El Celta deja con las ganas al Espanyol

Ambos equipos formaron con 4-4-2, pero con matices que diferenciaron el plan de Fran Escribá del de David Gallego. Porque aunque desde el pitido inicial unos y otros apostaron por la presión alta y la voluntad de salir jugando desde atrás, los locales lo hicieron con mayor paciencia reflejada en un porcentaje de posesión superior al perico.

La medular celeste, escalonada en diferentes alturas y gozando Rafinha de libertad de movimientos, anunciaba incomodar a los visitantes, pero la realidad es que el Espanyol se mostró muy sólido en su campo a diferencia de otros partidos.

La primera ocasión del partido llegó en el 16’, cuando Lucas Olaza teledirigió desde la banda izquierda hacia el punto de penalti un centro que Santi Mina cabeceó desviado por poco. Y en el 27’ fue Rafinha el que cazó en la frontal un balón dividido para rematar también fuera instaurando en Balaídos la sensación de que el gol local se estaba cocinando.

En el 40’, Iago Aspas filtró un pase al área encontrando a Hugo Mallo, que se había incorporado por banda derecha, pero Diego López estuvo raudo para salir a achicar y evitar que el Celta llegase al descanso con ventaja en el marcador.

Los goles, en la segunda mitad

Durante el primer acto, apenas se vio a Rubén Blanco porque el Espanyol no le puso a prueba, pero la primera que tuvieron los de Gallego acabó en la red. Fue ya en la segunda parte, en el 48’, con una buena recuperación en la medular tras la que Vargas la puso al corazón del área donde Calleri, tirando del oficio de un ‘9’ puro, aguantó el balón protegiéndolo con su cuerpo y se lo cedió a Pedrosa para que éste firmase el 0-1.

De esta forma, y por primera vez en lo que va de temporada, el Espanyol se adelantó en el marcador, y tras hacerlo estuvo acertado a la hora de dormir el partido a favor de sus intereses e incluso estuvo cerca de doblar la ventaja con un remate a la media vuelta del propia Pedrosa en el balcón del área pequeña (55’).

El Celta, como era de esperar, intentó por todos los medios lograr la igualada, pero con más ansiedad que acierto no puso en demasiados aprietos a Diego López más allá de un tiro cruzado de Iago Aspas en el 67’.

Pipa, en un contragolpe, perdonó el 0-2 en el 90’, y como dice una de las leyes no escritas del fútbol ‘quien perdona lo acaba pagando’. Lo ejemplificó como en el 95’, cuando parecía que el Espanyol regresaría a casa con los tres puntos, Hugo Mallo la puso desde la derecha hacia el punto de penalti y Santi Mina superó con su salto tanto a Naldo como a Calero para cabecear a la red y hacer el 1-1.

El Espanyol experimentó una mejoría respecto a partidos anteriores, pero se quedó con las ganas de certificarla con un triunfo. El Celta, por su parte, no acaba de escenificar el potencial que se le presupone a la plantilla que ha configurado para este curso.