El destino parece empecinado con Messi en la Selección. Alguna vez Leo contó que Dios le iba a dar un Mundial con Argentina. Y si bien no pasa por cuestiones religiosas ni una Copa América se puede llevar. Nada parece alcanzar. Ni que el 10 juegue su mejor partido en el torneo. Ni que su equipo levante su rendimiento justo contra Brasi. Ni que haya VAR: hay dos jugadas que Argentina reclama a los gritos pese al 0-2. Una es justamente en la previa al gol que liquidó el partido, un empujón de Dani Alves a Agüero. La otra, más tarde, un claro empujón de Arthur a Otamendi en el área. Ni se usó. Y ni la suerte ayudó a Messi: después de un tiro libre suyo el Kun Agüero se chocó con el travesaño cuando Alisson ya había quedado corto en la volada.
Argentina está en un proceso de renovación. Un camino que va a contramano de la necesidad de ganar que tienen Messi, el Kun, Di María y Otamendi. Pese a eso perder con Brasil siempre duele en el alma. Cuando uno lleva a su crack, a su 10, no va a ver qué conclusiones saca sino a dar la vuelta olímpica. Messi además jugó con muchísimos arranque de Messi. Fue su mejor versión, en el partido más difícil, repasando el recorrido por Colombia, Paraguay, Qatar, Venezuela y los locales. No alcanzó contra un conjunto que tiene futbolistas notables: la jugada de Dani Alves en el primer gol fue a lo crack que es el ex lateral derecho del Barcelona.
A Messi le queda la tranquilidad interna de haberlo intentado otra vez. Ya le pasó en Mundiales, desde ese 2006 que se quedó en el banco contra Alemania en Berlín; hasta la final de Brasil 2014 también con Alemania y ya un rol relevante. Lo mismo en las Copas América. No se pudo de visitante en Venezuela (2007), ni de local en Argentina (2011), ni en Chile (2015) ni en Estados Unidos (2016). Pero igual no se amortigua la tristeza por perder y por los penales no sancionados que Messi también cuestionó duramente. Otra vez tuvo que dar la cara en una triste derrota.
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