero pasamos a otra vida que es el mundo de las almas. Nuestros abuelos nos han contado que el alma nunca muere”, explica Mariano de Jesús Hernández Pérez.
La K´in Ch´ulelal, la fiesta de las almas, “se espera con mucha alegría, es un convivio entre las almas con los que estamos ahorita todavía vivos; por eso se entiende entonces que es como tener un momento de alegría, como cuando estaban nuestros ancestros”, comenta mientras enciende las velas y recibe a sus familiares que llegan a la casa paterna.
“La luz de las velas guía a las almas, así es como nuestros abuelos nos fueron platicando, nos fueron transmitiendo estos conocimientos que se ha ido transmitiendo de generación en generación, por eso vemos en las casas, en los panteones, a niñas, niños, por que queremos es que se vaya transmitiendo y se vaya conservando esta identidad como un pueblo tsotsil”.
Don Mariano explica que la La K´in Ch´ulelal se celebra en toda la región tsotsil con algunas variantes, una de ellas es la del pueblo vecino de Tenejapa, donde todavía se rigen con el calendario maya, “entonces ahí esta celebración ya pasó hace ocho días”.
Este día 2 de noviembre la familia de Pedro Pérez regreso al cementerio del lugar, llamó al Mayordomo para que con sus rezos y cantos lo guiara en su regreso al lugar donde se encuentran las almas.
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