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Acto de fe del Barça de Koeman


A falta de títulos, el Barça pelea por ganar partidos, alguno muy significativo como el de Nervión. Los azulgrana le pararon los pies al Sevilla cuando se peleaban por seguir la senda del Madrid y liderar la persecución del Atlético. El partido fue un acto de fe barcelonista liderado por Koeman. El intervencionismo del técnico resultó capital para sorprender al contrario y activar a su equipo alrededor de Messi. El gol del 10 culminó un muy buen encuentro del Barcelona, superior futbolísticamente al inicio y al final, más épico que el Sevilla. Los azulgrana se dejaron la vida por la victoria en la Liga en vísperas de la semifinal de Copa. Ambos equipos continuarán su mano a mano el miércoles en el Camp Nou.

La respuesta azulgrana es una incógnita después de que los futbolistas quedaran derrengados en Nervión. Araujo se volvió a lesionar, Piqué acabó dolorido y se rompió Pedri. Muy serios, los azulgrana se batieron como jabatos, ambiciosos y comprometidos, protagonistas ante Griezmann. El francés no fue ni titular ni suplente, por detrás de Dembélé y de Braithwaite, sin sitio en una cita física y táctica, especialmente atractiva después de la jornada de Champions. A efectos europeos se puede decir que el Barça liquidado por Mbappé superó al Sevilla derrotado por Haaland. Fueron los azulgrana mejor equipo, con y sin balón, tuvieron un mejor control emocional y del juego, no cometieron errores y despertaron al grito de Koeman.

El Sevilla condicionó la alineación del Barcelona. No ha encontrado aún el equipo azulgrana un plan de juego estable, marcado por el contrario y por Messi, el pichichi (19). El 10 se basta para derrotar al Elche y en cambio necesita ayuda frente a rivales más exigentes como el Sevilla. Hay que acertar en la elección de sus socios en ataque y limitar las concesiones defensivas, demasiadas habitualmente para validar la selectiva faena de Messi. Aunque las soluciones son varias, hay una común en los técnicos y que delata el agujero que dejó Neymar: se prescinde de un delantero para ganar a un tercer central y el sacrificado siempre es Griezmann.

Tres centrales, dos puntas

Koeman le ha dado muchas vueltas a la formación y al dibujo para acabar por sentar también a Griezmann y apostar en cambio por el sorprendente y decisivo Dembélé. El entrenador agitó al equipo a partir de un 3-5-2 mientras Lopetegui mantenía el paciente plan del encuentro de Copa (2-0). El encuentro no se pareció en nada al último disputado en Nervión. Atrevidos y muy intensos, los azulgrana presionaron sin parar al Sevilla. Al equipo de Lopetegui no le importó aparentemente aguantar sino que le gusta defender y presumir del poderío de Diego Carlos-Koundé-Fernando y de la seguridad de Bono. Muy organizados, los zagueros sevillistas no se vencen en el uno contra uno, tampoco ante Messi.

Aunque ya no es un delantero tan explosivo, la zurda del rosarino continúa siendo exquisita en el tiro y el pase, decisivo en la jugada del 0-1. Busquets controló en cancha propia para Messi y el toque del 10 desde la divisoria habilitó a Dembélé. El francés progresó a campo abierto por la zona de los centrales y remató raso con la zurda por entre las piernas de Bono. La posición del francés, hábil en el desmarque y rápido al espacio, desequilibró al Sevilla y avaló la estrategia de Koeman. No se vencían los azulgrana, concentrados y cómodos en el repliegue, y por contra exigían a los sevillistas, más incómodos y vulnerables, faltos de chispa y velocidad en sus transiciones, enfadados por entender que el árbitro perdonó la expulsión a Messi.

El argentino metía la pierna cuando tocaba contener y en el momento en que recuperaba la pelota buscaba la profundidad de Dembélé. No le quedó más remedio a Lopetegui que corregirse. El técnico imitó a Koeman y desplegó a su equipo a partir de tres centrales y dos futbolistas capaces de dar amplitud al campo y desbordar como son Suso y En-Nesyri. El partido se equilibró porque de alguna manera se intercambiaron los papeles y el que pasó a apretar muy arriba fue el Sevilla. El Barça, sin embargo, respondió con largas posesiones alrededor de un imperial Busquets.

El partido quedó a merced de Dembélé. Ni Dest, que chutó al palo, ni Messi, cuyo tiro no cogió portería, respondieron a las jugadas del francés, excelente en el quiebro y la carrera, imposible de defender para Koundé. Las conducciones de De Jong y el laboro de Pedri contrastaban además con la sutileza de Suso, el picante del Sevilla, reducido colectivamente por el Barça. Ni siquiera las lesiones de Pedri y Araujo rindieron al Barça. El botín era demasiado apetitoso para reventar y los azulgrana remataron su primer triunfo ante un grande –si se exceptúa la Juve– con un gol de Messi después de recibir de Ilaix.

La jugada fue un resumen del partido porque el capitán porfió por clase y por fuerza, trompicó, ante Bono. No se doblega el Barça en la Liga después de animarse para la Copa. Habrá que ver qué partido dibuja Koeman.


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