La omnipresente guerra comercial entre China y Estados Unidos empieza a pasar factura a Pekín. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha reducido en una décima de punto porcentual las perspectivas de crecimiento que calcula para la segunda economía del mundo este año, del 6,3% que preveía en abril al 6,2% que predice ahora. También ha rebajado la cifra prevista para 2020, del 6,1% al 6,0%.
“A corto plazo, las perspectivas continúan siendo especialmente inciertas, dado el potencial para mayores escaladas en las tensiones comerciales”, ha indicado el subdirector ejecutivo del FMI, David Lipton, en un comunicado al término de la visita anual de una delegación de la institución financiera multilateral.
Desde el mes pasado, las relaciones entre los dos colosos internacionales se han deteriorado drásticamente, sin visos de solución próxima. Estados Unidos ha elevado sus aranceles hasta el 25% sobre 200.000 millones de productos chinos, mientras que Pekín ha respondido con una medida similar sobre 60.000 millones de dólares en bienes de su rival. Ambos países han suspendido sus negociaciones para salir del punto muerto, sin que se atisbe una fecha para retomarlas. Y, en medio de un endurecimiento de la retórica en uno y otro lado, Estados Unidos ha prohibido a sus empresas que hagan negocios con Huawei, la gran compañía tecnológica china.
El fin de semana pasado, China anunciaba una “lista negra” en las que incluirá a las compañías extranjeras que interrumpan sus relaciones comerciales con firmas de este país por razones ajenas a los negocios, y ha culpado a Washington del fracaso de las negociaciones por tratar de imponer, según afirmaba en un libro blanco, condiciones que infringían su soberanía.
“China y sus socios deben cooperar de manera constructiva para hacer frente a los problemas en el sistema comercial”, ha apuntado el FMI en el comunicado. “Las tensiones entre Estados Unidos y China deberían resolverse rápidamente mediante un amplio acuerdo que apoye el sistema internacional”.
En una rueda de prensa en Pekín para presentar las conclusiones preliminares de la misión, el director adjunto del FMI para Asia, Kenneth Kang, ha asegurado que “todo el mundo pierde en una guerra comercial. Si los intercambios comerciales se ven amenazados, si resultan afectados, el crecimiento se resentirá”.
El Fondo considera que las medidas de estímulo que China ha adoptado hasta el momento son suficientes para estabilizar la economía tras un año en el que registró su crecimiento más débil de los últimos 30 años, un 6,6%. Entre otras medidas, el Gobierno de Pekín ha acometido importantes recortes de impuestos a las empresas y sobre la renta, dado prioridad a proyectos de infraestructura y reducido la cantidad de reservas en efectivo obligatoria para los bancos comerciales. “No son necesarias más medidas, siempre y cuando no haya mayores aumentos en los aranceles o un descenso significativo en el ritmo de crecimiento”, apunta el comunicado.
La institución multilateral también exhorta a Pekín a continuar sus reformas estructurales. “La prioridad debería ser aplicar por completo las reformas reguladoras que ha anunciado y continuar con las reformas reguladoras estructurales para reducir unas vulnerabilidad aún altas”, apunta el FMI, que menciona, entre otras, la necesidad de fortalecer el capital bancario, especialmente para las entidades de mediano y pequeño tamaño.
“Liberalizar los mercados de bienes y de trabajo y abrir aún más el sector servicios aumentaría la competencia y la flexibilidad, para permitir que China se beneficiara aún más de la globalización. La reforma de las empresas de propiedad estatal debería continuar y contribuir al logro de la neutralidad competitiva, mediante el refuerzo de sus límites presupuestarios y la eliminación de sus garantías implícitas”, señala el Fondo.
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