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A cinco años del terremoto en Oaxaca, Benita Luis nunca recibió apoyo para reconstruir su casa

A cinco años del terremoto en Oaxaca, Benita Luis nunca recibió apoyo para reconstruir su casa

Juchitán, Oax.– Benita Luis Guerra es zapoteca originaria de Juchitán, Oaxaca, y a cinco años del terremoto de 8.2 grados que devastó cerca del 70% de las casas de la comunidad y dejó 36 personas muertas, nunca recibió apoyo oficial para reconstruir su vivienda.

“No tengo folio y tampoco recibí un solo centavo de las autoridades para reconstruir mi vivienda”, denunció Benita Luis, al señalar que ha gastado cerca de 200 mil pesos en “medio reconstruir” su casa que colapsó la noche del 7 de septiembre de 2017.

La casa de Benita se ubica en un patio grande en donde también están la casa de su mamá y de su hermano, a quienes sí se les otorgó un folio y apoyo para reconstrucción, pero a ella no. Explicó que la justificación que le dieron fue que no se podía dar apoyo a más de tres personas de una misma familia.

Llegaron y vieron mi casa colapsada, pero dijeron que no podían darme, porque ya le habían dado folio al resto de mi familia, y por más que les insistí no me dieron, también pedí ayuda, metí papeles, y bueno han pasado 5 años y todo lo que he reconstruido ha sido por cuenta propia, con la ayuda de mis hijos”, declaró.

Foto por Diana Manzo

En Juchitán, Unión Hidalgo, Ixtaltepec, El Espinal, Ixtepec, Comitancillo, Xadani, San Mateo del Mar, Ixhuatán, Niltepec y muchos pueblos más de esta región del Istmo de Tehuantepec se presentaron daños en un total de 70 mil 477 viviendas, de las cuales 35 mil 084 presentan daño parcial habitable; 21 mil 041 tiene daño parcial no habitable y 14 mil 352 tienen pérdida total, según el recuento del gobierno de Oaxaca. En total han fallecido 79 personas.

Sentada en el patio de su casa, en donde con sus recursos propios montó un techo de lámina y tres cuartos que están en obra negra –no tienen piso, ni ventanas–, Benita teje huipiles y enaguas, es artesana desde los 15 años de edad.

Durante dos años, Benita y su hija e hijo durmieron debajo de una lona porque no había nada, después obtuvo un préstamo y logró poner un techo de lámina para “medio vivir con dignidad”.

“La casa no está terminada, no tengo cocina ni baño, el piso es rústico, las paredes no tienen repello, realmente todo lo he hecho con mi esfuerzo, con la venta de los trajes, aunque con la pandemia todo decayó de nuevo, apenas en este año nos estamos recuperando”, externó.

Foto por Diana Manzo

La tristeza la invade al recordar la noche del 7 de septiembre de hace cinco años, pues piensa que aunque su casa no era grande, a ella le gustaba y estaba completa, no en partes como ahora vive.

“Esa noche todo se movió, y mi casita, que era pequeña, se cayó, vivimos durante casi dos años en lonas esperando el apoyo para la reconstrucción“.

Las constantes réplicas le provocan estrés, y no sabe hasta cuándo seguirá la incertidumbre. Salta cada vez que tiembla. Después del 7 de septiembre todo cambió para ella y para las más de 800 mil personas afectadas en Juchitán y el Istmo.

Benita lo único que ahora quiere es poder reconstruir su casa. Cuenta que ella sabe que hay apoyos para el proceso, pero desconoce porqué a ella no se lo quieren dar.

Señala que la pandemia del Covid-19 se unió a sus desgracias.

“Apenas y estábamos medio recuperándonos, después del sismo y llegó la pandemia y con ello el trabajo, apenas estoy retomando el tejido de huipiles, no tuvimos trabajo y el gobierno y sus apoyos nunca llegaron, todo lo que acá tenemos es de nuestros pocos ahorros, la ayuda es de todos, de mis hijas y mío”.

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Enferma del pie por una afectación de la diabetes sigue bordando, en sus tejidos plasma sus angustias y su tristeza.

“A veces sentada acá en el bastidor lloro, porque me acuerdo de esa noche que todo fue tristeza y dolor, fueron muchos meses así, pero acá seguimos trabajando, que es nuestra única fuerza”.

Benita ha entregado varios papeles, inclusive personal de la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) la han visitado, toman fotografías pero ya no regresan.

“Sí me buscan en sus bases de datos no me encontraran, mi nombre no aparece, porque a cinco años del terremoto, a mí no me dieron nada”, concluyó.


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