Tenía 23 años cuando quiso poner en forma a todos los españoles a través de su programa “Puesta a punto” en TVE. Eva Nasarre, a quien nadie conocía hasta el momento, tenía un aspecto angelical, una voz dulce, el rostro de la niña que aún perduraba en ella y un look que iba acorde con aquellos años transgresores. Era 1983. Maillots de colores, medias atrevidas sobre sus delgadas piernas y largos calentadores para dar una clase de gimnasia a través de la pequeña pantalla dejaron huella profunda en la memoria colectiva. Era la primera vez que la tele nos ponía a hacer deporte en el salón de casa, un hábito que el confinamiento provocado por el coronavirus ha devuelto a todos los hogares como medida de supervivencia, de desfogue e, incluso, de matar las largas horas de encierro. Eva Nasarre hizo lo propio hace treinta años pero, al filo de cumplir los sesenta, su vida nada tiene que ver con la de aquella joven. Tiene una enfermedad crónica que le dificulta la movilidad, hace años que huye de la popularidad que un día la encumbró y, desde hace casi dos años, es abuela de una niña.
La relación con su único hijo, Joan Marc, ocupó muchas horas de televisión cuando el joven, de entonces dieciocho años y de la mano de su padre, Chema Álvarez, se sentó en el plató del extinto ‘Salsa Rosa’ (Telecinco) para contar que su madre había desaparecido de su vida a los doce años. Las investigaciones periodísticas encontraron entonces a la madre perdida por Joan Marc. Nasarre se había instalado en Madrid y daba clases de tai chi, previo paso por algún rincón de su Lérida natal. Había tenido varias parejas tras separarse de su marido y poco más se sabía de ella. Todo lo que le rodeaba era un misterio pero, finalmente, Nasarre se sentó también para, en una única entrevista en la que se presentó y despidió para siempre de la fama, prometió a su hijo volver a su vida “en una o dos semanas”. Pasaron años.
Los Álvarez, padre e hijo, continuaron concediendo entrevistas durante algún tiempo y gracias a eso supimos que, con los años, Eva Nasarre había encontrado la motivación para sentarse frente a frente con su hijo y explicarle su historia y sus razones. El joven, según confesó en las páginas de ‘Lecturas’ en 2012, había entendido a su madre y se cerró el capítulo mediático. Madre e hijo se perdonaron, pero siguió la distancia. En junio del 2019, Joan Marc fue padre de una niña junto a su pareja, con la que mantiene una relación estable desde hace tres años. Ambos viven en Murcia la felicidad de haber formado una familia en la que no hay muestra gráfica de Eva Nasarre. No así de su padre, Chema Álvarez, quien presume de su nieta por doquier en sus redes sociales y entre sus amistades. Padre e hijo nunca dejaron de hacer piña.
Eva Nasarre, enferma de artritis reumatoide crónica, vio degenerar su enfermedad y la convirtió en una lucha por ayudar a las personas dependientes, abanderando la plataforma que promovió el cambio de la legislación al respecto. Se instaló junto a una nueva pareja en un pueblo del norte de Madrid y se convirtió una activa defensora de los más necesitados. Lo ha sido hasta hace cuarenta y ocho horas, no sin antes despedirse con un preocupante mensaje en su perfil de twiter. “Hoy es uno de esos días en los que quieres, pero no puedes… Ya sabéis, la lluvia, el viento #artritisreumatoida”, para añadir horas después una despedida firme: “Me tomo unos días de descanso. Hasta pronto, cuidaos”.
Me tomo unos días de descanso. Hasta pronto! Cuidaos.
— Eva Nasarre (@e_nasarre) April 19, 2020
Una vez más, el silencio se ha impuesto en torno a la figura de Eva Nasarre, a quien todos recordamos estos días con sus rizos y su sonrisa mientras nos aceleraba el pulso frente al televisor. Una imagen que ella, al contrario, nunca ha querido rememorar.