El terremoto desatado por el inicio de una investigación de juicio político contra el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha centrado todas las miradas sobre el informante que presentó una queja por la llamada telefónica en la que el mandatario presionó a Ucrania para investigar al exvicepresidente Joseph Biden.
“El informante falso no se sostiene. El informante no sabía apenas nada, su descripción de segunda mano de la llamada es un fraude”, aseguró Trump en su cuenta de Twitter.
Posteriormente, en declaraciones a los periodistas en la Casa Blanca, señaló que se está “tratando de averiguar” cuál es su identidad a la vez que reiteró sus dudas sobre su credibilidad.
Este informante, un supuesto “topo” de la CIA destinado en la Casa Blanca, se ha convertido así en la persona más codiciada de Estados Unidos.
Todos quieren hablar con él, pero muy pocos conocen exactamente quién es.
Trump exigió este fin de semana verse con el informante, mientras que los demócratas, impulsores del inicio del proceso de destitución, han señalado que están ya trabajando para que testifique ante el Congreso.
“Tendremos el testimonio sin filtros del informante. Estamos tomando todas las precauciones” para proteger su identidad, explicó el legislador demócrata Adam Schiff, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, una de las comisiones que investigan al gobernante estadounidense.
El abogado Mark S. Zaid, uno de los letrados del informante, del que solo se ha revelado que es un hombre y funcionario de la CIA, confirmó estas conversaciones pero eludió ofrecer detalles.
“Proteger su identidad es fundamental. Las discusiones siguen en marcha, coordinar y finalizar la logística pero no se ha establecido una fecha/tiempo todavía”, señaló Zaid en Twitter este lunes.
En los próximos días, los investigadores de los comités de Inteligencia, Asuntos Exteriores y Supervisión tomarán declaración de Marie Yovanovitch, quien fuera embajadora de Estados Unidos en Ucrania; Kurt Volker, que dimitió el pasado viernes como enviado especial del Departamento de Estado para ese país; y Michael Atkinson, inspector general de la comunidad de inteligencia.
El lunes, Trump cargó de nuevo contra los demócratas, especialmente contra Schiff, de quien sugirió que podría ser “arrestado por traición” al acusarle de exagerar durante su declaración ante el Congreso el contenido de su llamada con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ya que “no tenía relación alguna” con lo discutido.
La pasada semana, la presidenta de la Cámara Baja, la demócrata Nancy Pelosi, anunció una investigación de juicio político contra entre Trump a raíz de una conversación telefónica que el mandatario sostuvo el 25 de julio con Zelenski, en la que le pidió investigar a Biden, ahora aspirante a las candidatura presidencial demócrata en 2020, y su hijo por presunta corrupción en ese país.
La llamada entre Trump y Zelenski provocó que un funcionario de Inteligencia presentara en agosto una queja interna, que tras una pugna política entre el Congreso y el Gobierno se hizo pública la pasada semana.
Según esa denuncia develada por el Comité de Inteligencia de la Cámara Baja, el espía se quejaba “de que el presidente de Estados Unidos está utilizando el poder de su cargo para solicitar la interferencia de un país extranjero en las elecciones estadounidenses de 2020”.
Los republicanos, por su lado, han cerrado filas en su defensa al presidente, aunque han subrayado que acatarán las normas acerca del proceso de juicio político.
El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, aseguró este lunes que si la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, aprueba la iniciativa no tendrá “más opción” que llevar a cabo el proceso y someter a juicio político al presidente.
“No tendría más opción que asumirlo. Cuánto (tiempo) vayamos a estar en ello es otra cuestión totalmente distinta”, afirmó McConnell en una entrevista en la cadena CNBC.
El Senado, actualmente controlado por mayoría republicana, deberá contar con el respaldo de dos tercios de la cámara, 67 senadores, para destituir al presidente, algo que actualmente parece poco factible.
La Cámara de Representantes, por su parte, necesita una mayoría simple de 218 legisladores para enviar los cargos de acusación al Senado.
Los demócratas ocupan 235 escaños los 435 de esa Cámara.
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