En el Z2 de Zubieta había ayer un ilustre visitante. En cuanto le vio, Imanol se acercó a darle un abrazo. Era Bjorn
Tore
Kvarme, exjugador txuri urdin. Apareció en Zubieta acompañado de tres sonrientes y orgullosos compatriotas. Uno de ellos era su socio Mikael
Dorsin, de la agencia Nordic Sky.
Los otros dos estaban todavía más felices. Eran
Hans
Erik
Odegaard y Thomas
Odegaard. El padre y el tío del futbolista. El entrenador txuri urdin también se detuvo a saludarles. Les ofreció pasar al interior de las instalaciones blanquiazules, donde se estaba ejercitando Martin junto al resto de los que fueron titulares ante el Atlético de Madrid. Prefirieron quedarse ahí para seguir el entrenamiento que dirigió el oriotarra con los suplentes.
No perdieron detalle. El padre y el tío, fisioterapeuta de la selección noruega, incluso grabaron algunos fragmentos de la práctica. Es la primera vez que vienen desde que en el mes de junio vinieran a Donostia para conocer Zubieta y tomar la decisión de firmar por la Real. Ahora lo hacen con la convicción de que tomaron la decisión correcta, felices por cómo le está marchando a Martin en estas primeras semanas de competición, pero conscientes de que aún puede dar más, puesto que están convencidos de que tiene aún toda su carrera por delante.
El padre es la tercera vez que está en la capital guipuzcoana, puesto que conoce la ciudad desde que hace años acompañó a su hijo a un torneo. Le encanta la ciudad y ve a su hijo feliz, adaptándose. Odegaard vive en la zona de hospitales y está acostumbrado a estar lejos de su casa en Drammen. No obstante, Donostia se parece más que Madrid a la tranquila localidad nórdica. El genio realista se ha criado en una ciudad de sólo 65.000 habitantes, cerca de Oslo y se siente cómodo en una ciudad como la capital guipuzcoana, en la que, pese a no vivir en la ciudad, se siente cerca del centro.
El joven noruego también se siente a gusto con sus compañeros. Le ayuda el hecho de comprender perfectamente el castellano por su estancia en Madrid. Pero lo que le está ayudando, sobre todo, es su lenguaje futbolístico.
Sobre el verde está dejando impresionado a propios y extraños. Sus compañeros fueron los primeros en advertir su excepcional talento, pero obviamente no sorprende a Bjorn
Tore
Kvarme. El noruego sabía perfectamente lo que podía dar y era consciente de que en la Real podía encontrar e microclima idóneo para sacar lo que llevaba dentro. Por eso no está sorprendido del nivel ofrecido en estas primeras jornadas ni tampoco por la facilidad con la que ha visto portería. Cree que en Holanda ya explotó la pasada campaña en esta faceta al marcar 11 goles y espera que siga viendo puerta con facilidad.
El extxuri urdin también siguió con atención el entrenamiento diseñado por Imanol y al finalizar el mismo se acercaron a charlar con él Mikel
Labaka y Jon
Ansotegi. No llegó a compartir vestuario con ellos, pero sí que entrenó con ellos cuando aún eran unos imberbes que subían del filial para completar los entrenamientos. Kvarme se fue de la Real en 2004 tras dejar buen sabor de boca y en ese mismo año entró Labaka. El noruego ha vuelto ahora con un regalo llamado Martin Odegaard.
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