El PSG, para variar, volvió a quedar eliminado de la Champions en octavos de final. Toda la inversión de Qatar con el equipo parisino no es para ganar solo la Liga local. La llamada de Macron a Mbappé para que se quedase en Francia, y dejase plantado a Florentino Pérez, tampoco ha servido para el objetivo vital del Club de los nuevos ricos.
El Bayern tuvo bastante con hacer de Bayern, es decir, sumar velocidad, potencia y autoestima, para sentenciar por 0-3 la eliminatoria. Anoche en el Allianz se limitó a sacar el rodillo en el segundo tiempo para atropellar a un PSG sin alma, sin fútbol y demasiado pendiente de que Messi, el mejor de la última década, y Mbappé, el más diferencial de la siguiente, solucionen la papeleta.
En el primer tiempo todavía intentaron la jugada del fútbol americano, con Messi a lo quarter-back lanzando balones al espacio para que el solitario Mbappé intentase anotar el touch-down salvador. Nada de nada.
En el segundo tiempo, la fortaleza de los Upamecano, Goretzka y el pesado de Thomas Müller convirtieron a los jugadores del PSG en auténticos títeres que salían rebotados a cada balón dividido. Kimmich, imperial, le ganó la partida a Verratti en un duelo bonito. Al final, dos balones perdidos por el mediocentro italiano del PSG, les dejó en la cuneta.
En los últimos minutos, vimos al Messi cabizbajo de las tristes noches europeas. El Barça, sin él, sigue sin dar la talla en Europa. Messi, sin el Barça, sigue acumulando decepciones. En París hace mucho frío. Se está mejor en Miami, Rosario o Castelldefels. Laporta y su padre hablaron ya del homenaje a Leo. Quizás es lo que toca.