Michelle Obama está dispuesta a seguir rompiendo lanzas por las mujeres. Y la última forma que ha encontrado de hacerlo es liberarse de algunas de las imposiciones que asumió durante su etapa como primera dama de Estados Unidos. Durante los dos años que han pasado desde que abandonó la Casa Blanca se ha atrevido con estilismos más rompedores que los que elegía con cuidado durante la etapa en la que su marido era el presidente de Estados Unidos, y ahora ha convertido su cabellera rizada en una nueva bandera.
El pasado sábado Michelle Obama reunió a una nutrida audiencia en Nueva Orleans para hablar de su libro de memorias, Mi historia, y para el público que se congregó a escucharla no pasó desapercibido que la cabellera lisa y más oscura que ha lucido durante tantos años, ahora parecía más libre con sus rizos naturales y algo más clara en las puntas.
Algunos de los presentes comentaron que se parecía a la cantante setentera Donna Summer, pero ella siguió cautivando a la audiencia hablando de amor, compromiso y matrimonio. En otras ocasiones la ex primera dama se ha referido a su pelo y los muchos cuidados que necesitaba durante esta etapa de su vida. “Mi objetivo era mantenerlo saludable y terminar con pelo en la cabeza”, afirmó en noviembre de 2018 en el podcast 2Dope Queens. Probablemente refiriéndose a los tratamientos que el pelo de una mujer negra precisa para lucir liso continuamente. En estos comentarios la esposa de Barack Obama reivindicó que este no era solo el problema de una primera dama, sino un tema que afectaba a muchas mujeres profesionales negras que se someten a esta pequeña esclavitud para manejarse en su mundo laboral. Un tema que pasa desapercibido para sus compañeras de raza blanca.
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Michelle Obama, en distintos actos. Gtresonline / getty images
Puede que este haya sido el motivo de que ahora haya decidido mostrarse con un estilo de peinado más natural y menos disciplinados y su gesto no ha pasado desapercibido para sus numerosos admiradores, que lo han alabado en redes sociales y lo han interpretado como un acto de liberación. Aunque hay que recordar que ya se decidió por este mismo estilo en dos ocasiones públicas que se recuerden, en 2017, poco después de haber dejado la Casa Blanca y en 2018 en la portada de la revista Essence.
Gestos mínimos que en el caso de Michelle Obama siempre adquieren trascendencia y de los que también habla en su autobiografía. En su libro —que se convirtió rápidamente en un éxito en ventas y en uno de los libros de memorias más populares de la década—explica que nunca prestó demasiada atención a la ropa que usaba a diario porque le parecía extraña la idea de que alguien valorara más lo que llevaba puesto que lo que tenía que decir. Pero cuenta que pronto se dio cuenta que cada vez que aparecía junto a su marido sus estilismos eran analizados y generaban titulares de todo tipo. A pesar de su sorpresa por tener que contar con un pequeño séquito que cuidaba de su imagen, decidió tomar el control y “utilizar el poder que pudiera encontrar dentro de una situación en la que nunca había deseado verme”, afirma en su libro. Utilizó la moda para dar a conocer a jóvenes promesas del diseño y homenajear a diseñadores estadounidenses consolidados. Si había que cuidar lo que se llevaba puesto para que las palabras llegaran donde ella quería, no dudó en hacerlo.
Su estilo después de la Casa Blanca se ha relajado. A él ha sumado ahora su pelo rizado con ligeras mechas californianas, pero su objetivo sigue siendo el mismo: hacerse oír y que el mensaje de lo que dice llegue lo más lejos posible, siempre en defensa de las minorías y la diversidad.
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